Fernando
Segura M. Trejo / Sergio Levinsky
Artículo publicado en
Istor, Nro 65, CIDE, México, junio 2016
No
es extraño sostener que Lionel Messi ha sido una figura sobresaliente en el
fútbol mundial desde su debut en Primera División en el Barcelona. Nacido en la
ciudad de Rosario, Argentina, en 1987, Messi forma parte de una nueva fase del fútbol
globalizado y él mismo, a través de su talento, ha marcado un aceleramiento en
la transición y la tendencia de los grandes clubes europeos en hacerse,
rápidamente, de los jugadores habilidosos. Esto ocurre ya no sólo en
Sudamérica, su principal fuente de abastecimiento, sino de todo lugar donde los
puedan encontrar.
Para explicar el impacto de la genialidad, el
sociólogo Norbert Elias[1]
propuso ubicar el caso de Wolfang Amadeus Mozart como el compositor que marcó
la transición entre el estilo Barroco hacia el denominado Clasicismo. La tesis
de Elias ha sido motivo de controversias, sin embargo, su idea de la genialidad
se expresa en los individuos que marcan transiciones de épocas. Es notable
observar que un jugador de fútbol como Pelé
pudo desarrollar todo el auge de su carrera en su propio país como la principal
figura que encarnó, entre 1958 y 1970, la imagen de un Brasil campeón del mundo
frente a aquella generación, anterior, fue sufrió la derrota en el partido
final en el Maracanazo de 1950[2].
Para el siguiente genio sudamericano del fútbol, Rodrigo
Fernández y Denis Nagy explican en su libro De
las manos de Dios a sus botines[3]
cómo el ambiente, la presión, las sumas ofrecidas a los clubes de Argentinos
Juniors y luego a Boca Juniors, sumados a sus propios deseos de jugar en
Europa, hicieron que Diego Maradona se fuera joven de Argentina, a los 22 años
al Barcelona. Inclusive, demoró en hacerlo debido a una cláusula de jugador
intransferible que había decretado la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), en
épocas de dictadura militar y que solamente lo habilitó a emigrar luego del Mundial
de España 1982. Maradona selló así la transición, irreversible, en la cual las
nuevas figuras destacadas en sus países comenzaron a ser comprados por los
poderosos clubes europeos. La transferencia de Maradona marcó un record de más
de 7 millones de dólares para el año 1982[4].
En adelante, los siguientes cracks[5],
ninguno de la talla de Maradona, pero todos de talento garantizado fueron emigrando
a Europa, argentinos, brasileños, uruguayos en un camino que sumó, naturalmente,
a los habilidosos de otras latitudes latinoamericanas con el tiempo. Actualmente,
cada vez más mercados de distintas ligas europeas se nutren de los asomos de
promesas en el afán de apropiarse, lo más tempranamente posible y al mejor
precio, del talento disponible.
Lionel Messi se fue antes de debutar en el fútbol
profesional argentino. Emigró, es cierto, por circunstancias muy particulares
como se explica en el libro Messi de
Guillem Balagué[6].
Comenzó a jugar con sus hermanos en la cuadra de su casa. A los 6 años se
inició en el club de su barrio, Grandoli. El antropólogo Eduardo Archetti insistía
sobre las características presentes en la formación de los jugadores talentosos
argentinos en los suelos de potreros, de los cuales pudo emerger un Diego
Armando Maradona desde su canchita en
Villa Fiorito, en los suburbios del cinturón urbano del Gran Buenos Aires[7].
Para Archetti, en los potreros los pibes aprendían
diferentes formas de transgredir y moldear su carácter jugando con los más
grandes. Esto ocurrió a Maradona desde pequeño. Algo parecido, pero a la vez ligeramente
diferente sucedió con Messi, quien llegó a un club de barrio con una habilidad
desarrollada en el cemento de su calle. Pero fue en el club Grandoli donde aprendió
a jugar en campos de tierra disparejos y se insertó en una categoría de
compañeros un año más grandes que él. Su primera participación en el club se
dio por casualidad, cuando faltaba un jugador en uno de los equipos y el
entrenador Salvador Aparicio buscó en las gradas si había algún niño para
suplir la ausencia. Celia, la abuela de Lionel, le dijo que probara al pequeño
que estaba ahí y podía jugar. “Es demasiado pequeño, mujer. Le puede hacer
daño” le dijo el entrenador a la abuela, quien insistió y consiguió que Lionel
tuviera su oportunidad. Al segundo pase recibido, Lionel inició una carrera con
“pequeños toques en diagonal hacia el centro, gambeteando al contrario que se
cruza en su camino”. Desde ese día, “el entrenador no lo volvió a sacar de la
cancha”[8].
