domingo, 14 de marzo de 2010

Hat Tricks






Hat trick (como hoy se le dice de manera muy fashion al triplete, grasa pero efectivo) de Lionel Messi para el Barcelona en un partido trabado, que de hecho, muy posible los azulgrana hubieran empatado, o hasta perdido, sin la aparición del genio argentino (porque es argentino, sí), que convirtió los tres (nos gustó más el primero, por la factura del mismo). Esto tiene dedicatoria por partida doble. Por un lado, para aquellos que siguen la Liga en España y que colocan a Xavi Hernández y a Andrés Iniesta en el mismo nivel que Messi. Con todo el respeto que nos merecen dos excelentes jugadores (Hernández nos parece más completo y con mayor visión de campo), sin los cuales el talento de Messi afloraría mucho menos, se trata de eso, una diferencia entre excelentes, grandes jugadores, y un genio. Es como en Brasil de 1970, en el que Pelé (genio) tenía a su lado a supercracks como Rivelino, Jairzinho, Gerson, Tostao, Clodoaldo, Carlos Alberto. Pero a no dudarlo, la gran diferencia la marcaba Pelé. Y el otro destinatario es todo aquel argentino que se llenó la garganta, guiado por tanto periodismo mediocre y simplista, para decir que Messi no puede rendir con la selección argentina, que en Barcelona se lo infla mucho, pero que no tiene carácter ni fútbol para cargarse un equipo al hombro. Y no es sólo que se carga cualquier equipo, sino que a los 22 años, y camino a los 150 goles, se carga al hombro nada menos que al campeón mundial de clubes y ante el tercero de la Liga y uno de los cuatro mejores conjuntos de España, el Valencia. Era un partido cerrado, pero Messi lo cambió y destrozó al Valencia. Y jugando cada día más cerca de su lugar natural (diez) y alejándose de su anterior puesto de puntero derecho, aunque es evidente que le conviene partir de ocho, en el vértice del área grande, para encontrar su mejor perfil de zurda. También sería bueno que el director técnico del seleccionado (que no selección) argentino, Diego Maradona, comenzara a respaldar a Messi de la misma forma que Carlos Bilardo lo respaldó a él. Maradona tiene que despojarse de los celos por haber aparecido al fin alguien que lo pueda superar, y además compatriota, y entender que su rol ahora es el de sostener y animar y motivar y proteger al genio, al mejor jugador del mundo y en lo posible, siendo claro, más allá de la extraña coincidencia entre su referencia en Munich a la búsqueda de "nuevos héroes" como sostiene la publicidad de Nike. Para llegar lejos, hay que tener la grandeza suficiente y aceptar de verdad que los tiempos cambian y que dispone de un genio sin límites en su plantel a tres meses para el Mundial. Tendrá que saber rodearlo dentro y fuera de la cancha, pero especialmente adentro, tratando de que el equipo juegue más vistoso, y que haya opciones de pase y de descarga y que no juegue tan aislado de los volantes.
Justamente, el compañero de Messi en las solitarias travesías del ataque albiceleste, Gonzalo Higuaín, para no ser menos también convirtió su hat trick (o triplete, en castellano) para el Real Madrid contra el Valladolid, silenciando a aquellos mediocres medios locales que ya lo intentaron acusar de la eliminación en Champions ante el Olympique de Lyon, ya sea porque la pelota pegó en el palo en vez de entrar, o porque ahora parece que no es solidario y no le entrega balones a Cristiano Ronaldo, por pura competencia de egos. Un verdadero disparate que fue arrasado ante los de Pucela. Pero también el benemérito Maradona puede ser receptor del mensaje del "Pipita". ¿No es el mismo delantero que no entraba ni siquiera para suplente en los planes del diez? ¿Cuándo fue que quedó confirmado como titular en el equipo argentino, habiéndose perdido casi toda la eliminatoria que Argentina sufrió como pocas veces? una nueva muestra de la cordura que envuelve al equipo nacional.
Y un tercer hat trick con menos roce internacional, más de entrecasa, el del "chino" Carlos Luna ante Boca Juniors, para Tigre, para cerrar una jornada extraña ante un edificio que se cae solo porque ya no tiene los mínimos cimientos (dirigentes) y que si sigue así, va camino a parecerse a los tan bastardeados primos (River Plate) que tienen el domingo la histórica chance de dar otro golpe de gracia, para lo cual no deberían necesitar mucho, aunque tampoco están para tirar manteca al techo. Boca hizo el milagro al revés de tenerlo todo: títulos y desarrollo de la cantera para un recambio no traumático de un plantel hiperganador, pero vino Basile, murió Pedro Pompilio y lo que quedó de la dirigencia, dividida, optó por tapar a las futuras estrellas para traer gente más grande y no apta para ponerse la camiseta. Y así le fue. Y cuando al menos habían logrado convencer de un posible regreso a Caros Bianchi, insólitamente lo pusieron entre la espada y la pared. Le dijeron en enero "ahora o nunca", cuando sabían que el virrey no toma equipos en la mitad de una temporada, sino que quiere él mismo armar sus equipos, con tiempo, como corresponde. Y se fue, como era de esperar. Y ahora ya puede pasar cualquier cosa porque el equipo no juega a nada, está desconcertado y muchos saben que en junio habrá final de ciclo. Y tal vez haya que sufrir muchos más "hat tricks", o "tripletes", o habrá que abrigarse con "tricotas" aún en verano. Y habrá muchos más Lunas que soles en el horizonte.

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