miércoles, 6 de octubre de 2010

Sistema o jugadores, la duda metódica del fútbol (Jornada)



Por estos días, dos ejemplos en ligas paralelas, como lo son Boca Juniors en la Argentina y el Barcelona en España, nos llevan a un interesante interrogante que hace a lo medular de la estructuración de un equipo. ¿Debe primar el sistema que trae el entrenador a un plantel, o un buen entrenador es el que saca el mejor resultado posible de los jugadores que cuenta?
Es innegable que entrenadores muy reconocidos, como Marcelo Bielsa, César Luis Menotti o Claudio Borghi, cada uno con lo suyo, son defensores a ultranza de lo primero. Es decir, que van a cada equipo con su librito. Pueden cambiar alguna cuestión de forma, pero de fondo, parten con una idea y no la cambian. Se reclamó hasta el hartazgo, desde los medios, que mientras Bielsa dirigía a la selección argentina, colocara en la cancha y al mismo tiempo, a los atacantes Gabriel Batistuta y Hernán Crespo, pero se encontraron con la cerrada negativa de éste, que “murió” con las botas puestas.
Tampoco Borghi parece proclive a cambiar su sistema implementado en Boca, aunque los resultados no hayan podido ser peores: cinco derrotas en nueve partidos oficiales, sin tener que jugar al mismo tiempo por ninguna Copa internacional y habiéndole fichado la dirigencia todo lo que pidió, excepto el lateral chileno Gonzalo Fierro, que no pasó la revisación médica, y con la falta, es cierto, clave, de Juan Román Riquelme, lesionado aunque a punto de retornar a las canchas.
La situación de Borghi es tan clara que pese a los catastróficos números, y sin un pasado xeneize, los hinchas aceptan que continúe en un 60 por ciento, de acuerdo a la mayoría de las encuestas. Porque saben que el problema no es que Borghi sea capaz o no de manejar el plantel, sino que no se abre a cambiar un sistema pernicioso, que deja al equipo mal parado en el fondo, y no abarca todo el campo como corresponde.
Se puede ver el mismo problema, acaso impensado hace meses, en el Barcelona, para muchos –este escriba se incluye- el mejor equipo del mundo, en cuanto a la brillantez de juego que es capaz de generar y en cuanto a su filosofía de la estética en la práctica del fútbol. Y sin embargo, hoy está pagando el hecho de tener un plantel corto (con las ventas de Zlatan Ibrahimovic y Yaya Touré y las saluidas de Thierry Henry, Rafa Márquez y el central Dmitro Chygrinskiy). Hoy cuesta creer que de local, en un Camp Nou inmenso en el que caben ciento veinte mil personas y acondicionado a su voluntad, el Barcelona tenga tantos problemas con el Hércules (0-2), el Sporting Gijón con suplentes (1-0) o el Mallorca (1-1) y sus partidos se parecen más al handbol que al fútbol, porque se la pasa bordeando el área rival de un lado al otro, pero no logra penetrar en el corazón, rematando finalmente desde lejos, y exponiéndose a cada contragolpe al quedar con pocos defensores expuestos de frente ante el ataque contrario. No es el mismo sistema que el que utiliza Boca, pero de fondo, es lo mismo: dos equipos manejados con la mejor buena voluntad, con el mejor tino y la mejor educación de sus entrenadores (Borghi y Josep Guardiola) fuera de la cancha, pero dependiendo en exceso de los sistemnas adentro.
En cambio, se puede mencionar entrenadores opuestos, que cambian de táctica cuantas veces sea necesario en pos de los planteles con los que cuentan, que al fin y al cabo es lo que más utilidad le rinde al club que los contrata.
Porque cabe preguntarse qué haría un entrenador que eventualmente reemplazara a Borghi en Boca, en pocos días, si le gustara marcar con cuatro defensores y se encuentra con que ahora sólo cuenta con aquellos que juegan en línea de tres. Es decir que quien viene con su librito, condiciona no sólo el presente sino un futuro de un plantel.
Carlos Bianchi, por citar un nombre ilustre, es un entrenador que siempre supo sacar partido de los planteles que tuvo, sin hacer gastar fortunas a los clubes. Y los resultados están a la vista. También se recuerda a Angel Labruna en los años setenta en River Plate, cuando en 1979 apeló a Emilio Comisso en vez de Oscar Ortiz, es decir, un cuarto volante por un delantero, en las finales del Metropolitano, porque era lo más conveniente, aunque le gustara jugar con tres delanteros y dos volantes ofensivos. Es decir, la necesidad o la riqueza del plantel, le permitía distintos tipos de tácticas.
Los sistemas parecen, entonces, atar a los entrenadores y a sus planteles y es más: hace su juego predecible para los rivales. Quien haya visto el Boca-Lanús del domingo, seguramente pensó, aún con una alta posesión de pelota de los locales, que los “granates” podían ganar el partido. Porque no había ningún tipo de seguridad. Y quien haya visto Barcelona-Mallorca, apenas horas antes, seguramente pensó, aún con el monólogo del Barcelona, que ni siquiera así, ni con Lionel Messi en la cancha, los blaugranas daban garantías de éxito, aferrados siempre al mismo toque, sin profundidad.
El tema para un entrenador es tener la mente abierta y la capacidad de cambiar, de encontrar variantes, de no aferrarse a un librito que no lo ayuda. O administrar bien sus propios recursos, como hicieron otros que supieron cambiar a tiempo.
Por eso, la cuestión no pasa por si Borghi se va o se queda en Boca, como bien interpretan sus hinchas y socios. La gran pregunta es si logrará cambiar o insistirá con la misma en lo que parece ya un camino sin retorno.Y lo mismo le pasa a Guardiola, acechado hoy más que nunca por un Real Madrid manejado por el portugués José Mourinho, un as en el manejo de distintas tácticas de acuerdo a la conveniencia, y al que, además, le ficharon lo mejor del mundo con la eterna chequera blanca.

1 comentario:

Goles y Torneos dijo...

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