Dos hechos
ocurridos en los últimos días en el Fútbol Club Barcelona parecen
contraponerse: apenas pasados cinco días de la final del Mundial y en silencio,
no se le renovó contrato a Joan Vilá, considerado uno de los maestros de la
cantera azulgrana, mientras que en un amistoso de preparación para la
temporada, brilló de tal modo Ricky Puig que el entrenador del Milan, equipo
rival, consideró que sus actuación fue “un verdadero espectáculo”.
Los medios
deportivos catalanes destacan por estas horas a Puig como “la nueva joya” del
Barcelona y acaso el mayor heredero de Andrés Iniesta, quien acaba de dejar el
club para irse a jugar al Vissel Kobe japonés, en cuya cantera acaba de asumir
otro de los considerados maestros de la cantera del Barcelona, Albert Benaiges,
quien directamente llegó a manifestar que el club catalán “abandonó el fútbol
base desde que llegó al área el vicepresidente tercero Jordi Mestre”, en 2010.
En verdad, desde
el fallecimiento de Tito Vilanova, quien había continuado a rajatabla con el
trabajo de Josep Guardiola, de quien fue su ayudante entre 2008 y 2012, el
Barcelona fue entrando en un paulatino cambio de ideas desde la cantera, que
fue quitando prevalencia al juego del toque, de posesión de balón, al ras del
suelo y con un esquema de tres delanteros y juego más horizontal, para ir
pasando a otro más físico, con volantes de más volumen y llegada desde atrás,
lejos de lo que aconsejan quienes generaron las horas más gloriosas en el
último medio siglo.
Hay una
coincidencia general en que el gran cambio en el juego del Barcelona comenzó
con la llegada de Laureano Ruiz Quevedo en 1971, poco antes de que los
holandeses Marinus Michels (como entrenador) y Johan Cruyff (como jugador)
revolucionaran la mentalidad del equipo en Primera.
Ruiz tuvo que
luchar contra la corriente al punto de quitar los carteles de los despachos
cuando observó que todo se basaba en jugadores altos, fornidos y potentes, como
si los pequeños o esmirriados no pudieran jugar al fútbol, pero tras perder una
final de la Copa Cataluña contra el equipo Damm, el presidente Montal afirmó
que se puede caer ante otro equipo, pero jamás ante una marca de cerveza, y
allí decidió dar una vuelta completa al panorama futbolístico del club.
“Todo me
sorprendió para mal-recordó con los años Ruiz-. En los entrenamientos no
aparecía la pelota y los entrenadores hacían correr a los futbolistas y los
solicitaban altos y fuertes”.
Ahora, parece
que tras los años de esplendor de los Xavi Hernández o Iniesta, Lionel Messi,
en su temporada 15 en el club, tendrá que conformarse, junto a los pocos
sobrevivientes de aquella época como Sergio Busquets o en cierta medida Jordi
Alba y Sergi Roberto (la última gran aparición desde la cantera), los fichajes
como Arturo Vidal y otros “de fuerza” para un cambio de esquema que comenzó con
la transición de Gerardo Martino en 2013/14.
En este punto,
la salida de Vilá, quien era el director de Metodología de los Entrenamientos
desde 2011, y para el reconocido periodista Martí Perarnau, autor de un escrito
sobre el modelo de juego del Barcelona que era “una auténtica Carta Magna del
idioma azulgrana”, como la de Beinaiges, que dejan a Paco Seirul.lo como único
representante de este estilo, es toda una referencia de lo que puede ocurrir en
los próximos años.
Ya Seirul.lo
advertía hace no mucho tiempo lo que ocurría en el Barcelona B cuando afirmó
que “por querer salvar al filial en Segunda. Echaron a Eusebio Sacrsitán (quien
formara parte del Dream Team de Cruyff en los noventa) y no sirvió de nada”,
porque el equipo acabó descendiendo a Segunda B y tampoco es que aparecieron
tantas estrellas.
Sin embargo,
pese a tanto movimiento de mercado a partir del remanente que quedó de la
forzada venta de hace un año de Neymar al PSG , en medio de idas y vueltas y
mayores reclamos de fichajes por parte de su entrenador Ernesto Valverde, Ricky
Puig parece dar la respuesta desde abajo.
Esto no
significa que el Barcelona haya fichado mal. Sí ha tenido movimientos raros.
Más allá de la anunciada salida de Iniesta, quien ha cumplido un ciclo extenso
y brillante, y del confuso retorno de Paulinho a China, las llegadas de Vidal,
Arthur, Malcom y Clément Lenglet pueden darle mucha riqueza a una plantilla que
ya tenía respuestas en casi todas las líneas.
Algunas salidas
como las de Lucas Digné o Aleix Vidal son bastante lógicas, no tanto la de
Yerry Mina, de destacada labor en el Mundial (no es fácil encontrar un defensor
con tres goles de cabeza en una Copa del Mundo y en cuatro partidos jugados, y
con buena técnica y presencia), y no es seguro que el portero Cilessen
permanezca en la plantilla cuando ha demostrado su valor cuando le tocó
ingresar.
La gran cuestión
del actual Barcelona es responderse desde sus propias estructuras hacia dónde
quiere marchar en el futuro, más allá de algún título más que pueda ganar,
porque ya Messi tiene 31 años y si bien tiene para varias temporadas más, el
tiempo pasa para todos y no siempre estará el genio para suplir las carencias.
La selección argentina lo sabe muy bien.
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