Desde Moscú
La lógica pura apareció en la Copa Confederaciones
de Rusia. La selección alemana, vigente campeona del mundo, se impuso
ajustadamente a Chile en la final y se consagró en San Petersburgo en la misma
semana que otro de sus equipos, el sub-21, se quedaba con el torneo europeo de
la categoría.
De esta forma, la selección alemana ratifica su
dominio total y su tremendo poderío internacional, a partir, además, de otro
hecho contundente: su entrenador, Joachim Löw, siempre muy sereno, prefirió
darle descanso a muchos de los jugadores titulares que obtuvieron el título
mundial en Brasil 2014.
Es decir que jugadores de la categoría de Mats
Hummels, Samuel Khedira, Mezut Özil, Manuel Neuer o Toni Kroos tomaron
vacaciones en el verano europeo y Löw decidió apelar a un conjunto de mucha más
juventud para darle lugar a nuevos valores teniendo en cuenta el retiro de
varios cracks como Lahm, Klose, Podolski y Mertesacker o la larga enfermedad de
Götze.
Así es que tampoco parece casualidad que Julien
Draxler haya ganado el Balón de Oro (entregado nada menos que por Diego
Maradona en el podio) al mejor jugador del torneo pese a su juventud.
Es difícil señalar con total claridad que el equipo
alemán fue el mejor de esta Copa
Confederaciones porque en los dos partidos ante Chile, el de la fase de grupos
(1-1) como el de la final (1-0) fueron parejos y hasta los sudamericanos
dominaron más tiempo y mejor el balón aunque nunca alcanzaron la contundencia
germana, en especial, en el aprovechamiento de los errores rivales.
En el caso de la final de San Petersburgo, el equipo
alemán era absolutamente dominado por Chile en la primera media hora, en base a
la alta presión y a la asfixia en su propio campo, pero bastó que el volante
Marcelo Díaz (quien precisamente jugó en la Bundesliga) se complicara en una
salida desde su propio campo, cerca de su propio arquero Claudio Bravo, para
que Lars Stindl aprovechara a la perfección y marcara el único gol del partido.
Alemania ya no había tenido piedad tampoco con
México en semifinales, al que le metió cuatro goles.
Si algo se puede decir del equipo alemán es que sabe
ser utilitario cuando hay que serlo, en los partidos clave, pero sus jugadores
tienen toda la técnica para resolver otras situaciones ante casos distintos y
esta ductilidad es la que le está dando sus frutos y la apuesta por los
jugadores jóvenes que no tardarán mucho en ocupar los lugares que les van
dejando, va dando sus frutos.
Cerca del fútbol alemán, hay que decir que también
Chile ha dejado una buena imagen. Ha superado a Portugal por penales en un
partido parejo de semifinal en el que fue levemente superior y no le dejó
espacios a Cristiano Ronaldo.
Esta forma de jugar de la selección chilena, como le
ocurre a Alemania, no es nueva sino q ue
lleva una década desde que Marcelo Bielsa comenzara su trabajo con miras al
Mundial de Sudáfrica 2010 y que luego continuara Jorge Sampaoli para el Mundial
2014.
Se trata de un equipo equilibrado, que más allá de
errores puntuales, prefiere salir jugando desde abajo y que se asocia en todo
el campo, aunque con un líder claro por línea: Claudio Bravo en el arco, Gary
Medel en la defensa, Arturo Vidal en el medio y Alexis Sánchez en el ataque.
Lo que le faltó a Chile es contundencia, concretar
un mucho más alto porcentaje de ocasiones de gol que crean sus jugadores, algo
que no sólo es propio de los sudamericanos sino también de los mexicanos.
También puede decirse que Chile viene extrañando un
jugador de la categoría del “Mago” Jorge Valdivia, el mejor jugador de la Copa
América 2015, quien debiera ser el encargado del cambio de ritmo y el eje del
conjunto, pero sus continuas lesiones lo fueron marginando de la selección
“Roja”.
Si a Chile le faltó contundencia, a México le
ocurrió algo parecido. Estuvo a punto de vencer a Portugal por el tercer puesto
pero los europeos empataron en el minuto noventa a través de Pepe aprovechando
otro de los problemas de los norteamericanos: sus desacoples defensivos, tanto
por el lateral izquierdo como entre los dos marcadores centrales.
El entrenador mexicano es el colombiano Juan Carlos
Osorio, de mucho prestigio y buen conocimiento táctico, pero creemos que las
enormes rotaciones de jugadores (en la Copa Confederaciones participaron 22 de
los 23 de la lista), algunas lesiones y también algunos errores con los
cambios, generaron que México otra vez se quedara en la puerta de un buen logro
y ni siquiera pudo aprovechar la ausencia de Cristiano Ronaldo.
Portugal, en cambio, apareció como un equipo sólido
que no tuvo un buen partido ante Chile y quedó eliminado por penales en
semifinales. Cuando parecía que eso le daría a su experimentado entrenador
Fernando Santos la chance de apelar a jugadores habitualmente suplentes, sobre
el final ante México por el tercer lugar ingresaron cuatro de los titulares y
dieron vuelta los partidos,
Acaso una de las mayores decepciones, al menos en
cuanto a los resultados, fue el equipo ruso, del que se esperaba más por ser el
local y con miras a su participación en el Mundial dentro de un año.
El no haber podido pasar a las semifinales ha sido
un golpe duro, pero el entrenador Cherchesov viene trabajando pensando mucho
más en lo colectivo que en lo individual a partir de la falta de estrellas, y
hubo algunos buenos pasajes para destacar aunque queda mucho por hacer.
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