Su capacidad
deslumbró en las ligas de Rosario y de ahí pasó al centro de formación de uno
de los grandes clubes de la ciudad, Newell´s
Old Boys[9].
Pero llegada la oportunidad de viajar a Barcelona y hacer una prueba, a sus 12
años, marcó el resto de su recorrido. En el club catalán demoraron seis meses
en decidir cómo hacer venir a un joven argentino, que precisaba la continuidad
de un tratamiento hormonal. La solución fue ofrecer un trabajo a su padre,
Jorge Messi y permitir que Lionel se entrenara con los equipos juveniles del Barça.
Retomando la idea de Elias[10]
en cuanto a individuos que marcan transiciones, Lionel Messi fue una apuesta
que pagó sus réditos al Barcelona. Marcó un precedente y los clubes europeos se
dieron cuenta que convenía, en gran medida, buscar los talentos en tempranas
edades para el fútbol. Y si fuera necesario, ofrecer diferentes artilugios a
las familias para captarlos y formarlos directamente en sus centros[11].
Messi transitó por la Masía, quizás la mayor
referencia hoy en día en lo que se refiere a centros de formación de clubes en
el mundo. Ahí conoció las comodidades del césped sintético, muy diferentes al
pasto de las precarias canchas rosarinas y a la tierra de su antiguo Grandoli.
Se lució por su talento en un esquema que privilegiaba el pase al ras del piso.
Sin embargo, su potencial era tan grande que rompía con los esquemas de los
entrenadores. Balagué explica[12]
hasta que punto varios de ellos no sabían cómo aprovechar sus destrezas y lo
colocaban en un extremo del campo de juego. Eso duró hasta que Tito Villanova
lo ubicó en su lugar preferido: el eje por detrás de los delanteros, pero por
el centro. Entre sus 13 y 16 años participó en todas las categorías juveniles,
sufrió lesiones y padeció, también, la soledad de un exilio desgarrador. Su
padre se quedó con él cuando el resto de su familia regresó a Rosario. La
voluntad inquebrantable de Lionel lo impulsaba a estar ahí, con el sueño de
llegar al primer equipo del Barcelona. Lo consiguió a finales del 2003 en su
debut en Portugal en un partido amistoso, aunque fue ya en 2004 cuando se
integró completamente al plantel que comandaban en aquel tiempo Ronaldiho, Samuel
Eto´o y Deco, entre otras figuras.
En el 2005 marcó su primer gol en primera división y
ese mismo año fue campeón sub 20 con la selección argentina en el Mundial de Holanda
como figura fundamental del torneo. Desde entonces se lo ha querido comparar
con Diego Armando Maradona, primero como su posible sucesor, luego a través de
la incesable polémica mediática acerca de quién de los dos será el mejor.
Messi comparte algunas características con Maradona,
en la medida que ambos han marcado una época en el fútbol mundial y son
argentinos[13].
Pero Messi no es un rebelde con causas
frente a las instituciones del fútbol, como sí lo ha sido Maradona[14].
No obstante, contrariamente a los que algunos se empeñan en negar, Messi ha
sido un rebelde en el campo de juego. Precisamente traemos aquí una faceta de
esta rebeldía, su participación en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Argentina se presentaba a la cita como campeona
defensora de la medalla de oro conseguida en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Messi estaba ya por el año 2008 en su transición para convertirse en la figura
principal del Barcelona. Ronaldinho, su amigo y compañero durante aquellos
años, dejaba el club por decisión de los directivos del club. Pep Guardiola se
convertía en el nuevo entrenador y quería renovar el espíritu del equipo. En
sus planes estaba hacer girar todo en torno a Messi. Empero, esta relación tuvo
un inicio difícil. Guardiola debió recostarse en su ayudante, Manel Estiarte,
para comprender la estructura de personalidad del astro argentino, de quien no
podía descifrar el comportamiento e incluso llegaba a sentir que no lo saludaba
en los primeros entrenamientos en Saint Andrews, Escocia. El Barcelona
necesitaba partir a Estados Unidos para terminar la pretemporada y luego
enfrentar al equipo polaco Wisla Cracovia en la eliminatoria preliminar de la Champions League, el torneo más
importante para los clubes europeos. Sin embargo, Messi quería acompañar a su
selección a los Juegos Olímpicos. Un conflicto de intereses entre el jugador y
el presidente del club, Joan Laporta[15].
