Corría diciembre de 2015 y los principales
dirigentes de uno y otro lado del Océano Atlántico se reunieron en Zurich, la
sede mayor del fútbol mundial, para
determinar qué hacer para las elecciones de febrero siguiente para decidir
quién sería el nuevo presidente de la FIFA.
Del otro lado aparecía como amenaza el jeque de
Bahrein Salman Bin Ibrahim Al Khalifa, con los votos de los continentes
africano y asiático y ahodando en el descontento del Tercer Mundo futbolístico
por cómo se venían encadenando los hechos hasta entonces y la posibilidad de
que la “racionalidad occidental” se quedara sin el poder, determinó la urgencia
para encontrar un candidato potable entre europeos y sudamericanos.
“De acá no nos vamos hoy sin un candidato”, dijeron
las partes. No pintaba nada fácil la situación: por el lado de la Conmebol, sus
principales dirigentes venían de vaciar la Copa América de Chile, a la que casi
no acudieron para no dar la cara, luego de que la mayoría cayera en mayo en la
redada del FIFA-Gate, mientras que el candidato natural de la UEFA, Michel
Platini, había quedado suspendido tras el episodio de los millones de dólares “por
asesoramiento” recibidos desde el defenestrado Joseph Blatter.
La voz cantante de la reunión la llevó, como no
podía ser de otra manera, el presidente de la Federación Española de Fútbol
(RFEF) y uno de los dirigentes más influyentes del último cuarto de siglo,
Angel María Villar, encumbrado en la FIFA pero con tanto poder en Sudamérica
que había logrado meter a su hijo, el abogado Gorka Villar, como director general de la Conmebol entre
2014 y 2016, gracias a la gran relación
tejida durante tantos años con quien fue casi su hermano mellizo en el fútbol,
don Julio Grondona, el fallecido hombre fuerte del fútbol argentino, número 2
de la FIFA como vicepresidente senior, y “co-conspirador número 1” para la
investigación del FIFA Gate encabezada por la fiscal de Nueva York, Loretta
Lynch.
“Lo que Grondona decía en Buenos Aires hoy, Villar
lo repetía mañana casi con las mismas palabras pero adaptado a la realidad de
España”, nos dijo en su momento un afamado colega radial de la península
Ibérica que conoce como pocos los entresijos del poder futbolero, y es que así
fue.
Grondona aprendió muchos de los negocios grandes
cuando conoció más de cerca a Villar, cuando por fin accedió a expandirse como dirigente
desde el sorteo del Mundial de México 1986 en diciembre de 1985, pero
especialmente desde que el abogado vasco de 67 años (21/1/1950) tomó la
presidencia de la RFEF el 29 de julio de 1988, sucediendo a José Luis Roca.
Desde ese momento, la relación Grondona-Villar fue
de una simbiosis casi total. Grondona importó los negocios a la usanza del
abogado vasco que de todos modos tiene dificultades para hilar frases y que
llegara a jugar 22 partidos en la selección española con 3 goles convertidos,
aunque uno de los mayores recuerdos que dejara fue la trompada que le pegó al
holandés Johan Cruyff en un Athletic de Bilbao-Barcelona, que lo hizo abandonar
el campo antes incluso de ser expulsado.
Si Grondona trajo varios negocios al mejor estilo
del vasco, Villar fue aprendiendo de Don Julio el lenguaje de los gestos, el
uso directo de la familia y muy pocos amigos cercanos e involucrar a todas las
partes posibles para que todos quedaran pegados ante cualquier requisitoria y
así consiguió perpetuarse en el poder igual que el ferretero de Sarandí: 29
años en el sillón de la RFEF y rodeado de su mano derecha, Juan Padrón, como
vicepresidente económico, para manejarle los números, apenas su tuvo tres
rivales en las siete votaciones en las que se impuso: en 1988 le ganó a Eduardo
Herrera, y en 2004 a su ex secretario general, Gerardo González Otero y al ex
futbolista Sebastián Losada (que no tuvo ningún sufragio). En el resto de los
casos, algo que seguramente resultará conocido a los lectores, no tuvo rivales.
