martes, 16 de marzo de 2010

Las tricotas y el seleccionado (Jornada)




Dos hat tricks, como gustan llamar los europeos a los tres goles marcados por un mismo jugador en un partido, uno por parte de Lionel Messi en una gran exhibición en el Barcelona, y otro de su compatriota Gonzalo Higuaín, para el Real Madrid, que sirvieron para que los dos equipos sigan en su encarnizada lucha por ganar la Liga Española, nos llevan a pensar nuevamente acerca de este seleccionado argentino que sigue sin convencer, aún con los mejores delanteros del mundo en sus filas.

Como un Penélope moderno, Diego Maradona parece seguir tejiendo tricotas en Ezeiza, a la espera de vaya a saberse qué, mientras sus figuras se destacan en el mundo no precisamente por jugar el juego que él propone cuando cada tanto junta a los muchachos para algún partido internacional con objetivos no del todo claros.

Lo cierto es que el mismo Higuaín que anda con la albiceleste con una caña de pescar en la búsqueda de algún mísero pase que por casualidad le llegue de algún volante retrasado o de algún otro picapiedras que no para de correr, necesitó apenas horas para demostrar a los medios hispánicos, tan proclives a generar polémicas estériles, que no sólo no tiene problemas de solidaridad (como se llegó a decir, que no pasaba balones a su compañero de ataque, Cristiano Ronaldo), sino que tampoco los tiene a la hora de definir. Y si contra el Olympique de Lyon, lo que pudo ser gol terminó en un poste, o desviado por el muy buen arquero Hugo Lloris, contra el Valladolid, el paraguayo Justo Villar tuvo que ir a buscar la pelota a la red a cada rato. Así es el fútbol y así son los goleadores de raza, como el “Pipita”.

Ni hablar de Messi, a esta altura, ya indiscutible aún para quienes osaron compararlo con Xavi Hernández o Andrés Iniesta, sus asistidores en el Barcelona y sin dudas, dos grandes cracks (especialmente el primero, por carácter, panorama y dominio del juego). Pero una cosa es ser un gran jugador, y otra, un genio. Pelé pudo tener a su lado grandes que lo ayudaron en maravillosos espectáculos, como los de la selección brasileña de 1970, con los Tostao, Gerson, Jairzinho, Clodoaldo o Rivelino. Pero la diferencia la hacía el genio. Lo mismo pasa ahora con Messi. Sin él, el domingo en el Camp Nou el Barcelona apenas hubiera podido empatar con el Valencia, y tal vez hasta perder. Con Messi, el Barcelona ganó 3-0. La diferencia sólo estuvo en el talento inigualable del argentino.

Por cierto, este Messi, de apenas 22 años (para hacer memoria, la edad que tenía Maradona cuando luego del Mundial de España fue fichado por el Barcelona), camina hacia su gol ciento cincuenta, y ya demuestra que puede llevar un equipo entero al hombro, contrariamente a lo que le endilga la mayoritariamente simplista prensa deportiva argentina, y ese equipo no es otro que el actual campeón de Europa y del mundo, y la base de la selección española, máxima candidata a quedarse con la Copa del Mundo en tres meses en Sudáfrica.

¿Y por qué ni Higuaín ni Messi, tan cotizados, tan centro de la liga española, los dos principales goleadores de una de las dos mejores ligas del mundo, con 22 y 19 goles, apenas sin rinden, si juegan en el equipo de Maradona? Porque a diferencia de sus equipos, en los que juegan, en el seleccionado, trabajan y sufren. Viven lejos del contacto con la pelota, a enormes distancias de cuatro volantes de los que uno sólo marca (Mascherano), el otro no tiene fuelle para un despliegue de noventa minutos y no es un enganche sino que juega más atrás (Verón), otro corre y corre, especialmente para atrás a ayudar en la marca del lateral ocasional (Gutiérrez), y el otro, con más talento, tiene que dedicarse a cubrir toda su franja izquierda (Di María).

Es decir, cuando los equipos juegan, Messi e Higuaín lucen, demuestran, brillan, figuran. Cuando se ponen la camiseta argentina, sufren, trabajan, corren, se obligan a cumplir una función táctica, pero dejan en buena parte de ser ellos mismos en su máximo potencial. No son los de sus clubes, no rinden siquiera parecido porque el esquema no los ayuda.

No es casual entonces que este Higuaín, al que el Real Madrid se plantea en renovarle por muchos años y su director deportivo Jorge Valdano sostiene que debe terminar su carrera de blanco, no estuvo en los planes de Maradona hasta casi terminada la eliminatoria, ni tampoco que el mejor jugador del mundo, Messi, reconocido y hasta venerado en Europa, llegó a ser hasta insultado en Ezeiza por su compatriotas y muchos de ellos creen que no tiene interés por su país ni por su camiseta.

Es que mientras Messi e Higuaín siguen con sus hat tricks, Maradona parece tejer sin apuro su propia tricota, fumando un buen habano, encontrando nuevas excusas para enfrentarse a la prensa, o buscando enfrentar al seleccionado israelí antes del Mundial porque en esas circunstancias se ganó en 1986. ¿Tendrá tiempo, también, para pensar en una táctica que permita que el seleccionado argentino disfrute a sus dos grandes delanteros como sus equipos?.

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