Otra vez sopa. Desde el 18 de agosto próximo (por
ahora, si es que ese día vuelve el torneo oficial para la nueva temporada
2017/18), para ver el fútbol argentino por TV habrá que pagar no menos de 1155
pesos mensuales y hasta podrían ser más si, como aún no se aclaró, se cobrará
aparte los partidos de los equipos grandes.
Lo que hasta hace poco tiempo parecía sin retorno,
el acceso al fútbol gratuito para algunos y desde la TV cable con abono básico
para otros, volvió con todo desde que la AFA dio por ganada la licitación de
los derechos de transmisión a las cadenas Fox Sports y Turner, que además,
tendrán como producción, en muchos casos (o acaso en todos) a la empresa
Torneos, involucrada en el FIFA Gate por el que se pagaron millonarias coimas
en dólares para obtener derechos internacionales.
Este cronista recogió en 2012, cuando fue citado al
Congreso de la Nación para debatir sobre la violencia en el fútbol, opiniones
unánimes de los diputados de todos los partidos políticos acerca de que los
tiempos de la TV codificada se habían acabado para siempre, así como sus
efectos colaterales, desde la separación del grupo familiar en búsqueda del
amigo o el vecino con abono o la estación de servicio o el café donde se pueda
abaratar el consumo, o la decidida burla implícita cuando los jugadores iban a
sacar desde el medio y la transmisión se cortaba. Algo así como que “si querés
ver lo que viene, tendrás que pagar”.
Aquellos tiempos en los que Carlos Bilardo movía
fichitas en el pizarrón para explicarnos el partido que se estaba jugando, o
las cámaras de la TV de cable básico enfocaban a la gente abrazada en las
tribunas en vez del gol, o en los que los hinchas tenían que esperar al domingo
por la noche para ver los goles de los viernes, parecían ya idos hasta hace
poco tiempo.
Tanto es así que el presidente Mauricio Macri
también prometió en campaña que el Fútbol Para Todos no iba a tocarse y que en
todo caso lo que iba a modificarse era la tanda de los 15 minutos del
entretiempo para quitar la propaganda política y reemplazarla por publicidad
privada.
No sólo esto no ocurrió, sino que se especula con
que la TV codificada comenzará después del 30 de setiembre, es decir,
casualmente luego de las elecciones de medio término. Algo así como que lo que
tanto se criticaba forma parte de la actual propuesta, dada en llamar “Cambiemos”.-
Una aclaración necesaria: técnicamente, no es que se
acaba el fútbol gratis para todos porque nunca fue, en la realidad, gratis para
un inmenso porcentaje de la población porque el zapping para llegar a esos
partidos provenía del abono básico de la TV cable y no desde el aparato de TV.
Porque pocos futboleros, por ejemplo, estarían dispuestos hoy a perderse de ver
jugar al Barcelona de Lionel Messi o a la Premier League o un Barcelona-Real
Madrid y la única manera de hacerlo es pagando un abono básico.
Pero sí es cierto que la chance de ver fútbol
gratis, de pretenderlo, sí existió hasta ahora y desde 2009, y de hecho, un 10
por ciento de la población sí veía fútbol gratis ya sea por no tener o poder
acceder a la TV cable o por las antenitas que repartieron a los jubilados en
forma gratuita.
Este sector será el que tendrá mayor perjuicio
porque de tener acceso gratis al fútbol argentino, ahora para verlo deberá
pagar no menos de 1155 pesos (855 de abono de cable más de 300 de pack para ver
por HD el fútbol desde Turner o Fox, dependiendo del caso), es decir, un cambio
brutal en sus ya complicada economía. Y aún existe la chance de pagar más para
ver a los equipos grandes, que reúnen el gran porcentaje de hinchas en el país.
Pero no todo termina en el costo sino que hay que
recalar también en los actores, que es el otro hecho irregular. Salvando a la
empresa Turner, por no reunir antecedentes de transmisiones deportivas, es
evidente el retorno de los mismos actores de los años 90, con la vuelta a la
palestra de Torneos, vinculada, como citamos antes, al FIFA Gate por coimas,
pero no sólo eso, sino responsable en buena parte, de la masacre económica de
los clubes (que por supuesto que son responsables por haber aceptado firmar semejantes
contratos leoninos), que acabaron mucho más endeudados de lo que debieron, por
no haber recibido buena parte de las ganancias generadas en 18 años (1991-2009).
En este punto, el presidente de la Liga Rosarina,
Mario Giammaría, fue el único que salió a decir, cuando se votó el contrato de
la Superliga que se pondrá en marcha con el nuevo torneo desde agosto, que los
dirigentes de los clubes no sabían lo que habían firmado, muy parecido a lo que
ocurrió en su momento en el vínculo de las mismas entidades con TRISA (Tele Red
Imagen, la asociación entre Torneos y Competencias y el Grupo Clarín) para el
fútbol codificado.
