Cuando en 2004 el encargado de la prevención de la violencia en espectáculos deportivos, el ex árbitro Javier Castrilli –hoy candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que le sigue sacando tarjeta roja a todo desde los carteles publicitarios-, determinó que los dos clásicos de la semifinal de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate se jugaran sin público visitante, la prestigiosa psicóloga aplicada al deporte, Liliana Grabín, nos dijo algo que aún nos queda grabado en la mente.
Grabín, con su sabiduría, su experiencia y su honestidad a toda prueba, titular del postgrado de la especialidad en la Universidad de Buenos Aires (UBA), dijo en ese momento que de nada serviría jugar a puertas cerradas porque si el contexto es violento, la violencia necesariamente encontraría una vía de escape por alguna otra parte, y sin dudas eso ocurrió con los jugadores, que no pararon de agredirse en ambos partidos.
viernes, 22 de abril de 2011
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