El prestigioso
jurista deportivo argentino Ariel Reck tuvo que salir a desmentir, a última
hora de anoche, la versión que había propalado una cadena internacional
deportiva de TV por cable, acerca de que el máximo tribunal deportivo mundial,
el TAS, con sede en Lausana, estaba estudiando suspender la fecha de revanchas
de los octavos de final de la Copa Libertadores de América, que deben jugarse
esta semana que se inicia.
Es tal el
disparate reinante, que la propia Conmebol, la Confederación Sudamericana, tuvo
que publicar un tweet en el que confirmó que no habrá alteraciones en la fecha
y que se jugará normalmente, luego de los cruces de demandas de todo tipo entre
los dirigentes de varios clubes, entre los que, al menos, están involucrados
tres del fútbol argentino: River Plate, Racing Club e Independiente.
Es conocido por
los aficionados al fútbol lo que ocurrió tras la fecha de ida de estos octavos
de final. La Conmebol procedió de oficio al estudio de la situación
penal-deportiva del volante uruguayo Carlos Sánchez, del Santos, en el partido
que los paulistas empataron 0-0 en Avellaneda ante Independiente, por estar mal
incluído al arrastrar una vieja suspensión cuando en 2015 fue expulsado por la
Copa Sudamericana jugando para River, después de lo cual continuó su carrera en
México, que depende de otra confederación, la Concacaf (del Norte,
Centroamérica y del Caribe).
De proseguir el
caso, el partido se le debería dar por ganado 3-0 a Independiente por lo que
indica el reglamento, aunque el Santos aduce que en un listado de jugadores
punidos por un sistema electrónico llamado Comet, que según Conmebol “no es
vinculante”, Sánchez estaba habilitado para jugar.
A su vez, en el
partido que Racing y River empataron también 0-0 en el Cilindro de Avellaneda,
en los “Millonarios” jugó el volante Bruno Zuculini, quien tampoco estaba
habilitado, pero el club de Núñez aduce que su departamento de legales consultó
a la Conmebol por la situación de su futbolista y la entidad sudamericana
respondió (equivocadamente) que estaba habilitado, pero no actuó de oficio,
como con Independiente-Santos.
Más allá de los
reclamos justos o injustos de los dirigentes de todos los equipos supuestamente
damnificados (Santos y Racing), es llamativo cómo una entidad como la Conmebol,
que organiza un torneo tan prestigioso como legendario como es la Copa
Libertadores, que se disputa desde 1960 y que ha dado grandes campeones y
partidos que forman parte de recuerdos imborrables, no pueda mantener un mínimo
criterio de seriedad y de sentido común.
Se suponía que
la Conmebol se había renovado, por fin, tras el desastre de credibilidad que
había significado un suceso mundial como fue desde mayo de 2015 el FIFA-Gate, por
el que la justicia de Nueva York demostró que las principales empresas de todo
el continente americano habían sobornado a los dirigentes sudamericanos para
conseguir asegurarse los derechos de TV de Mundiales y torneos continentales
varios, de equipos y selecciones, hasta la Copa América de Ecuador 2023
inclusive, pagando para ello 110 millones de dólares.
Cuando el
dirigente uruguayo Wilmar Valdez iba a asumir la nueva Conmebol, acuerdos
espurios con el paraguayo Alejandro Domínguez determinaron que éste asumiera
ese cargo y enviara al otro como representante de la entidad ante la FIFA, para
que, de fondo, no sólo se mantuviera el statu quo en cuestiones televisivas,
sino que las cosas empeoraran mucho más en lo organizativo.
Si Domínguez, en
lugar de apartar a las empresas probadamente corruptas, las mantuvo con
beneficios para lo cual necesitó apartar de cualquier modo a su principal
competidor, el controvertido agente uruguayo Francisco “Paco” Casal, dueño de
Gol TV, no pudo mantener un contexto de seriedad al punto de que si hasta en un
torneo de barrio se mantienen anotaciones con los jugadores suspendidos, la
Conmebol no es capaz de hacerlo con tantos intereses y tradiciones alrededor de
un torneo como es la Copa Libertadores.
Ahora, se
presenta la situación de que desde este martes deben jugarse los partidos
revancha de la Copa y a apenas 48 horas de esto, los equipos ni siquiera saben
cuál es el marcador de la ida. En otras palabras, una cosa es haber perdido 3-0
por sanción por mala inclusión y otra, es haber empatado 0-0. Y con el riesgo
de que el reclamo se extienda al TAS, que al entender de todos los deportes,
podría colocar el expediente en la pila de abajo, y darle resolución dentro de
varios meses, con el riesgo de alterar el desarrollo del torneo, y con una
pregunta que surge espontánea: ¿qué sucedería si el fallo es a favor de los
equipos reclamantes y no de la Conmebol?
¿Podría en ese
caso continuar en la Conmebol una conducción que no fue capaz de responder si
dos futbolistas están o no suspendidos? Y volviendo al presente y más allá de
cuestiones leguleyas, ¿no debería, por razones éticas, obrar la entidad
sudamericana con la misma vara ante casos tan parecidos, por mala inclusión de
jugadores de dos equipos? ¿El trato no debe ser equiparable ante equipos que
participan en la misma instancia y en el mismo torneo?
Lo cierto es que
con esta desidia, con esta falta de claridad en su obrar, con esta lentitud en
la toma de decisiones, la Conmebol va arruinando a su gallina de los huevos de
oro, la Copoa Libertadores, justo cuando en esta edición participan los clubes
con más tradición y cuando sus autoridades se cansan de decir que quieren
copiar lo mejor de la UEFA, su par europea.
Hoy, esto es una
quimera y la Conmebol está mucho más cerca del papelón, que de una mínima
evolución.
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