Se fue el primero de los tres Superclásicos, con el
triunfo de Boca Juniors sobre River Plate por 2-0 en la Bombonera, que deja a
los auriazules como únicos líderes en el Torneo Argentino, a tres puntos de su adversario, al que a su
vez dejaron sin invicto en la competición. ¿Cuánta importancia tiene este
partido, al final?
Parece difícil poder predecirlo en este momento y
hasta es muy posible que no lo sepamos, a ciencia cierta, hasta muy avanzada la
noche del jueves 14 de mayo, cuando acabe el tercero de los Superclásicos de
esta serie, el que defina el pase de uno de los dos a los cuartos de final de
la Copa Libertadores.
Sin embargo, el partido del domingo pasado en la
Bombonera sí nos ha dejado buen material para el análisis y para tener cierta
perspectiva de lo que viene.
Es claro que Boca llega bastante mejor que River al
próximo partido del jueves en el Monumental, por la ida de los octavos de final
de la Copa Libertadores. No sólo por haber ganado sino por haber podido
constatar, aún jugando los dos un cotejo muy flojo, que los de Rodolfo Arruabarrena
cuentan efectivamente no sólo con un plantel más amplio que su adversario, sino
con más jugadores, hoy, en condiciones de desequilibrar.
Si bien el entrenador de Boca hizo los cambios muy
tarde, que puede que tengan explicación (por ejemplo, que contaba con los tres
ingresados muy descansados para el jueves y que el resultado y el devenir del
partido obligó a arriesgarlos), no es un dato menor que por más que su equipo
disponga de muchas variantes, hay nítidas diferencias entre un grupo de
jugadores (Fernando Gago, Marcelo Lodeiro, Pablo Pérez, Daniel Osvaldo, el
chico Pavón, Daniel Díaz, Marco Torsiglieri) que el resto.
Boca pudo haberse ido feliz del primer Superclásico
pero eso para nada significa que haya jugado medianamente bien, aunque va en
línea con la mayoría de los partidos de 2015 entre los que ganó casi todos,
pero no consigue tener una línea de juego continua y colectiva sino que lo suyo
es más espasmódico, u oportuno, en el caso de sus atacantes.
Claro que cuando los de arriba no están en sus
tardes/noches, se evidencia mucho más la carencia de juego de este equipo, en
el que la mayoría de las veces resuelven sus muy buenas individualidades.
Ante River, Boca tuvo la ventaja de que el rival
también es mucho más potencialmente, pero jugó muy por debajo de su nivel, algo
habitual durante 2015, y aún así, pudo haber convertido en tres claras
oportunidades, una desviada, otra en el travesaño, y otra, conjurada por
Agustín Orión.
River tampoco es el mismo cuando pierde algunos
jugadores claves como Gabriel Mercado en el lateral derecho o Ramiro Funes Mori
(en el banco) acompañando al muy buen central Jonathan Maidana en la zaga, pero
su entrenador Marcelo Gallardo pecó en no colocar un armador de juego, ya sea
Leonardo Pisculichi o Gonzalo Martínez, los dos en bajo nivel, porque el chico
Driussi, algo más parejo en rendimiento en los últimos tiempos, no encontró
tampoco el partido.
Tanto Boca como River jugaron un partido
friccionado, trabado, luchado, con muchísimos pases errados, no sòlo al
compañero sino a los propios límites al campo de juego, y para colmo de males,
se cansaron en el segundo tiempo, y con el partido camino de un cero rotundo en
cada arco.
En el caso de Boca, se sigue confundiendo correr con
jugar. El empeño siempre es bienvenido como plus al juego, no como único
recurso, y si hay una virtud en Arrbauarrena, fue la de notar que así, las
chances de ganar eran nulas y aunque faltaran poco más de diez minutos,
entendió que era el momento de arriesgar: el primer cambio fue más raro (Gago, un
volante, por Chávez, un delantero), porque sonó a cierre, pero implicó un
movimiento conceptual que pasó por emprolijar el juego, algo que profundizó con
la entrada de Pablo Pérez por un Meli que hizo recordar a Blas Giunta: cortar
el balón a los adversarios para luego entregarlo mal y perderlo, para redoblar
ekl esfuerzo, volver a quitarlo…para volver a perderlo.
Pérez es otra clase de jugador. Fino, pensante, con
gol, con llegada. Y sumado a Gago, ya Cubas de cinco clásico, y Lodeiro, no
necesitaron demasiado tiempo para ganar el partido con claridad sino que si
seguía, las chances de generar un marcador más alto iban en aumento.
¿Será parecido el partido de Copa del jueves? Todo
indica que no. Boca, de por sí, irá con muchos jugadores distintos, tanto en el
fondo como en el ataque (no parece que tanto en el medio, comparado con el
equipo que acabó el clásico anterior).
River seguramente apelará a jugar un partido como
los de las semifinales de la Copa Sudamericana de 2014. Necesita hacerlo y debe
cambiar por completo el panorama de lo que dejó la Bombonera, con el
interrogante sobre si Teo Gutiérrez està para ser titular, o si Pisculichi o
Martínez, por fin, pueden levantar su nivel, y si no será que por más que
Kranevitter va levantando, es el momento para el retorno de Leonardo Ponzio,
con mayor experiencia en esta clase de partidos.
Boca tampoco debe engañarse. Si juega como gran parte
del Superclásico del domingo, necesitará mejorar demasiado para sacar un buen
resultado, pero tiene dos ventajas sobre River: el primer resultado, en lo
anímico, y que sabe que cuenta con mucho recambio. ¿Le alcanzará con eso?
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