miércoles, 27 de mayo de 2015

Escándalo FIFA con epicentro en Sudamérica (Jornada)



A pocas horas de la elección presidencial por otro mandato en la FIFA, la ciudad de Zurich se despertó con un escándalo con origen en los Estados Unidos, debido a que la Justicia de ese país ordenó la extradición de catorce personas, de mayoría sudamericanos (tres argentinos) por hechos de corrupción ligados al fútbol.

No puede decirse que los hechos que generaron la acusación hayan sido desconocidos por casi nadie que de alguna manera haya estado vinculado al fútbol internacional en estos años, pero sí todo pasaba por sospechas fundadas, por alguna que otra confesión y hasta por algunas investigaciones valientes como la del periodista británico Andrew Jennings, autor del durísimo libro “Tarjeta Roja”, que se refirió a los enormes negociados de la FIFA y muchísimos de sus dirigentes.

Si bien hay dos causas, una por irregularidades (que incluyen supuestos sobornos) en la elección en 2010 de las sedes mundialistas de 2018 en Rusia y 2022 en Qatar, la que generó la extradición de los catorce imputados está referida a negociados relacionados al marketing, a los derechos de TV y otros negocios tomando como punto de partida 1990, es decir que son muchísimos los que podrían caer, en lo que podría ser el derrumbe casi total del sistema que actualmente rige el fútbol mundial.

Todo esto fue un cimbronazo para la FIFA, que vota mañana por la relelección de Joseph Blatter, que aspira a seguir en el poder por quinta vez consecutiva a sus 79 años, y quien tiene como único contrincante al príncipe jornado Ali Bin al Husein, tras bajarse de la candidatura primero el actual titular de la UEFA, Michel Platini, y luego el holandés Michel Van Praag y el ex jugador portugués Luis Figo.

La fiscal general del Estado, Loretta Lynch, dijo desde Nueva York  que los detenidos “utilizaron sus posiciones de confianza para solicitar sobornos a cambio de derechos comerciales, y lo hicieron una y otra vez, año tras año, torneo tras torneo”, fijando claramente su posición.

Todo esto asegura una baja importante para la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) ya debilitada primero por la muerte de Julio Grondona, 35 años presidente de la AFA, y ahora, al ser detenido quien lo reemplazó (ya sin la misma fuerza porque el argentino era el número dos de FIFA), el uruguayo Eugenio Figueredo, uno de los más comprometidos.

Ya desde aquellas votaciones para la organización de los Mundiales 2018 y 2022, cuando Jornada estuvo presente en Zurich, había muchas cosas muy oscuras, como la forma en que rápidamente Inglaterra (que organiza la mejor liga del mundo) quedó fuera de la competencia, o la mano alzada casi con unción de la dirigencia sudamericana para un Mundial como el de Qatar que pese a la escasísima tradición del país, los problemas de libertades y de derechos de la mujer, y la explotación de los trabajadores en las obras, parecía ser la mejor opción ante otras, diferentes.

Chuck Blazer, estadounidense y ex secretario general de la Concacaf (la Confederación de Norte y Centroamérica y el Caribe) hasta mayo de 2013 –fue suspendido por 90 días por recibir una coima de más de 20 millones de dólares- funcionó como uno de los topos tras sus desavenencias con la dirigencia de la FIFA y apareció como arrepentido ante la Justicia, para lo cual grabó muchísimas conversaciones para el FBI durante un lapso prolongado, lo que ahora termina  con todo un entramado de años entre dirigentes, empresarios de los medios de comunicación y del negocio del fútbol en general, y la propia FIFA, que de manera increíble, se pronunció a favor de la investigación, como si fuera completamente ajena al asunto.

Es que la FIFA, como la mayoría de los organismos internacionales del fútbol, se vino manejando con una lógica que siempre los protegió: el hecho de no aceptar a la Justicia ordinaria, al punto de sancionar a aquellos que recurren a ella, como si hubiera en el planeta dos justicias, la que incluye a todos los seres humanos, y la futbolística por separado, una aberración que maniató a la mayoría de los protagonistas para que unos pocos, sin controles, manejaran todo a su antojo.

“Estaba acostumbrado a tratar temas de derechos de TV y marketing por todo el mundo, pero un día viajé a Buenos Aires, me recibió un ejecutivo de Telefé, fue para buscar un café y cuando me quedé solo en la habitación, me puse a observar un cuadro con el entramado de sociedades de medios y nunca había visto algo igual: unos tenían un porcentaje de otras empresas que a su vez tenían porcentajes de ésta, en un entrecruzamiento imposible de seguir con atención. Al regresar el ejecutivo le pregunté cómo podía ser esto, y me dijo que justamente era para que nadie pudiera entenderlo”, le contó un protagonista sudamericano que residía en Europa a este periodista.

Este entramado sin control ni estatal ni jurídico es lo que aún permite (tal vez comience a acabarse ahora) a muchos seguir con negocios espurios a los que no hay manera de acceder, y tampoco los Estados bajo la penalidad de descalificar a la federación que tenga algún tipo de injerencia que no guste (porque si no molesta, hasta se hace la vista gorda).

Entre los catorce implicados (hay 47 acusados) hay tres argentinos (además del paraguayo Nicolás Leoz, ex presidente de la Conmebol, y de su sucesor en el cargo, ahora miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, el uruguayo Eugenio Figueredo y del presidente de la Federación venezolana, Rafael Esquivel), que son Alejandro Burzaco (CEO de Torneos ) y Hugo y Mariano Jinkis, de Full Play Group. Los tres están involucrados en sobornos por más de 150 millones de dólares.

Los Jinkis tienen una empresa de marketing deportivo, destacándose por la participación en la explotación de la imagen de la Copa América y la clasificación sudamericana para los mundiales.

A Burzaco pudo vérsele en el césped durante el último escandaloso Boca Juniors-River Plate de días pasados por la Copa Libertadores, negociando con el veedor boliviano de la Conmebol, Roger Bello, el árbitro Darío herrera y los dos planteles en el momento de la interrupción del partido tras la agresión sufrida por los jugadores de River al salir de la manga para el segundo tiempo.

Torneos tiene una enorme incidencia en el fútbol argentino. Antes, como Torneos y Competencias (TyC) tuvo los derechos de TV del fútbol argentino por un cuarto de siglo, junto al Grupo Clarín (conformando la empresa TRISA), hasta que en 2009 la AFA rompió el contrato para otorgar esos derechos al Estado con el programa Fútbol Para Todos, que pagó mucho más dinero que en la etapa anterior.

Pese a lo que parecía en un principio, lo que al Estado le interesaba de fondo era que el Grupo Clarín se quedara fuera del negocio por lo que Torneos acabó formando parte de la nueva época, aunque camuflado para el público mientras seguía produciendo fútbol para los canales privados con el mismo plantel, diseminado en supuestas competencias diferentes.

Es de lo que siempre caen bien parados. Transmite los partidos de La Ñata, el equipo del precandidato presidencial Daniel Scioli, pero también mantiene buenas relaciones con Marcelo Tinelli, quien aspira a presidir la AFA, y siempre ha tenido estrecho vínculo con el macrismo.

El entramado de negocios ahora puede entrar en otra faceta con más cuestiones que podrían destaparse en Estados Unidos, como el rol que jugó la empresa Puntogol SA, armada por la AFA para la fachada internacional, luego subsumida en Santa Mónica, con la llegada de un accionistas desde Murcia pero con vinculaciones oscuras con la Argentina y con Chile, como también, en los noventa, la filial local es la empresa ISL, que se fundió dejando una estela millonaria en dólares.

El propio Grondona, ya fallecido, e indemne en vida, es acusado post mortem de haber recibido una coima de 15 millones de dólares según la Fiscalía de los Estados Unidos, que indica que corresponden a 2013, entregado por Datisa (una firma conformada por Torneos, Traffic –brasileña- y Full Play) para las Copas América 2015, 2016 (extra, en Estados Unidos), 2019 y 2023, dentro de los 100 millones que la empresa pagó por distintos sobornos.

Algunos atribuyen todo esto a que el fútbol de los Estados Unidos busca afanosamente organizar un segundo Mundial (tras el mal paso del de 1994) y que resultó un duro golpe haberse quedado fuera de los dos siguientes, a los que acusa ser votados con métodos corruptos.

Lo que antes iba a ser una mala noticia para la Conmebol, como la quita de media plaza para el Mundial 2018, ahora pasa a ser casi una anécdota. Quedó en el centro de mira del mundo del fútbol, que ya no descansará en paz por largo rato, gane o no gane Blatter.


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