En la última oportunidad en mayo pasado, Villar
volvió a presentarse solo y obtuvo 112 de los 129 votos de los asambleístas
presentes sobre 139 totales, con 6 nulos y 11 en blanco. Un Villar con más
arrugas y enemigos, salió sostenido por el ex dirigente del Barcelona Joan
Gaspart, vicepresidente de otro detenido por corrupción en su momento, José
Luis Nuñez…
Como tantas otras veces, Villar había tenido que
lidiar contra ex secretarios generales suyos en la RFEF, contra los que
irremediablemente acababa enfrentado. Esta vez le había tocado a Jorge Pérez, a
quien Juan Padrón (81 años y en la REFE desde 1984) había colocado en ese lugar
para desplazar a Gerardo González, quien se hizo opositor, pero que también en
su momento ingresó por Agustín Domínguez, en un procedimiento similar.
Lo concreto es que Pérez, ahora opositor, impugnó
las elecciones por las que Villar fue elegido como presidente de la RFEF hasta
2020, y por lo tanto no se presentó, y ahora queda la duda, con las detenciones
también de Padrón y Gorka, sobre cómo quedarán las cosas en la federación
cuando el miércoles 19 de julio se realizaría una reunión de Junta Directiva y
el jueves iban a llevarse a cabo los sorteos de la Liga, la Segunda división y
la Segunda B.
Es el aniversario del Centenario de la FIFA y se
genera la gran fiesta en la casa mayor del fútbol en la calle Fifastrasse, en
Zurich. La música resuena, muchos abandonan sus mesas y salen a bailar, entre
ellos, el entrenador argentino Carlos Bilardo. Villar, que comparte la primera
mesa cerca del escenario con Grondona y sus mujeres, tironea del brazo del
argentino, que se resiste a acudir al escenario.
“No, no voy a hablar. Si hay algo que nunca hago es
hablar con ustedes, la prensa. ¿Usted es argentino? Entonces es compatriota del
mejor dirigente que conocí en mi vida, Julio Grondona”, nos dice un Villar que
acaba de levantarse de una larga siesta en el sillón del vacío lobby del Hotel
Hyatt en Santiago de Chile. El español se había quedado dormido tras un largo
viaje para hacerse cargo de la situación de que al día siguiente, en la final
de la Copa América entre Chile y Argentina, parecía que ningún dirigente
sudamericano podría entregar el trofeo al ganador.
“¿Yo? No….a mí solo me invitaron, estoy
ocasionalmente aquí, pero si hay alguien que se me ocurre que podría entregar
esta Copa es Villar por ser el más encumbrado de la FIFA de todos los que están
aquí”, nos dice un informal Gianni Infantino, quien acaba de llegar con un
amigo a Santiago y que esperaba, de pie, a que Villar se despertara de la
siesta.
Para ese tiempo, ya con Grondona muy grave (moriría
a fines de julio de 2014) es que Gorka, el hijo de Angel Villar, ingresaría en
la Conmebol como insólito director general.
En ese tiempo, distintas denuncias sostenían que
eran tantos los negocios del abogado vasco que por año, sus bolsillos se
llevaban más dinero que muchos clubes, especialmente los uruguayos. Uno de los
temas más polémicos eran los derechos de TV a la baja que la Conmebol vendía y
que generaba cada vez más airados reclamos hasta que ocho entidades orientales
(entre ellas Peñarol) lo acusaron de extorsión y de hecho, cuando apareció el
informe de la fiscal Lynch por el FIFA Gate, cuando se habló del cobro de
coimas desde Torneos, Traffic y Full Play para obtener más fácilmente los
derechos de TV se mencionaba a 10 dirigentes que todos pensaron que eran los
mandamases de las 10 federaciones del continente pero no era así: había uno que
no era precisamente de ese palo…
Gorka Villar cobraba 40.000 dólares mensuales más
5000 por vivienda, coche con chofer y protección. “Gorka es el cerebro de una
mafia corrupta. Es el mayor sinvergüenza de todo esto, el cerebro, un
participante más, un cómplice en todos los casos de corrupción que ha habido en
estos años, de todos esos dineros sucios que han agarrado. No en vano, por todo
eso, todos esos dirigentes están presos”, denunció el ex arquero paraguayo José
Luis Chilavert, un conocedor de estos temas, a Radio Marca.
