sábado, 11 de junio de 2016

En el negocio del fútbol argentino, el Estado es otro instrumento




El viernes 10 de junio por la tarde parecía que, por fin, comenzaba la fumata blanca alrededor del fútbol argentino. Lo más difícil estaba en vías de conseguirse. No era casualidad que los presidentes de la mayoría de los clubes grandes tardaban en irse de la AFA más que lo que le costó al general Ernesto Alais llegar a reprimir a los rebeldes en aquella Semana Santa de 1987.

Todos conocían que a mediados de la semana que pasó, llegaría al país una delegación a nombre del grupo Turner con una oferta de 500 millones de dólares para las primeras tres temporadas, pero siempre con la idea de un torneo que reuniera a todos los equipos, lo más ordenado posible y sin estas rencillas que están derrumbando toda la institucionalidad.

La idea original de AFA TV aparecía entonces como la más potable para viabilizar la emisión del fútbol argentino en sus distintos canales de TV, streaming, aplicaciones para móviles y todos los adelantos tecnológicos posibles y la oferta del grupo estadounidense, que quiere poner los dos pies en la Argentina y está analizando comprar Telefé, era el complemento justo.

Tras esta reunión, los pasos a seguir eran muy claros: volver a la situación “pre-Angelici”, es decir, a aquel acuerdo entre el grupo de Marcelo Tinelli y el de Hugo Moyano, de reparto de la Superliga para los grandes, y la AFA (selección argentina y divisiones de ascenso y regionales, más representación internacional) para Independiente,  los tres clubes de la A residuales (Gimnasia y Esgrima La Plata, Rosario Central y Quilmes) y las clases media baja y baja.

Con un dinero mayor al que recibían desde el Fútbol Para Todos desde el Estado, y el adelanto de dos temporadas más para paliar los enormes déficits por las pésimas administraciones de cada club (salvo escasísimas excepciones) y de la AFA, se acababan los problemas de caja y además, esto permitía a futuro desligarse de la alianza con un Estado que desde diciembre pasado estaba ahogando las economías al no repartir el dinero más que en cuentagotas.

De esta forma, se cancelaba el acuerdo de derechos de TV con el Estado, se recuperaban para la AFA, se modificaba el punto 35 del estatuto para generar la Superliga, se vendían los derechos a Turner (o hasta se esperaría unos días por si aparecía algún otro ofertante aunque según altas fuentes parece difícil que esto vaya a ocurrir) y todos contentos.

Pero al salir de la reunión, las caras se desdibujaron cuando se enteraron de dos nuevas informaciones: por un lado, la Secretaría General de la Nación, a través de Fernando De Andreis, suspendía la licitación del fútbol por no estar dadas las condiciones por los sucesos de AFA, según explicó.  Y por otro, la Inspección General de Justicia, también dependiente del Poder Ejecutivo, no aceptaba ninguna de las candidaturas a presidente de la AFA de todas las presentadas.

¿Había casualidad en el momento de tomarse las dos medidas que el Estado tomó justo cuando parecía que el fútbol se encarrilaba por fin? De ninguna manera. Todo lo contrario, el presidente Mauricio Macri es un jugador fuerte en este partido de intereses varios y de fuertes presiones políticas.

Se sabe que Macri, quien por otra cuerda tiene tironeos con Hugo Moyano por cuestiones sindicales (el gremialista ya le advirtió que habría resistencia si no mejora la situación social, en el masivo acto del 1 de mayo pasado), no lo quiere al frente de la AFA. Sabe que eso significa una bomba de tiempo y otro frente de conflicto que podría ser utilizado en contra de su gobierno y fue por eso que ya anteriormente dinamitó, a través de su hombre en el fútbol, Daniel Angelici, el acuerdo del reparto “AFA-Superliga” entre Moyano y Tinelli hace unos días.

