Al margen de la intencionalidad (si sabía o no que
el micrófono que tenía puesto estaba abierto), Diego Maradona volvió a abrir un
frente de polémica sobre su compatriota Lionel Messi, cuando desde Francia, y dialogando
con Pelé, antes de un acto que compartieron, señaló que el crack de la
selección argentina y del Barcelona “es una buena persona pero no tiene
personalidad de líder”.
Las declaraciones de Maradona, que fue su entrenador
en el Mundial de Sudáfrica 2010 y justamente allí le dio la cinta de capitán en
uno de los partidos, recorrieron el mundo y al día siguiente las ratificó pero
aclaró que “hay que dejarlo jugar y no presionarlo para que sea líder”.
Messi no había jugado en el primer partido de la Copa
América Extra de los Estados Unidos porque arrastraba una lesión en su espalda
desde el último partido amistoso de preparación ante Honduras, y tuvo mucho
desgaste físico al tener que recorrer muchos kilómetros hasta Barcelona para
estar presente en el juicio por supuesta evasión fiscal.
La duda era si entraría o no en el segundo partido
ante Panamá, un rival que parecía mucho más accesible que el primero, Chile, el
anterior campeón de América 2015, al que Argentina, sin jugar bien, acabó
ganando 2-1.
Gerardo Martino, el entrenador de la selección
argentina, había generado alguna duda cuando afirmó en la conferencia de prensa
previa que Messi jugaría ante Panamá, pero nunca dijo en qué momento lo haría,
si desde el principio o más adelante, como para ir readaptándose al juego de su
equipo, porque, confirmó, ya tenía el alta médica.
La selección argentina había comenzado con un rápido
gol de Nicolás Otamendi, de cabeza, y todo parecía más fácil porque obligaba a
Panamá a salir, aparecerían los espacios y las chances de una goleada eran
claras. Pero no fue así. Los centroamericanos plantearon un partido casi de
baloncesto, con infracciones permanentes, la pelota estuvo detenida mucho
tiempo, y aún con un jugador de más desde la misma primera parte, el equipo albiceleste
no pudo aumentar el marcador.
Fue así que Martino, complaciendo a todo el estadio
Soldier Field que pedía por Messi, hizo ingresar al genio del Barcelona a falta
de treinta minutos. Y allí se produjo la gran explosión. Tres goles, todos de distinta factura, uno de
ellos de un libre directo angulado y los otros, más cerca del portero rival y
aprovechando errores defensivos, marcaron exactamente la dimensión del diez
argentino, y la distancia que existe no sólo con sus rivales sino incluso con sus
propios compañeros.
Hasta tuvo tiempo de un gran cambio de frente para
Rojo, para que llegara el quinto gol, por parte de Sergio Agüero para un 5-0
final que parece que las distancias fueran mucho más grandes de lo que
realmente fueron, pero Messi puede hacerlo posible siempre.
Y entonces surgió el tema de la frase de Maradona.
¿Messi no tiene personalidad de líder o es que el ex jugador del Nápoli se
refiere a que para serlo hay que tener una opinión propia fuera de las canchas
y una exposición mediática importante, o responder duramente a las infracciones
rivales, o discutir frecuentemente con los árbitros?
El liderazgo no es de una única manera, ni en el
fútbol ni en la vida. Maradona reunió determinadas características que
generaron que fuera admirado y seguido por muchísimos aficionados al fútbol
porque gustaba de tener posiciones fuertes en muchos temas (entre ellos sobre
el Papa, Fidel Castro, la política argentina o George Bush), y era de los que
discutía con los árbitros los diferentes fallos en el campo de juego.
Messi es más introvertido, prefiere dedicarse a
jugar al fútbol, y mantiene un bajísimo perfil sobre su vida privada y sus
opiniones fuera del fútbol, al punto de responder sobre el juego colectivo
cuando la prensa alaba sus actuaciones (como ante Panamá) y califica de
“locura” que lo comparen en los Estados Unidos con el ex basquetbolista Michael
Jordan.
Son personalidades distintas: Messi responde siempre
en el campo de juego, como con simpleza ocurrió con Panamá. Sin él, Argentina
trataba de mantener como podía un 1-0 con un jugador de más. Gracias a él,
Argentina pasaba a golear 5-0 y todo se simplificaba.
¿No es líder quien cambia el juego, quien pide
siempre el balón, quien transforma un sistema, quien revoluciona un partido,
quien define cada una de las jugadas en tiempos muy cortos? En todo caso, es
otro tipo de liderazgo, el del juego, el que no necesita de palabras
altisonantes sino de un talento maravilloso.
A propósito, el mismo Messi que aún sigue siendo
criticado por una cantidad de argentinos (aunque sustancialmente menor que hace
dos o tres años), se encuentra ahora a un solo gol de Gabriel Batistuta (54 a
53) para convertirse en el máximo goleador de la historia de su selección, por
si le falta algún otro récord por batir.
Muchos de sus detractores o críticos siguen
estableciendo la raya divisoria en que Maradona ganó un Mundial y Messi aún no.
Pero la impresionante carrera de la estrella del Barcelona exime de todo
comentario y además, su historia en el fútbol no terminó y tiene para bastante
tiempo.
¿Líder? A Messi no parece ni interesarle siquiera la
pregunta. Su única respuesta, siempre, pasa por lo que hace en los campos de
juego.
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