Aún repiquetea en la mente de muchos simpatizantes del Real Madrid, que observaban atónitos cómo su equipo se quedaba afuera de la Champions League por sexto año consecutivo en los octavos de final, aquella durísima frase de su entrenador de la temporada pasada, Juande Ramos, cuando dijo que “no tenemos un plantel competitivo para pelear un título europeo”, el día que en Anfield, el Liverpool lo vapuleara por 4-0 luego de ganarle también por 1-0 en el propio Santiago Bernabeu.
Esos tiempos parecían lejanos. En aquel momento, el presidente del Real Madrid era Ramón Calderón, quien debió dimitir al comprobarse que en la Asamblea de socios se había confabulado con un tal Nanín, el rey de la noche madrileña, para que éste le aportara votantes irregulares para dominar la reunión, mientras que Ramos abandonaba el club al final de la temporada luego de que el Barcelona rompiera todos los esquemas y le propinara un contundente y definitivo 2-6 en la Liga.
Todos pensaron que aquellos tiempos locos del Real Madrid no volverían, especialmente cuando Florentino Pérez regresó a la presidencia luego de seis años para reverdecer aquellos laureles, sacar nuevamente su chequera y gastarse 300 millones de euros en los mejores jugadores del planeta, el sueño de todo el madridismo. Ahora con Cristiano Ronaldo, Kaká, Xabi Alonso y compañía, eso no volvería a ocurrir, y el rival de turno, en este caso el Olympique de Lyon, sería pan comido, especialmente en España más allá de un ocasional 1-0 en contra en la ida de octavos.
Es más, el gran triunfo contra uno de los mejores equipos de España (y de Europa), el domingo pasado por la Liga, remontando a un 3-2 lo que era derrota por 0-2 y jugando un fútbol de alto nivel daba todo tipo de seguridades y hasta generaba dudas por primera vez en el dominante Barcelona. Hasta la caída de nieve en la ciudad condal parecía una profecía. “Barcelona amaneció dominada por la capa blanca”, ironizaron en Madrid.
Pero bastaron noventa minutos ante el Lyon para que todos los sueños se murieran y para que, en cierta forma, todo volviera a la normalidad. Parecía que esta vez no sería como en las cinco temporadas anteriores porque a los pocos minutos de comenzar el partido, Cristiano Ronaldo convirtió el gol que equilibraba la eliminatoria y quedaba casi todo el partido para un segundo gol que clasificara al Real Madrid. Demasiado fácil, una noche fría, a pura burocracia.
Sin embargo, el mismo Gonzalo Higuaín tan elogiado en la Liga, esta vez no pudo ajustar su definición porque por un centímetro, la pelota dio en el palo en vez de ingresar, aunque el muy buen arquero Llorosa haya quedado en el camino, mientras que el guardameta galo sacó otro tiro del “Pipita” con destino de red.
Ya la segunda parte no fue igual. El muy buen entrenador francés Claudio Puel tomó medidas en el medio, ajustó las marcas, a Guti (el más talentoso jugador blanco) se le acabó la nafta, el brasileño Kaká sigue sin rendir, y los fantasmas comenzaron a sobrevolar el Bernabeu y los malditos octavos se confirmaron cuando llegó el 1-1 que pudo ser peor porque Lisandro López no fue el de Racing y desperdició una increíble oportunidad ante Casillas, mientras que el Chelito Delgado no supo definir otro mano a mano, aunque ambos argentinos del Lyon jugaron un buen partido.
Los últimos diez minutos, con el Madrid necesitando conseguir dos goles sin dar nunca una mínima muestra de solidez, fueron patéticos. Con Pellegrini recurriendo al antes desechable Raúl, con los aficionados silbando a Kaká, y con el palco despejándose hasta quedar vacío de personalidades, dirigentes y ex jugadores.
Inexplicablemente, con uno de los planteles más caros del planeta, el Real Madrid tampoco podía pasar de los malditos octavos de final, ni siquiera con estos jugadores, ni con la poderosa chequera de Pérez. Y si en otros años fueron el Liverpool, la Roma, o la Juventud, ahora le tocaba a este prolijo Lyon.
Difícil momento para el Real Madrid, ya apartado de la Copa del Rey cuando escandalosamente el humilde Alcorcón lo apeó con una estrepitosa goleada, y ahora sin la Champions, que le generará una pérdida de 70 millones de euros por perderse lo que resta del máximo torneo europeo y no sólo eso: también queda atrás el sueño de jugar una final de local, una histórica oportunidad perdida. Mientras, en el mismo negocio, el Lyon aumenta en la bolsa un 9,5 por ciento gracias a su éxito en Madrid.-
Pero la pesadilla no termina allí. Sobre el Real Madrid se cierne ahora la posibilidad de ver salir campeón de Europa al Barcelona en su estadio en la final, y en pocos días, el presidente del club catalán, Joan Laporta, deberá entregar el trofeo a su similar de Madrid, Florentino Pérez, en un acto previo a la final europea.
Y aún queda el Real Madrid-Barcelona que puede definir la Liga Española. No vaya a ser que esta vez la nieve sea de color azulgrana y se pose en el Santiago Bernabeu. Por lo pronto, el director deportivo blanco, Jorge Valdano, intenta poner paños fríos al hablar de una necesaria “templanza institucional” para este momento en el que muchos medios piden la cabeza de Pellegrini (y tal vez la suya propia) aunque sólo un tercio de los encuestados cree que el chileno deba irse.
El Real Madrid vive horas complicadas. Antes, no había equipo. Pero¿y ahora? No parece haber una respuesta con cierta lógica y habrá que meditar si alcanza con tener mucho dinero. Los Beatles decían que el amor no podía ser comprado. Los resultados en el fútbol, parece que tampoco.
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