Cuando acabó la temporada 2013/14, la idea más
repetida, con cierta lógica, era que el modelo del Barcelona que tanto nos
había deslumbrado, comenzaba a decaer para dar paso a que otros equipos
llegaran a la cima. Especialmente dos: el Real Madrid, debido a que por fin
Carlo Ancelotti había reconducido el vestuario tras la eterna polémica con José
Mourinho, y el Bayern Munich, de la mano de Josep Guardiola.
Pocos o nadie imaginábamos que en tan poco tiempo, y
con parte de un sistema totalmente diferente, el Barcelona hubiera podido
reciclarse, y aunque su punto fuerte ahora pasó a ser su tremendo ataque, el
más importante del mundo, con los sudamericanos Lionel Messi, Luis Suárez y
Neymar (que constituyeron la ahora popular MSN), la elaboración sigue teniendo
un lugar muy importante, al igual que la posesión del balón.
Lentamente, en base a la enorme confianza que le fue
transmitiendo el ataque al resto del equipo, el Barcelona fue asentando su
juego, y hubo tres fichajes claves para terminar de cerrar una gran producción
en 2015, que acaba con cinco de los seis títulos posibles: Supercopa de Europa,
Liga Española, Copa del Rey, Champions League y Mundial de Clubes, y sólo quedó
fuera del palmarés la Supercopa de España perdida a manos del Athletic de
Bilbao sólo porque razones comerciales y televisivas obligan a que haya una
definición en el campo de juego cuando los azulgranas, en verdad, debieron
obtenerla sin jugar al vencer en Liga y Copa en la misma temporada.
Los fichajes claves del Barcelona fueron, de
momento, los de Claudio Bravo en el arco, Iván Rakitic en el medio, y Luis
Suárez adelante. Bravo volvió a darle solidez a la portería del equipo tras la
salida de Víctor Valdés, titular por varios años pero que acabó lesionado la
temporada 2013/14 y tampoco su reemplazante José Manuel Pinto transmitió lo
mismo. Rakitic fue tomando el lugar de Xavi, y también cuando ingresó Sergi
Roberto- surgido de la cantera- fue generando la misma sensación de equilibrio
en una zona fundamental del equipo, la de gestación, tras haber perdido a su
eje y a uno de los mejores de su historia, que acaba por estos meses su carrera
en el fútbol árabe.
Mientras que en el ataque, tras una larga y absurda
suspensión por parte de la FIFA, el uruguayo Suárez fue demostrando que es una
auténtica bestia del gol, que no tiene límites y que aún podría llegar a su gol
50 en apenas 68 partidos, con un promedio excepcional.
Pero más allá de cada uno de sus jugadores y de su
calidad indiscutida (el altísimo nivel que mantuvieron Sergio Busquets y Javier
Mascherano, o el que en los últimos tiempos volvió a alcanzar Andrés Iniesta
son otras muestras de lo mismo), lo importante es detenernos en un estilo, que
aunque parecía perdido, con el paso de las semanas el Barça fue recuperando.
Ese estilo, que le permitió ganar todos los títulos
hasta llegar a los 26 en este increíble ciclo, sin embargo, no es copiado por
demasiados equipos en el mundo. Sí ha generado un cambio fundamental en un
fútbol que era tan diferente como el alemán, o en algún que otro equipo europeo
(por momentos, parece que la Roma, el Arsenal siempre tuvo en los años de
Arsene Wenger un estilo de respeto por el balón, lo mismo que el Manchester
City de la mano del chileno Manuel Pellegrini) pero aún así, siguen siendo
pocos los que se animan a una verdadera
revolución futbolística en sus clubes, que comience por la propia filosofía,
desde los más niños en sus canteras.
El Barcelona, como aquí se ha señalado, si bien sí
ha fichado en estos años y lo ha hecho por mucho dinero, obligado por la línea
que traza el Real Madrid y las competencias europeas, salvo unos pocos casos,
no ha tenido en ellos el resultado esperado, o al menos, no han sido tan
decisivos como se podría haber esperado.
Ni Zlatan Ibrahimovic, ni David Villa, Ni Thomas
Vermaelen, ni Jérémy Mathieu, ni Alexis Sánchez e incluso ni el retorno de Cesc
Fábregas han sido claves en el andar del equipo, porque el mismo se basa en lo
que se elabora en el medio, y a lo que en todo caso le ha sabido agregar una
gran definición desde la existencia de la MSN, aunque supo ganar también antes
con el genio de Lionel Messi y sin sus dos compañeros de ataque.
El Barcelona es mucho más lo que es por una
concepción de juego, por una filosofía, por una forma de hacer correr el balón,
que por el fichaje de uno o dos delanteros. De hecho, el Real Madrid también
cuenta con un ataque poderoso como el de la BBC (Bale, Benzema, Cristiano) pero
no ha podido alcanzar en estos años al Barcelona, sencillamente porque todo es
mucho más que una parte.
Lo que también ha demostrado al mundo este Barcelona
es que no hay mejor negocio que ofrecer un gran espectáculo: que marcar goles,
jugar bonito, tener todo el tiempo posible la pelota pero para administrarla
bien y para ello, hay que tener siempre una idea de lo que se pretende con
ella.
¿Cuánto cuesta armar un equipo así, o mantener esta
filosofía? Es muy barato.
Mientras otros equipos se han gastado fortunas, la
base del Barcelona sólo ha costado lo que cuesta mantener jóvenes en La Masía
durante años, que fueron queriendo al club, se fueron adaptando a una manera de
jugar y ya lo hacen de memoria en el primer equipo.
El resto de los fichajes, ha acompañado. Nada más
que eso.
Si con apostar a una manera de jugar desde niños,
con costo tan bajo, dio semejantes resultados, ¿Por qué no intentar copiar un
modelo tan exitoso?
Acaso tantos dirigentes en todo el mundo, deberán
plantearse para qué tanto fichaje, tanta erogación de dinero, tanta búsqueda de
entrenadores caros que anotan y anotan en libretas en el banquillo y gesticulan
durante todo el partido como si fuera un teatro, cuando con mucho menos, el
Barcelona generó un imperio con una base propia y hasta un par de entrenadores
que provenían de la Segunda B.
Sería bueno que muchos otros clubes se animaran a
copiar el modelo del Barcelona o buscar un camino con un modelo propio de
respeto por la pelota y de mayor espectáculo. El costo, parece demasiado bajo y
nosotros, los amantes del fútbol, agradecidos.
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