domingo, 19 de agosto de 2018

Las dudas y los reacomodamientos en el Real Madrid (Yahoo)





Apenas transcurrieron tres meses. Antes de que el verano asomara en Europa, cuando la temperatura iba subiendo en el continente, una vez más, el Real Madrid se revolvía en las mieles del éxito y conseguía su decimotercera Champions League en Kiev, la tercera consecutiva, al vencer en la final al ascendente Liverpool de Jürgen Klopp.

Sin embargo, sin darse cuenta del todo, esa misma noche, una vez finalizado el partido, comenzaba a cocinarse un futuro mucho más preocupante, cuando por fin Cristiano Ronaldo blanqueó ante los medios, en pleno festejo del plantel blanco, que su brillante ciclo en el club, apenas comparable a lo realizado en los años cincuenta por Alfredo Di Stéfano, se había acabado y es más, lo había compartido con sus compañeros en el vestuario.

Pocos días más tarde, y cuando lo del gran delantero portugués no se había confirmado aún de manera oficial, estalló la bomba que faltaba: el entrenador francés Zinedine Zidane, el artífice de la armonía de un vestuario repleto de estrellas, y el de algunos cambios tácticos fundamentales en el andamiaje del equipo desde los anteriores y cortos tiempos de Rafa Benítez, anunciaba su desvinculación, ante la mirada desaprobatoria del presidente Florentino Pérez.

En esos días previos al Mundial de Rusia, el Real Madrid entró definitivamente en una espiral negativa, que se consumó dos días antes del debut de la selección española, cuando Pérez anunciaba desde Madrid la contratación de Julen Lopetegui como sucesor de Zidane, y esto motivó el lógico desenlace por el que el nuevo presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, echó al entrenador y lo sustituyó por Fernando Hierro, quien ya se encontraba con la delegación.

Por si fuera poco, tras al Mundial, Cristiano Ronaldo anunció que pudo negociar su salida del Real Madrid junto a su representante, el principal agente de futbolistas del mundo, su compatriota Jorge Mendes, para marcharse a la Juventus.

Así fue que en el final del verano, cuando volvió a la actividad tras las vacaciones, apareció un Real Madrid que tenía que despejar tres dudas fundamentales: ¿Es posible reemplazar con algún jugador la salida de alguien que marcó tanto al club como Cristiano Ronaldo, ganador de cinco Balones de Oro?, ¿Cómo administrará Lopetegui esta situación? En el caso de necesitarse algún fichaje, ¿qué clase de jugador podría hacer olvidar al portugués?

Desde los partidos amistosos en los Estados Unidos, comenzó a observarse que este Real Madrid modelo 2018/19, trata de mantener el juego prolijo, el mismo ecosistema que con Zidane que le generó tantos éxitos y un notable respeto internacional, pero hay una evidente posibilidad de un comienzo de ciclo nuevo, con algunos cambios muy importantes para tener en cuenta y que ya aparecieron tanto en la sorpresiva derrota (por el resultado y por cómo fue el transcurso) ante el Atlético Madrid por la Supercopa de Europa, y en el debut liguero en el Santiago Bernabeu, cuatro días más tarde, ante el Alavés.

La falta de Cristiano Ronaldo puede tener, obviamente, su lado negativo, como es la evidente aportación de goles (y decisivos) del portugués. Pero al mismo tiempo, a Lopetegui se le aclara el panorama en cuanto a la generación de fútbol y la posibilidad de que participen todos, del medio hacia arriba, en el armado del juego con una mayor horizontalidad, sin que uno de los delanteros, por más importante que sea en la definición, se quede esperando la última pelota.

En este sentido, comienza a notarse un mayor protagonismo del galés Gareth Bale, bastante relegado con Zidane a partir del crecimiento de Isco Alarcón, que de ninguna manera significa que ahora con Lopetegui vaya a perder su lugar (se conoce la predilección del entrenador por el volante, desde los recientes tiempos de la selección roja), sino que ante la ausencia de Cristiano Ronaldo, el ex Tottenham Hotspur se muestra con toda su potencia como delantero en todos los frentes y su crecimiento empieza a vislumbrarse.

También parece ser el tiempo de Marco Asensio, un jugador en franco ascenso en los últimos tiempos, pero dada la enorme cantidad de estrellas ya consolidadas, no podía encontrar todavía su lugar exacto en el esquema del equipo.

La llegada de un gran portero como el belga Thibaut Courtois, tal como ocurrió tras el Mundial de Brasil con Keylor Navas, como consecuencia de haberse destacado en el gran torneo, plantea la duda sobre si Lopetegui o el Real Madrid como club piensan respaldar al que ganó las tres Champions consecutivas o si, por los efectos de Rusia, acabarán desplazándolo. El hecho de haber contratado al ex arquero del Chelsea para que haya competencia real en el puesto, no parece la mejor idea y justamente en estos años, Zidane había preferido a Kiko Casilla como segundo en la línea de sucesión, con mucho más bajo perfil, y logrando de esta forma una mayor tranquilidad en un lugar fundamental de la cancha para un equipo.

Aparentemente solucionado el problema con Luka Modric, quien fue tentado por el Inter y estuvo a punto de salir, Lopetegui deberá hurgar en lo ocurrido en Talin por la Supercopa de Europa, no sólo por el muy bajo rendimiento defensivo ante el Atlético, sino por el desempeño anímico de un plantel poco acostumbrado a perder finales internacionales (de hecho, el Real Madrid no caía en una desde 2000, cuando cayó ante Boca Juniors por la Copa Intercontinental).

Generalmente ganador con autoridad de esta clase de finales, dos de ellas por la Champions ante el Atlético, sorprendió que los rojiblancos le arrebataran la Supercopa europea de esta forma, sobre el final, pero aún más en el alargue y que le hayan marcado cuatro goles, una cifra muy alta por tratarse de un club con semejante tradición y justo en el debut oficial de Lopetegui como entrenador.

Acaso por esta dura derrota, más por el rival y por lo anímico, el sistema futbolístico europeo y español fue fijando una tendencia negativa que podría derivar en la necesidad de un fichaje como revulsivo, si bien éste tendría que ser de una estrella con garantías, al estilo de Eden Hazard, o que altere la paz de la Liga, como Neymar.

Un club como Real Madrid y un presidente como Florentino Pérez no suelen quedarse cruzados de brazos ante un comienzo de temporada con tantas dudas y con perspectivas no muy claras.

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