Remitiéndonos a los hechos, para 2016 hubo una
importantísima oferta por casi todos los derechos del fútbol argentino (Copa
Argentina, Nacional B, Primera B Metropolitana, amistosos de la selección
argentina, etc) de la empresa estadounidense Cárdenas Marketing Network (CMN),
que no sólo no fue aceptada sino que los dirigentes de los clubes grandes, que
sostenían al débil presidente interino Luis Segura, corrieron a ofrecerle el
mismo contrato a Torneos, ya conocida su vinculación con el FIFA- Gate, y la explicación
que dieron en aquel momento era que de esta manera se facilitaría que esta
empresa renunciaría al juicio contra la AFA por haber roto el contrato en 2009
para asociarse al Estado en el programa Fütbol Para Todos.
También en 2016, Turner parecía cerrar un
interesante acuerdo con una gran idea que era la generación del canal AFA TV,
dentro de un pacto general más amplio y político, por el que dos pesos pesados
del fútbol argentino, Marcelo Tinelli y Hugo Moyano, se repartirían el poder:
uno a la Superliga, que manejaría (en aquel momento) la Primera A y el Nacional
B, y el otro a la AFA (que manejaría los restantes torneos de ascenso y el
caballito de batalla sería la selección nacional).
Sin embargo, todo se vino abajo con un par de
llamadas desde la Secretaría General de la Presidencia porque en todo este
acuerdo no había participación del gran actor, el Grupo Clarín, que fue tomando
cada vez mayor fuerza, a tal punto que en el nuevo proyecto, aparece como el
gran ganador en las sombras.
Debería formularse en este punto una pregunta clave
para entender los movimientos mediático-deportivos de los últimos años. ¿No
resulta sorprendente que el grupo más importante del país no haya participado
oficialmente de la licitación como aspirante a los derechos?
¿Sería esperable que por ejemplo O Globo no
participara en una licitación de derechos de fútbol televisado en Brasil, o
Televisa, en México?
Que el Grupo Clarín no haya participado en la licitación
obedece a dos elementos fundamentales: 1) Que aprendió del Fútbol Para Todos
que acabó siendo beneficiado al entender que la ganancia era mucho más
suculenta cuando no había que gastar en la producción de los partidos y ser sólo
la plataforma de emisión, 2) Que bastó una carta, jugada con su socio Torneos,
para forzar a la AFA a que otorgara los derechos a sus amigos de Fox (asociados
a Turner), con la presión dada al señalar que sólo en caso de que ganara esta
fusión, evaluaría perdonar aquel juicio amenazado contra la AFA por aquello de
2009 y el Fútbol Para Todos.
Y aquí tenemos, necesariamente, que formularnos otra
pregunta que une dos temas planteados más arriba: si en 2016, la cesión de todos
los derechos del fútbol argentino menos la Primera A fue para Torneos y no para
la estadounidense CMN con la excusa de que así se aliviaría a la AFA del juicio
por lo ocurrido en 2009, ¿por qué, entonces, reaparece en 2017 la misma amenaza
sobre lo que supuestamente ya estaba solucionado?
Reiteramos el concepto: este Gobierno de Macri nació
con el nombre de “Cambiemos” con la supuesta idea de modificar aquellos métodos
espurios de su antecesor como la propaganda política, la intervención estatal,
o los negociados, y termina facilitando el acceso a los derechos de una
empresa, hace la vista gorda con el regreso de Torneos, que no debería poder
participar por razones estrictamente éticas, y hasta es posible que se atrase
el inicio del cobro del pack para esperar a que pasen las elecciones
parlamentarias. ¿Cambiemos?
Y además, con el regreso de todos los actores de los
años 90. Los mismos que no sólo tuvieron el monopolio del discurso, los que nos
quisieron enseñar que el fútbol es básicamente un negocio, que lo único que
importa es ganar, que los partidos son en verdad un ajedrez entre dos
directores técnicos que los preparan en la semana (“Es córner para Ramón, es
tiro libre para Bianchi”), y que corren las valijas con dinero para
incentivaciones. Los mismos que instalaron reporteros en los campos de juego
para contarnos “qué hace ahora el DT” o para preguntar si “ya son campeones”
cuando matemáticamente aún no lo son.
Todo eso vuelve, cuando parecía que nunca más
tendríamos que padecerlo. Pero el fútbol argentino no escarmienta. Toca abrir
el paraguas y esperar a que pare. O no quedarnos quietos.
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