El viernes 10 de junio por la tarde parecía que, por
fin, comenzaba la fumata blanca alrededor del fútbol argentino. Lo más difícil
estaba en vías de conseguirse. No era casualidad que los presidentes de la
mayoría de los clubes grandes tardaban en irse de la AFA más que lo que le
costó al general Ernesto Alais llegar a reprimir a los rebeldes en aquella
Semana Santa de 1987.
Todos conocían que a mediados de la semana que pasó,
llegaría al país una delegación a nombre del grupo Turner con una oferta de 500
millones de dólares para las primeras tres temporadas, pero siempre con la idea
de un torneo que reuniera a todos los equipos, lo más ordenado posible y sin
estas rencillas que están derrumbando toda la institucionalidad.
La idea original de AFA TV aparecía entonces como la
más potable para viabilizar la emisión del fútbol argentino en sus distintos
canales de TV, streaming, aplicaciones para móviles y todos los adelantos
tecnológicos posibles y la oferta del grupo estadounidense, que quiere poner
los dos pies en la Argentina y está analizando comprar Telefé, era el
complemento justo.
Tras esta reunión, los pasos a seguir eran muy
claros: volver a la situación “pre-Angelici”, es decir, a aquel acuerdo entre
el grupo de Marcelo Tinelli y el de Hugo Moyano, de reparto de la Superliga
para los grandes, y la AFA (selección argentina y divisiones de ascenso y
regionales, más representación internacional) para Independiente, los tres clubes de la A residuales (Gimnasia
y Esgrima La Plata, Rosario Central y Quilmes) y las clases media baja y baja.
Con un dinero mayor al que recibían desde el Fútbol
Para Todos desde el Estado, y el adelanto de dos temporadas más para paliar los
enormes déficits por las pésimas administraciones de cada club (salvo
escasísimas excepciones) y de la AFA, se acababan los problemas de caja y
además, esto permitía a futuro desligarse de la alianza con un Estado que desde
diciembre pasado estaba ahogando las economías al no repartir el dinero más que
en cuentagotas.
De esta forma, se cancelaba el acuerdo de derechos
de TV con el Estado, se recuperaban para la AFA, se modificaba el punto 35 del
estatuto para generar la Superliga, se vendían los derechos a Turner (o hasta
se esperaría unos días por si aparecía algún otro ofertante aunque según altas
fuentes parece difícil que esto vaya a ocurrir) y todos contentos.
Pero al salir de la reunión, las caras se
desdibujaron cuando se enteraron de dos nuevas informaciones: por un lado, la
Secretaría General de la Nación, a través de Fernando De Andreis, suspendía la
licitación del fútbol por no estar dadas las condiciones por los sucesos de
AFA, según explicó. Y por otro, la
Inspección General de Justicia, también dependiente del Poder Ejecutivo, no
aceptaba ninguna de las candidaturas a presidente de la AFA de todas las
presentadas.
¿Había casualidad en el momento de tomarse las dos
medidas que el Estado tomó justo cuando parecía que el fútbol se encarrilaba
por fin? De ninguna manera. Todo lo contrario, el presidente Mauricio Macri es
un jugador fuerte en este partido de intereses varios y de fuertes presiones
políticas.
Se sabe que Macri, quien por otra cuerda tiene
tironeos con Hugo Moyano por cuestiones sindicales (el gremialista ya le
advirtió que habría resistencia si no mejora la situación social, en el masivo
acto del 1 de mayo pasado), no lo quiere al frente de la AFA. Sabe que eso
significa una bomba de tiempo y otro frente de conflicto que podría ser
utilizado en contra de su gobierno y fue por eso que ya anteriormente dinamitó,
a través de su hombre en el fútbol, Daniel Angelici, el acuerdo del reparto “AFA-Superliga”
entre Moyano y Tinelli hace unos días.