Las causas de la detención son muchas, aunque todas
se resumen en la corrupción. Desde el supuesto favoritismo al Recreativo de
Huelva y al Marino de Tenerife para que conservaran sus plazas en la Segunda B,
o el supuesto fraude para quedarse con los fondos de una promesa de
construcción de escuelas de fútbol en Haití, cuando Padrón (también presidente
de la Federación Tinerfeña) colocó a su hija María como empleada de la RFEF
para cobrar 14.285 euros en tres meses, según denunció “La Voz de Galicia” en
marzo pasado, o el extraño final de relación asociativa con la empresa Santa
Mónica de los hermanos Samper (que explotaba los derechos de imagen, igual que
en la AFA, pero relacionados directamente con Gorka, dueño de “Sport and
Advisers” y miembro de la RFEF relacionado con la materia, es decir que era una
ingeniería parecida a la de la entidad argentina), que derivó en una importante
deuda impagable, o hasta el archivo de una causa en 2010 que contra Villar y
Padrón promovió el presidente de la Liga (LFP), Javier Tebas Medrano, por
apropiación indebida, administración desleal y falsedad documental.
En medio de tantos actos sospechables, hay algunos
que involucran directamente a la AFA, como aquel partido jugado en setiembre de
2010 en el Monumental, que Argentina le ganó a España 4-1 cuando “La Roja” era
reciente campeona mundial en Sudáfrica y su cachet orillaba los 2,5 millones de
dólares. En esa gira, España también enfrentó en agosto a México y también está
en la mira otro partido en Doha ante Qatar en febrero de 2013. Es que Villar,
como su media naranja futbolera Grondona, votó por la candidatura qatarí para
el Mundial 2022 en otro episodio que investiga la justicia suiza. Y no es
casual que también se incluyan entre las sospechas los amistosos de España de junio
de 2011 ante Venezuela en Puerto La Cruz o en noviembre de ese mismo año ante
Costa Rica en San José. No casualmente los presidentes de ambas federaciones,
Rafael Esquivel y Eduardo Li, fueron apresados en Estados Unidos por estar
relacionados al FIFA Gate.
Los delitos concretos que se le imputan al grupo de
los Villar, Padrón o el secretario general de la Federación Tinerfeña, Ramón
Hernández Baussou se refieren concretamente, de acuerdo con lo publicado por el
juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional, y coordinado por la Fiscalía
Contra la Corrupción y Criminalidad Organizada, , a “corrupción entre
particulares, falsedad, administración desleal, apropiación indebida,
alzamiento de bienes, compra de dirigentes regionales y manejo irregular de
fondos”, basados entre otros elementos, en escuchas telefónicas ordenadas por
el propio magistrado.
Esta investigación sostiene que a principios de 2016
Villar impulsó la celebración de partidos de la selección española y otros “consiguiendo
contraprestaciones para la contratación de servicios y otras relaciones
comerciales en beneficio de su hijo Gorka”.
Este caso se lo denominó “Soule”, un antiguo juego
de pelota en la Francia de la Edad Media, que se practicaba en prados y bosques
y el objetivo era devolver la pelota en un lugar indicado con la participación
de dos pueblos que competían. No terminaba hasta que la pelota no llegaba a destino,
podía durar varios días y generaba mucha violencia por lo que Carlos V decidió
prohibirlo en 1365, y para muchos es considerado en Francia un antecesor del
fútbol y el rugby.
Pero hay una gran diferencia entre la RFEF de Villar
y la AFA de Grondona, y es el contexto de la política general en ambos países,
España y Argentina. Mientras Don Julio siempre encontró ignorancia e impunidad
en el contexto de los funcionarios estatales, Villar siempre tuvo mayores
problemas para moverse en ese ámbito.
De hecho, la denuncia sobre estas irregularidades
provino nada menos que del Consejo Superior de Deportes (CSD), la secretaría de
Deportes española, que sostuvo en un comunicado que España “es un Estado de
derecho y entonces la CD dio traslado de las denuncias e irregularidades
recibidas al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) y a la Fiscalía
correspondiente”.
Si esto sucedió con las autoridades deportivas del
gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy, mucho peor lo pasó Villar con el
CSD del gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de José Luis
Zapatero.
En 2008, la RFEF quiso adelantar sus elecciones
presidenciales pero el CSD se opuso, en lo que parecía una guerra sin cuartel.
Zapatero llegó a decir que nadie estaba por encima del gobierno español pero
bastó un acto de homenaje a Alfredo Di Stéfano en Madrid para que el entonces
presidente de la FIFA y estrecho aliado a Villar, Joseph Blatter, amenazara con
que si el Estado intervenía, la RFEF sería sancionada y la selección española
se quedaría fuera de la Eurocopa de ese año en Austria y Suiza.
Zapatero tuvo que recular, y “La Roja” acabó jugando
(y ganando) la Eurocopa.
Ya para ese entonces, Villar se había convertido en
el Grondona español.
¿Podrá sortear esta nueva batalla?