Messi no cedía en su deseo y Mael Estiarte ayudó a Guardiola a entender que
para Messi era muy importante ir. Era mejor, entonces, dejarlo hacer lo que
pretendía. Guardiola comenzó demostrar su flexibilidad y humanismo,
y pidió al presidente Laporta que lo liberara. Luego habló con Messi y le dijo:
“Ve a los Juegos Olímpicos y gana la medalla de oro”[16].
Fue así que Lionel se pudo sumar al equipo del Checho Bastista, quien llevaba a varios de sus ex compañeros en
selecciones inferiores argentinas, algunos de los cuales habían sido campeones
en el mundial sub 20 de Holanda 2005, Fernando Gago, el Kun Agüero, Ezequiel Garay, Oscar Ustari y Pablo Zabaleta. Se
sumaban otros jóvenes promesas como Ever Banega, Ezequiel Lavezzi, Ángel Di
María, Lautaro Acosta, la presencia del capitán ganador del oro olímpico en
Atenas 2008, Javier Mascherano y el peso de Juan Román Riquelme.
En el primer partido, Argentina superó a Costa de Marfil por 2 a 1, con
gol de Messi. Luego un 1 a 0 frente a Australia y después un 2 a 0 frente a
Serbia. En los cuartos de final, Argentina enfrentó a Holanda, Messi convirtió
un gol luego de eludir al arquero y más adelante habilitó con un pase magistral
a Ángel Di María para el triunfo de 2 a 1. Empezaba a nacer una sociedad entre
los dos jugadores rosarinos, Messi y Di María. Desde las tribunas los observaba
y aplaudía Diego Armando Maradona. Lo mejor estaría por llegar. En un partido
deslumbrante en la semifinal frente a Brasil, una Argentina entonada de la mano
de Riquelme, Messi y Agüero, derrotaba a Brasil por 3 a 0. Con dos goles del Kun Agüero y uno de penal de Juan Román
Riquelme, Messi vencía en el campo a su amigo Ronaldinho, a quien fue a abrazar
terminado el encuentro. Una imagen de la transición que venía en el fútbol
internacional, la era de Ronaldinho iba cediendo y la de Messi comenzaba a
confirmarse.
Para la final aparecía Nigeria, que venía de
derrotar a Costa de Marfil en cuartos de final y a Bélgica por 4 a 1 en la semifinal.
El escenario fue el flamante Estadio de Pekín conocido como Nido de Pájaro por su diseño
arquitectural externo. En un partido parejo, con una Nigeria ofensiva, tras una
pelota recuperada por él en el medio campo en el minuto 57, Messi habilitó
rápidamente a Ángel Di María, quien “picó” el balón antes de la salida del
arquero nigeriano y convirtió, así, el único gol. Bajo el sol de agosto de
Pekín, Argentina ganaba su segunda medalla de oro en el fútbol olímpico,
acumuladas las dos de plata, en Amsterdam 1928 y Atlanta 1996 cuando la
albiceleste había perdido la final justamente contra Nigeria, y el oro de
Atenas 2004[17].
Pero Pekín 2008 fue también el segundo título para Lionel Messi con la camiseta
argentina. Se recordará el asombro y la admiración del público en los Juegos
Olímpicos 2008 cada vez que Messi se hacía de la pelota, cuando iniciaba su
aceleración o en las paredes con sus compañeros, Gago, Agüero, Di María y
Riquelme en particular.
Al regresar al Barcelona pudo consumar su transición
hacia la figura principal del equipo de Guardiola en lo que fue un inicio de
una etapa inmejorable. En el año 2009, el Barcelona consiguió ganar todos los
títulos que disputó, entre ellos la Champions
League, con gol de Messi en la final para vencer al Manchester United. Ya a fin de año, Messi le daba el triunfo a su
equipo ante el representativo argentino de Estudiantes de la Plata en el
mundial de clubes. Messi, Ballon d´Or
2009, fue su primer premio como mejor jugador del mundo, entregado por la
revista France Football en París.
