miércoles, 27 de mayo de 2015

Inocencia superclásica (Jornada)



Adrián “El Panadero” Napolitano gaseó en soledad a los jugadores de River Plate, sin soporte de nadie.

“El Panadero” viajaba al exterior en cada desplazamiento del plantel de Boca Juniors, y en algunos partidos, como contra Zamora por la Copa Libertadores de América de este año, se colocaba al borde del campo de juego, más cerca aún de la línea de cal que los propios suplentes que calentaban a un costado, porque es un amante del turismo. Y le gusta ver los partidos de cerca.

Nadie nunca le dio lugar al “Panadero” para estar al lado de la línea de cal en los partidos de Boca como visitante. El dirigente José Beraldi, de la oposición. “no sabe quién es”, aunque siempre haya estado vinculado con la financiación de los viajes de “La 12”, que en la Bombonera muchas veces coreó su nombre.

Tampoco sabe nada del tema otro dirigente opositor en Boca, Roberto Digón, quien dijo que “El Panadero” militaba en su agrupación pero que cree que ahora lo hace en la de Beraldi.

Daniel Angelici, presidente de Boca, tampoco conoce al “Panadero”, aunque haya estado al borde de la línea de cal en muchos partidos del equipo como visitante en el exterior.

Angelici no tiene nada que ver con el fiscal Stornelli, ex jefe de Seguridad de Boca, que estuvo en el casamiento de “Rafa” Di Zeo, jefe de la barra brava del club, quien nunca le dijo al periodista español Jon Sistiaga, para un documental, que tener poder “es tener el teléfono del que tiene poder”, mostrándole su agenda del teléfono celular.

Angelici cree que la responsabilidad por los hechos de violencia del fútbol pasa por el Estado y que los dirigentes de los clubes son víctimas.

Angelici no sabe, o no dice, que dirigentes muy cercanos a él mismo organizaron a principios de año una reunión para decirle a una facción de la barra brava que deberá someterse a los dictados de la que conformarán Di Zeo y Mauro Martín (antes enfrentados y amenazados mutuamente de una tribuna a la otra en partidos de Boca en la Bombonera).

Sergio Berni, secretario de seguridad de la Nación, insiste en que el operativo del Superclásico de la Bombonera por la Copa Libertadores “fue un éxito”.

Berni no aclara por qué no había policías, en un operativo de 1300 efectivos y sin hinchada visitante, cerca de la manga por la que tenía que entrar y salir el equipo de River, lo que nunca fue tampoco una “zona liberada”.

Berni, funcionario del Gobierno Nacional, dice que hay que intervenir la AFA, pero es desautorizado por el Jefe de Gabinete del mismo gobierno, Aníbal Fernández, quien insiste en que el tema “no está en la agenda”. Pero todos están muy unidos en la misma idea. Berni responde absolutamente al Gobierno y no tiene intenciones políticas detrás de Daniel Scioli.

Angelici, el presidente de Boca, es el padrino del hijo del fiscal general de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, pero eso no importa.

El fiscal de la Boca, Daniel Pablosky, afirma en un programa de radio que confía en que “El Panadero” se va a presentar por su cuenta, cuando ya han transcurrido cinco días de los hechos de la Bombonera.

El presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, ingresa al propio campo de juego mientras los jugadores de Boca y River se debaten sobre qué hacer con el partido, y se desata Rodolfo Arruabarrena, director técnico de Boca, que presiona para que se vaya inmediatamente. Su idea es apaciguar los ánimos y ver cómo se encuentran sus jugadores.


D’Onofrio y Angelici recorrieron la mayoría de los medios de comunicación, antes de los tres clásicos, para mostrar su enorme cordialidad y para combatir la violencia, porque están absolutamente comprometidos con la lucha, y entonces es una anécdota que los dirigentes de River no hayan aceptado ir al palco y se hayan sacado una foto viendo el partido por TV tirados en el piso en el vestuario visitante en el partido del torneo local.

El árbitro Darío Herrera espera la decisión del veedor boliviano de la Conmebol, Roger Bello, por reglamento, pero el funcionario busca por todos los medios que su presidente, el paraguayo Juan Angel Napout, le baje línea sobre cómo proceder, pero no tiene señal y no logra comunicarse y termina siendo Berni quien fuerza la suspensión al darle a Bello un plazo de cinco minutos tras más de una hora de espera.

Los dirigentes de River llevan a sus jugadores a un hospital sin guardia oftalmológica, a la madrugada, para obtener certificados que llevaron rápidamente a la sede de la Conmebol, no para sacar ventaja deportiva, sino por la gravedad de los hechos.

La Conmebol no tomó la decisión contra Boca hasta la noche del sábado porque sus dirigentes se tomaron un buen tiempo para decidir, porque no hubo llamados de la FIFA desde Zurich para presionar por una sanción ejemplar y no querían hacerlo. Lo de que Boca hizo la denuncia en Buenos Aires terminó siendo un atenuante para bajar de dos años de suspensión de la Bombonera en partidos internacionales, a cuatro partidos de local y visitante sin público.

La Conmebol tiene dirigentes firmes que en cualquier caso habrían descalificado a Boca del torneo, aún si Julio Grondona (partidario de que los partidos se definen en la cancha) viviera.

Angelici no sabe/no contesta, cuando se refiere a su enojo con la sanción de la Conmebol, ni piensa que se trató de una mano negra del dirigente de Quilmes José Luis Meiszner, secretario general de la entidad, cargo al que el propio Angelici aspira.

Meiszner, a su vez, no presionó nunca a la Conmebol para que el partido se terminara con el primer tiempo y Boca quedara descalificado.

River siempre se basó en la deportividad y argumentó que sus jugadores seguían mal por la agresión sufrida y no podían seguir jugando y por eso quedaron tan afectados en la ida de los cuartos de final del Monumental ante Cruzeiro.

Los jugadores de Boca siempre pensaron en solidarizarse con los de River en el campo de juego, y por eso mandaron a Daniel Osvaldo para que viera como se encontraban.

Los dos planteles no se iban del campo de juego por una confusión y no para que quede asentado que el otro se fue primero y “abandonó”.

Agustín Orión, secretario gremial de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) no saludó a la barra brava antes de retirarse, sino que el saludo era dirigido “a toda la hinchada, como siempre”.

Los medios de comunicación se desesperaron por llamar al secretario general de FAA, Sergio Marchi, para que explique por qué Orión sigue en el sindicato, pero no tuvieron suerte y no pudieron encontrarlo.

Daniel “Cata Díaz” dijo que los jugadores de Boca no se acercaron a los de River para irse juntos por la manga “porque luego van a pensar que somos blandos” pero se refería a la sociedad, no a “La 12”.
Los que arrojaban botellas desde las plateas cercanas a la manga de los jugadores de River eran unos “inadaptados”.

Políticos cercanos a Scioli insisten con una nueva tipificación de delito de las barras bravas porque hasta ahora no quedaba clara la ley.

Angelici, que siempre aparece presto a dar listas de admisión de violentos, ahora aclara que en este caso “no fue la barra” y quiere aplicar a los once agresores de los jugadores de River la “Asociación Ilícita” que no se sabe cómo encontró en la ley ya existente. No es porque está decidido, en este caso sí, a que se resuelva.

En la AFA están dolidos por la renuncia de Angelici a la vicepresidencia, pero respetan su decisión y sostienen que hay muchas cosas que cambiar. Nada dicen sobre la denuncia del presidente de Boca sobre que todo, ahora, lo maneja el Estado y no quieren macristas en el Comité Ejecutivo.

Feliz Día del Inocente por anticipado. 

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