El triunfo del suizo Joseph Blatter, de 79 años,
para un quinto mandato que, de terminarse, totalizará veintiuno de su reinado y
cuarenta y cinco con el “estilo Havelange”, más allá de las cuestiones espurias
de siempre en el seno de la FIFA, demuestra que la muñeca política del
políglota mandamás del fútbol mundial se mantiene intacta.
Blatter pudo sortear una crisis que lo dejó
tambaleando como nunca y sometido a lo que desde las dos causas judiciales,
pero en especial, la proveniente de los Estados Unidos por corrupción ligada a
la compra de voluntades en los derechos de transmisión y marketing (la otra es
la suiza, por la votación de las sedes de los mundiales 2018 y 2022).
Sin embargo, una vez más, hasta el momento esas
causas lo rozan pero su cintura va tratando de esquivar el golpe, si bien sabe
que se encuentra en medio de una lucha mucho más complicada que la del fútbol,
que es la excusa tanto desde los Estados Unidos como de Rusia.
Desde hace años, Blatter fue tejiendo una estrecha
relación con Vladimir Putin, el premier ruso, lo que determinó que hacia allí
fuera la sede del Mundial 2018 y como Qatar, con acusaciones de explotación de
mano de obra (con muertes incluidas), maltrato a las mujeres y vínculos oscuros
con el terrorismo, obtuvo la sede del Mundial 2022, las federaciones de
Inglaterra y Estados Unidos pusieron el grito en el cielo al ser derrotadas y
se convirtieron en feroces opositores al presidente de la FIFA.
Pero quien crea que esta disputa es sólo
futbolística, puede pecar de ingenuo. Desde hace meses se le exige a la FIFA
que castigue a la federación rusa por la situación de tensión política con
Ucrania y se presiona para que el Mundial 2018 “se juegue en un lugar más
seguro del planeta” y ni hablar de Qatar, que suma el problema del calor, y que
obligó a cambiar de calendario para noviembre, algo que molesta mucho al fútbol
europeo, al que toma en la mitad de la temporada.
Hasta el primer ministro británico, David Cameron,
llegó a pedir una nueva votación para
determinar las sedes de los Mundiales 2018 y 2022, y por si fuera poco, la
cabeza de Blatter. No resulta casual que
salvo escasas excepciones como la Federación Española o la citada Rusia, la
UEFA se haya volcado en contra del mandamás suizo, lo mismo que los Estados
Unidos.
Un actor muy importante en cuanto a los temas de
corrupción es el fiscal de Nueva York, quien en 2014 renunció a la Comisión de
Ética de la FIFA que investigaba la votación de los mundiales 2018 y 2022,
cuando la entidad madre del fútbol aparentaba luchar contra la corrupción y
presentó un informe final con muchas menos páginas de las originales.
García colaboró con el informe de 164 páginas que
establece un fraude total de 150 millones de dólares tras 21 años de trama, y
de los que 110 corresponden a movimientos de la Conmebol.
Involucra nada menos que a bancos como JP Morgan
Chase, Citigroup, Bank of America, la británica HSBC y la suiza UBS como
canales de pagos ilícitos y por si fuera poco, tantos hechos de corrupción
generaron la salida de sponsors como Castrol, Johnson y Johnson, Continental ,
Sony y Emirates, mientras que VISA lanzó una fuerte advertencia y hasta las
amigas Adidas y Coca Cola presentaron, aunque suaves, propuestas de mayor
transparencia.
Cuesta creer que toda esta movida desde los Estados
Unidos no tenga relación con la pretensión de organizar un segundo Mundial,
tras el fallido en 1994. La extraña Copa América Extra de 2016, cuando se trata
de un país que no pertenece a la Conmebol, no es precisamente un detalle.
En medio de la tensión Rusia-Estados Unidos, asoma
el problema extra de la relación FIFA-UEFA, que si se aleja políticamente,
podría generar el cimbronazo de que los poderosos clubes europeos decidan no
ceder los jugadores a los seleccionados nacionales. Es decir, que se pondría
más complicado el conflicto “poderes económicos vs símbolos nacionales”.
Con los votos de la Conmebol, la cosa es diferente.
Si bien muchos dirigentes dijeron que votaron en contra de Blatter, éste confía
en el paso del tiempo y en las negociaciones para dar vuelta la situación a
cambio de algunas concesiones, que no deberían sorprender a esta altura.
Claro, siempre que la Justicia no se entrometa en su
camino.
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