Esta manera de transitar la genialidad[18]
se traduce en alguien con la “capacidad para llevar al balón pegado al pie a
gran velocidad, un jugador con el talento de la era de la PlayStation”[19].
Así como para Maradona la pelota era “la prolongación de su prodigiosa zurda, para
Messi, en el Siglo XXI, es casi parte constitutiva de su
cuerpo”[20].
De aquel equipo olímpico de Pekín 2008 muchos
compañeros volvieron a rencontrarse en el camino de las selecciones argentinas,
Messi, Agüero, Gago, Romero, Zabaleta, Garay, Lavezzi y Macherano lo hicieron
en el Mundial 2014 en Brasil cuando Argentina llegó a final, una instancia que
no alcanzaba desde el mundial de Italia 1990. Los
Juegos Olímpicos de 2008 marcaron parte de esta transición de Lionel Messi, su
transición hacia la conquista del fútbol mundial de su época.
[1]
N. Elias, Mozart: Portrait of a Genius,
University of California Press, 1993.
[2] Esta interpretación
puede atribuirse, entre otros, al antropólogo Roberto Da Matta. Ver
R. DaMatta, O Universo do Futebol, Rio de Janeiro,
Ediciones Pinakotheke, 1982.
[3] R. Fernández & D.
Nagy, De los manos de Dios a sus botines,
biografía pública de Diego Armando Maradona, Buenos Aires, Cangrejal
Editores, 1994.
[4] S. Levinsky, “Las mil
caras de Maradona: un contestatario en un fútbol industrializado”, en Segura M. Trejo (coord), Saberes y Lugares en Movimiento: Segundo Encuentro
Transdisciplinario Casa de México en París, UANL, 2011.
[5] Palabra con la cual
se denomina en el fútbol a los jugadores realmente distintos a los demás, los
más habilidosos y decisivos en sus equipos.
[6] G. Balagué, Messi, Buenos Aires, Ediciones
Principio, 2014.
[7] E. Archetti, Masculinidades: fútbol, tango y polo en
Argentina, Buenos Aires, Antropofagia, 2003.
[8] G.
Balagué, Messi, op.cit, p. 46
[9] Para esta etapa de
Lionel Messi remitimos al lector al libro de G. Balagué, Messi, op.cit, Primera parte.
No entraremos en este escrito sobre las periferias de Lionel en cuanto al
tratamiento hormonal que debió encarar y a las dificultades que encontró en su
momento su familia para darle continuidad. Dejamos al lector explorar esta fase
en el libro mencionado.
[10]
N. Elias, Mozart: Portrait of Genius, Op.cit
[11] El Barcelona recurrió
tanto a esta modalidad de incorporar tantos jóvenes de otras latitudes a su
cantera, que en el año 2014 fue sancionado por la FIFA para no poder fichar
jugadores por dos temporadas, por usar antirreglamentariamente jugadores
menores de edad en competencias oficiales.
[12]
G. Balgué, Messi, Op.cit, Segunda parte.
[13] Para un ensayo sobre
la comparación, las diferencias y las similitudes entre Messi y Maradona, el
lector puede consultar el capítulo S. Levinsky, “Maradona y Messi, ensayo sobre la continuidad y la ruptura”, Istor Nro 57, México, CIDE, 2014.
Levinsky afirma ahí que: “los dos (Messi y Maradona)
nacen como consecuencia de una primera conformación de un estilo propio de
juego, argentino, criollo, opuesto al inglés, que tiene como fundamento el
juego al ras del suelo, la gambeta (superar al rival en el “uno contra uno”),
la imprevisión y la creatividad”, p. 112.
[14] S. Levinsky, Maradona, Rebelde con Causa, Buenos
Aires, Corregidor, 1996.
[15] G.
Balague, Messi, Op.Cit, 333.
[16] G. Balagué, Idem,
334.
[17] Aquel equipo comandado en 2004 por el
entrenador Marcelo Bielsa anotó 17 goles
a favor y no recibió ni uno solo en contra.
[18] En términos de lo que propuso
Nobert Elias para dar cuenta de los trazos sociológicos de la genialidad N. Elias, Mozart, Portray of a Genius, Op.cit.
[19] S. Levinsky, idem,
p.117.
[20] S. Levinsky,
“Maradona y Messi, ensayo sobre la continuidad y la ruptura”, Op.cit, p. 117
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