Y al mismo tiempo, Macri juega con su gran aliado
desde sus primeros tiempos como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
(2007-2015), el Grupo Clarín, que observa que en este acuerdo entre los clubes
y el Grupo Turner, apenas si juega un rol secundario, que sería el de una mera
plataforma en la que AFA TV ocuparía canales de su grilla, como de la de otros
cableoperadores, pero sin derechos ni poder en el fútbol, algo así como volver
a 2009 cuando a partir del Fútbol Para Todos, pasó de ser amo y seór a mera vía
comunicacional.
Es por estas razones, y no por casualidad, que en el
mismo día de la posible fumata blanca, Macri instó a las medidas que se tomaron
desde el Estado, es decir, utilizó al propio Estado para parar un acuerdo que
terminaba con la mayor problemática del fútbol de los tiempos
post-grondonianos.
El otro punto, que incluso excede al Grupo Clarín,
es que Macri, desde hace veinte años, insiste con la idea de que, como en
Europa, los clubes puedan ser sociedades anónimas. Lo intentó en los noventa,
pero una formidable resistencia de los hinchas lo impidió, y entonces arremetió
a favor del gerenciamiento del fútbol a principios del siglo XXI, con un éxito
sólo parcial.
Ahora, ya en la presidencia argentina y con el
máximo poder político posible, cree que es tiempo de volver a tratar de que los
clubes puedan ser S:A. y para eso, Moyano, pero especialmente el grondonismo
residual, que ya se había opuesto en los noventa por jugar en el “Partido del
Fútbol”, son obstáculos que quiere sacarse de encima.
No fue casualidad, tampoco, que si Angelici jugó
para la candidatura de Luis Segura en las escandalosas elecciones de presidente
de AFA del 3 de diciembre pasado, ahora se colocara del lado de los que
proponen la Superliga, que son los que trajeron hace pocos días al país a
Javier Medrano Tebas, el extraño presidente de la Liga profesional de Fútbol
(LFP) en España, que propone vender los derechos en paquete pero en su país,
esto no ocurre y hasta hoy, se venden por separado, algo así como “haz lo que
digo pero no lo que hago”.
Tebas fue socio de Tinelli en los noventa en la
también frustrada experiencia del Badajoz, y es de los que aceptan a las SA y
de hecho, de los 20 clubes de Primera en España, 16 son SA y apenas 4 (Real
Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna) son sociedades sin fines de
lucro.
Cuando Moyano se enteró de las dos medidas
estatales, lo primero que hizo fue acudir al Sindicato de Camioneros y decretar
un paro inmediato, que afectó a todo el país, es decir, también desde su lado
hubo una utilización del sindicato que representa y de la sociedad argentina,
que quedó rehén de la situación, porque en el juego del poder se vio
perjudicado por el presidente argentino.
En otras palabras: “vos me impugnás en la AFA, yo te
paro el país”.
Tampoco es casual la lectura de los diarios de hoy,
ni la actitud de algunos medios de comunicación. Que en todo el diario Clarín
del sábado ni en sus medios de tan importante grupo se haya mencionado siquiera
la reunión de los dirigentes con Turner y AFA TV y que se haya minimizado el
conflicto de los camioneros, dice a las claras cómo juega el consorcio
mediático más importante del país, que en este tema pretende ser actor
principal.
Por su canal deportivo, no tiene más remedio que referirse al conflicto, pero sin mencionar a los actores del acuerdo del viernes, sencillamente porque afecta directamente sus intereses.
La Nación, su principal competencia, no sólo colocó
el tema en la misma tapa sino que enseguida desarrolló una editorial al
respecto.
Y por si faltaba poco al conflicto, desde la semana
que viene se suma Diego Maradona, inesperado enviado de la FIFA (con la que
estuvo enfrentado a muerte por décadas), al llegar a Buenos Aires como mediador
del conflicto junto a Primo Corvaro.
Todavía hay mucho partido, con cartas demasiado
fuertes, y con la sociedad de rehén, mientras el poder político no tiene
problemas en utilizar al Estado y a los sindicatos si es necesario. Todo vale
en este fútbol que supieron conseguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario