Conversación con Fernando Segura Trejo, sociólogo del deporte: “La selección argentina reproduce ciertas relaciones sociales y culturales del país”
Por Sergio Levinsky, desde Munich
- Hace tiempo que venimos dialogando sobre estos temas. De cómo se entroncan las relaciones, cómo gira todo alrededor de los comportamientos de la selección argentina ante cada compromiso en Europa, cómo siempre se concentra en hoteles muy alejados de la gente. ¿Qué puntos creés que deben rescatarse de los movimientos o las conductas del equipo argentino?
- Después de dos o tres años que vengo siguiendo a la selección, hay varios puntos que me llaman la atención desde un punto de vista sociológico. En primer lugar, el valor de la selección argentina. Cuando uno se acerca al entorno, rápidamente se da cuenta de que se aloja en los mejores hoteles, la prensa local está muy pendiente de la llegada, suele haber muchos jóvenes que se acercan al hotel a pedir autógrafos. La selección argentina genera un movimiento bastante llamativo en Europa y es sin dudas una de las más prestigiosas en el continente. Otro punto que me llama la atención tiene que ver con las relaciones internas del entorno de la selección. Cómo se maneja el periodismo, cómo se maneja la delegación argentina y lo que venimos comentando, esta forma de familia que hay alrededor, una mezcla muy difusa entre los periodistas, la delegación. Una especie de amiguismo, de complicidad. Extiendo la reflexión: un sistema de complicidades en las cuales hay reglas de juego muy precisas que son funcionales a esas relaciones. Es decir, el periodista que es “amigo” del jugador de fútbol, que se acerca, que le da un beso, que lo trata por su apodo, que le pregunta por sus hijos o su familia en el medio de una nota, y el jugador que sabe leer muy bien esa relación y que prácticamente, lo que hace es guiñarle un ojo. Es decir: “vos hablás bien de mí, yo te doy la nota”. Todos contentos, nadie se critica y se queda ahí la cosa. No está mal que el periodista pregunte al jugador por su familia, para nada, pero me queda la duda si lo hace en medio de la entrevista para ganar puntos con el jugador. Y lo que veo también es que, al margen de esas relaciones existen los demás periodistas. Los que no son amigos y no pertenecen a las cadenas principales –especialmente de
- El pie a lo que decís parecería dárselo una falta de ordenamiento institucional de la selección argentina que pasa por el departamento de Prensa pero también de otros superiores en la escala de jerarquías. El otro punto interesante de lo que te referías es acerca de lo que el jugador piensa en su interior sobre estos periodistas. ¿No te parece que al final, este periodismo amiguista parte de la idea de que el jugador es tonto, cuando el jugador termina siendo mucho menos tonto que estos periodistas que los entrevistan? Parece que el jugador, cuando uno se pone a hablar con él en serio, tiene un dominio de la situación mucho mayor de lo que parece. Aunque no lo hable mucho…
- Sí, por supuesto. Yo creo que esta situación generalmente le conviene al jugador, y el jugador está cómodo hasta cierto punto. Está cómodo porque sabe que de este modo se va a establecer el vínculo con este periodista argentino, pero el jugador que está en Europa conoce al periodismo europeo. Entonces para él es muy fácil hacer la distinción entre el “periodista amigo” y el “periodista”, en el sentido profesional del término. Pero finalmente se va acostumbrando a estas relaciones clientelares y las trata así, como relaciones meramente funcionales. Yo creo que los dos son inteligentes. El periodista que se hace amigo también está jugando un papel. Asume un papel y lo juega y termina siendo funcional. Lo que pasa es que se establece tanto el vínculo, que después los actores no pueden salir de esa relación social, que finalmente termina siendo una relación cómoda y perezosa.
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