Y al mismo tiempo, Macri juega con su gran aliado desde sus primeros tiempos como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2007-2015), el Grupo Clarín, que observa que en este acuerdo entre los clubes y el Grupo Turner, apenas si juega un rol secundario, que sería el de una mera plataforma en la que AFA TV ocuparía canales de su grilla, como de la de otros cableoperadores, pero sin derechos ni poder en el fútbol, algo así como volver a 2009 cuando a partir del Fútbol Para Todos, pasó de ser amo y seór a mera vía comunicacional.

Es por estas razones, y no por casualidad, que en el mismo día de la posible fumata blanca, Macri instó a las medidas que se tomaron desde el Estado, es decir, utilizó al propio Estado para parar un acuerdo que terminaba con la mayor problemática del fútbol de los tiempos post-grondonianos.

El otro punto, que incluso excede al Grupo Clarín, es que Macri, desde hace veinte años, insiste con la idea de que, como en Europa, los clubes puedan ser sociedades anónimas. Lo intentó en los noventa, pero una formidable resistencia de los hinchas lo impidió, y entonces arremetió a favor del gerenciamiento del fútbol a principios del siglo XXI, con un éxito sólo parcial.

Ahora, ya en la presidencia argentina y con el máximo poder político posible, cree que es tiempo de volver a tratar de que los clubes puedan ser S:A. y para eso, Moyano, pero especialmente el grondonismo residual, que ya se había opuesto en los noventa por jugar en el “Partido del Fútbol”, son obstáculos que quiere sacarse de encima.

No fue casualidad, tampoco, que si Angelici jugó para la candidatura de Luis Segura en las escandalosas elecciones de presidente de AFA del 3 de diciembre pasado, ahora se colocara del lado de los que proponen la Superliga, que son los que trajeron hace pocos días al país a Javier Medrano Tebas, el extraño presidente de la Liga profesional de Fútbol (LFP) en España, que propone vender los derechos en paquete pero en su país, esto no ocurre y hasta hoy, se venden por separado, algo así como “haz lo que digo pero no lo que hago”.

Tebas fue socio de Tinelli en los noventa en la también frustrada experiencia del Badajoz, y es de los que aceptan a las SA y de hecho, de los 20 clubes de Primera en España, 16 son SA y apenas 4 (Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna) son sociedades sin fines de lucro.

Cuando Moyano se enteró de las dos medidas estatales, lo primero que hizo fue acudir al Sindicato de Camioneros y decretar un paro inmediato, que afectó a todo el país, es decir, también desde su lado hubo una utilización del sindicato que representa y de la sociedad argentina, que quedó rehén de la situación, porque en el juego del poder se vio perjudicado por el presidente argentino.

En otras palabras: “vos me impugnás en la AFA, yo te paro el país”.
Tampoco es casual la lectura de los diarios de hoy, ni la actitud de algunos medios de comunicación. Que en todo el diario Clarín del sábado ni en sus medios de tan importante grupo se haya mencionado siquiera la reunión de los dirigentes con Turner y AFA TV y que se haya minimizado el conflicto de los camioneros, dice a las claras cómo juega el consorcio mediático más importante del país, que en este tema pretende ser actor principal.

Por su canal deportivo, no tiene más remedio que referirse al conflicto, pero sin mencionar a los actores del acuerdo del viernes, sencillamente porque afecta directamente sus intereses.

La Nación, su principal competencia, no sólo colocó el tema en la misma tapa sino que enseguida desarrolló una editorial al respecto.

Y por si faltaba poco al conflicto, desde la semana que viene se suma Diego Maradona, inesperado enviado de la FIFA (con la que estuvo enfrentado a muerte por décadas), al llegar a Buenos Aires como mediador del conflicto junto a Primo Corvaro.


Todavía hay mucho partido, con cartas demasiado fuertes, y con la sociedad de rehén, mientras el poder político no tiene problemas en utilizar al Estado y a los sindicatos si es necesario. Todo vale en este fútbol que supieron conseguir.

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