Ocurrió 15 años más tarde, pero a la AFA le empieza
a ocurrir lo que le pasó a la Argentina a fines de 2001. Aquella crisis
terminal que parecía que rompía al país en pedazos con el “Que se vayan todos”,
cuando el sistema político no pudo dar más respuestas de ninguna clase, ahora
llegó, por fin, al fútbol argentino, destrozado y con mil vueltas.
Ya sin su presidente post-grondonista, el
impresentable Luis Segura (el mismo que ya había sido sorprendido con la
reventa de entradas durante el Mundial de Brasil 2014 y procesado ahora por los
fondos del Fútbol Para Todos por la jueza María Servini), la AFA vivió una
jornada de furor e incendio de sus estructuras.
El 24 de junio de 2016, casualmente día del cumpleaños
29 de Lionel Messi y el 38 de Juan Román Riquelme, dos de los excelsos
jugadores de la modernidad, parece que hubiera sido un mes, o un año, y terminó
asemejándose tanto al 30 de diciembre de 2001 de la Argentina, que a último
momento, para no encontrar paz, el dirigente Damián Dupuillet, a quien la FIFA
designó interinamente en la AFA, redactaba una carta por la que se rechazaba la
disposición de la FIFA, conocida en el mediodía.
En efecto, por si faltaba algo para que la crisis
estallara definitivamente, y a cuatro días de la Asamblea en la que se votaría
por fin la Superliga (se seguía negociando con ese objetivo), la FIFA tomó la
medida de que en 15 días se conformara un Comité de Regulación, con integrantes
ajenos a la AFA y que de ninguna manera podrían presentarse a la presidencia de
la entidad en las próximas elecciones.
Este Comité de Regulación, cuyos integrantes no se
conocen aún, debería funcionar hasta el 30 de junio de 2017, cuando se llamaría
a elecciones luego de reformar el actual estatuto, lo que la FIFA calificó como
“adaptación a los que rigen en la esfera de la FIFA”, dejando al ex presidente
de Ituzaingó, Dupiellet, grondonista confeso y sostenedor de la inicial
candidatura de Luis Segura para volver a ser el mandatario de la AFA, a cargo
de la entidad interinamente hasta la conformación del citado Comité.
Esta decisión es realmente extraña en cuanto al
momento de ser tomada (a dos días de la final de la Copa América extra de los
Estados Unidos, que deja a los dirigentes que acompañaban a la selección argentina
sin ninguna representatividad, justo después de un inusualmente duro tweet de
Lionel messi quejándose de ellos), y cuando el lunes parecía el día más claro,
tomando en cuenta que el martes iba a desarrollarse la Asamblea por la
Superliga y ya no obstruía el desempeño del equipo nacional.
Pero aún es más extraña la designación de Dupiellet,
abogado graduado en la Universidad de El Salvador y quien se desempeña en el
Juzgado laboral número 1 de Morón, porque si Segura fue procesado por la jueza
Servini y ya dijo que el 30 de junio dejaría la conducción de la AFA, pero
permanece como representante de la Conmebol ante la FIFA, no parece plausible
ni lógico que un continuador de su política venga a transparentar a la entidad
futbolística argentina.
Sumado a eso, sigue en pie que el presidente
Mauricio Macri, como se viene sosteniendo desde este blog, no quiere bajo
ningún punto de vista, que Hugo Moyano, el presidente de Independiente, pueda
tener el control de la AFA, mientras que muchos clubes del Nacional B y algunos
chicos de Primera A, no aceptan la propuesta de reparto de dinero de la
Superliga de Marcelo Tinelli y los demás dirigentes de clubes grandes que
vaciaron la entidad del fútbol argentino, a sabiendas de que no les dan los
votos para reformar los torneos.
Si no fuera por la decisión de Dupiellet, lo
dispuesto por la FIFA es inobjetable en lo general, porque no hay ninguna
posibilidad de un acuerdo interno serio entre los impresentables dirigentes de
los clubes argentinos, pero faltaba un punto más.
Por la noche, enterada la jueza Servini de la
disposición de FIFA sin haberla consultado (habría que ver si esto era
necesario, sólo porque hay veedores puestos por ella misma, cuando delegados de
la FIFA y de la Conmebol ya pasaron por Buenos Aires y monitorearon la
situación), estalló de ira y convocó para el lunes a una reunión urgente con
Dupiellet, el Gobierno y la Inspección General de Justicia, para determinar los
pasos a seguir pero en principio, se rechazaría la decisión de FIFA, lo cual
tiene consecuencias de una gravedad inusitada para el fútbol argentino.
Ya el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, se lo
había advertido a Macri (algo que más de un diario silenció por conveniencia)
sobre que una intervención gubernamental no sería aceptada y mucho menos,
entonces, un rechazo a una medida concreta desde Zurich, lo cual significaría
una lisa y llana desafiliación.
Y una desafiliación implica que la selección
argentina no podría sumar puntos ni seguir participando en la clasificación
para el Mundial 2018, ni Boca jugar la Copa Libertadores, ni los clubes
clasificados, la Copa Sudamericana, ni River la Recopa Sudamericana.
Dos apuntes: sería deseable que la FIFA designara,
para presidir interinamente el Comité de Regulación, a una personalidad ajena
al mundo del fútbol y que tuviera un prestigio incuestionable, como, se nos
ocurre, Luis Moreno Ocampo, quien ya estuvo a punto de formar parte del Comité
de Ética de la entidad internacional, fue fiscal del histórico Juicio a las
Juntas Militares en 1985 y presidente del Tribunal Penal Internacional en La
Haya.
También queda definitivamente de lado la frase de
Grondona, tan aceptada y repetida por muy buena parte de la prensa y los
protagonistas del fútbol, acerca de que la AFA “son los clubes”, una enorme
simplificación que en verdad esconde la idea de que todo se puede decidir entre
treinta tipos amigos alrededor de una mesa, en vez de que distintos organismos
internos, de manera participativa y democrática, determinen las políticas del
fútbol argentino.
A eso es lo que la FIFA llama “adecuar los estatutos”
desde una AFA que, en pocos días descubrieron, es autoritaria, vetusta y
unitaria.
Esta AFA es la que vivió un día de locura, de
situación límite total, sin un presidente claro, y con la conducción que llegó
hasta hoy, y que deambula sin representatividad por Estados Unidos, con varios
dirigentes procesados por corrupción por el Fútbol Para Todos.
Este es el fútbol argentino que supieron conseguir.
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