lunes, 20 de junio de 2016

Que el árbol del resultado no tape el bosque del juego




La selección argentina jugará mañana la semifinal de la Copa América Extra contra un equipo estadounidense que tiene como basa el orden, algunos buenos jugadores, y la condición de local. Esos son los principales argumentos que esgrimirá en Houston.

Entonces, no sorprendería que el conjunto nacional llegara a una tercera final consecutiva, tomando en cuenta la competitividad de su adversario.

En estas horas, no sólo el director técnico, Gerardo Martino, sino varios jugadores del plantel, hicieron hincapié en “la teoría de los 19 partidos”, lo que significa que esta selección, desde el Mundial de Brasil 2014, ya consiguió jugar todos los partidos de las tres competiciones consecutivas, tomando en cuenta las dos Copas América, la de 2015 y la actual.

Este dato no deja de ser ilustrativo en comparación con otras selecciones argentinas del pasado. De hecho, ninguna anterior lo alcanzó, pero esto no debe llamar a engaño o no debe confundir lo que se refiere al juego del equipo.

Quien sigue este blog sabe que nuestras pretensiones son altas en cuanto al juego tratándose de un plantel que, del medio hacia adelante cuenta con jugadores de gran calidad, capaces de elaborar mucho más de lo que generan actualmente.

Se parte de un problema filosófico: hay quienes discuten la inutilidad de la posesión de la pelota si ésta no ayuda a la finalización de las jugadas. Sin embargo, lo que desde muchos medios se le plantea a Martino sobre la supuesta efectividad de la cesión de la pelota al contrario para jugar a su error, está comprobado, es sumamente riesgoso, desde el mismo resultado, y mucho más aún, un mal camino en cuanto a la idea.

Esto ya había aparecido en el ciclo anterior cuando Alejandro Sabella era el entrenador. Cuando el equipo argentino parecía que arrasaba en la clasificación mundialista, con “los cuatro fantásticos” matando en la definición, desde este blog dijimos que se trataba sólo de una primavera basada en que ninguno de los rivales de esa clasificación generaba demasiados problemas porque todos ellos tendrían muchos errores aprovechables.

La mayor dificultad iba a aparecer cuando, por fin en un Mundial, la selección argentina tuviera que enfrentarse ante un equipo que no se equivocara tanto como España, Alemania, Holanda. Ya ante los holandeses se sufrió durante el partido, y en la final, aunque la propia  Alemania cometió algún error poco usual, ya conocemos el resultado.

Tener la pelota en fútbol jamás puede ser un problema, porque se depende de uno mismo. Eso no quita que cuando el rival salga no se pueda o deba presionar, pero la cuestión es la filosófica. ¿A qué jugar?  Y una pregunta un poco (apenas) más osada: ¿A qué jugar cuando se tiene la pelota? En verdad, ¿”se juega” cuando no se tiene la pelota y se apuesta a que el otro se equivoque?

Vamos a suponer que el rival es España, y que enfrente, están Busquets, Iniesta, Cesc, Silva. Que se plantean tener la pelota y Argentina, jugar al error de los de Del Bosque. Y que pasan los minutos y los de del Bosque no se equivocan. Que hacen correr la pelota, los argentinos no la consiguen y el tiempo corre.

¿Qué haría la selección argentina con “los fantásticos” de arriba? ¿Cómo se harían de la pelota para, una vez que la tuvieran, poder definir?

Pero vamos más allá. Tratemos de responder qué hacer cuando sí se tiene la pelota. Porque esta selección argentina corre mucho. Demasiado. La sensación es que muchos goles se pierden por la velocidad. Porque cuesta poner el freno, cuando es la pelota la que debe correr.

Les propongo un ejercicio: si tienen la posibilidad de ver algún partido de la selección española en la Eurocopa, traten de seguir, aunque sea por unos minutos, en diferentes pasajes, los movimientos de Andrés Iniesta. Cómo siempre se muestra libre, cuántos metros corre, cuánto camina.  O hagan lo mismo con Busquets, con Cesc, con David Silva.  Y España (siguiendo con “la teoría de los 19 partidos” que se repite desde la concentración argentina, lleva dos Eurocopas seguidas ganadas y un Mundial de los últimos dos. Alemania tomó el mismo camino que España, y no parece irle mal tampoco.

Otros puntos a corregir de la selección argentina pasan por la salida desde el fondo y algunas dudas en el arquero Sergio Romero.

Cuando sale desde Ramiro Funes Mori, éste tiende a reventar la pelota sin destino. ¿Será por esto de que no interesa mucho tenerla? Mientras que Romero sigue pagando en los centros, porque no domina su propio área en el juego aéreo, no así por abajo, tapando claras situaciones de gol.

El dilema sigue siendo el mismo como en los últimos años. A qué jugar. Definir una forma y mantener ese estilo, en lo posible, que nos represente y que tenga personalidad propia y que se plantee, siempre, teniendo la pelota y no dependiendo de los demás.
Ya lo dice, orgullosa, una bandera que siempre flamea en Anfield, la cancha del Liverpool: “Para aquellos que miran por TV, los Reds son los que siempre tienen la pelota”.


Cuando esa idea se haga carne, no se necesitarán teorías como la de “los 19 partidos”. Los resultados irán llegando, naturalmente.

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