Por raro que parezca, a día de hoy el Real Madrid es
el equipo que más chances tiene de pasar a semifinales de los ocho que participan
en la Champions League luego de su muy sólido triunfo en Munich ante el Bayern,
en uno de los resultados acaso más inesperados entre los cuatro partidos de
esta instancia.
Los blancos –esta vez de negro para tratar de
superar, aunque sea por cábala, tantos resultados adversos en el mismo estadio-
supieron manejar las acciones de lo que previamente aparecía como un viaje
riesgoso por la gran temporada de su rival, dirigido por un viejo conocido, el
italiano Carlo Ancelotti.
Sin embargo, en el fútbol definen mucho las
circunstancias y resultaron determinantes en el Bayern las lesiones de Robert
Lewandowski y de Mats Hummels, aunque especialmente el primero, gran goleador y
justamente, desde hace tiempo en la mira del Real Madrid, porque aunque Ancelotti
optó por Thomas Müller como su reemplazo, nunca fue lo mismo.
El Real Madrid soportó un dominio territorial del
Bayern en la primera parte aunque sin tanto juego y más desde la necesidad de
sacar una diferencia en casa que lo proyectara a la revancha en el Santiago
Bernabeu, pero sin el goleador polaco, las llegadas no fueron tan claras y el
momento clave fue el último minuto , cuando el chileno Arturo Vidal falló su
penal y el marcador quedó apenas en 1-0 para los locales.
Ya inmediatamente de comenzada la segunda parte, el
prematuro empate de Cristiano Ronaldo silenció al Allianz Arena y a partir de
ese momento, hasta el final, el Real Madrid supo aplacar las acciones, parar el
balón, hacerlo circular, que los minutos transcurrieran y convirtió en inmensa
figura al portero Manuel Neuer, que con no menos de cuatro intervenciones evitó
que la serie se definiera completamente en Alemania sin necesidad de pasar por
el Bernabeu,
Por el lado del Atlético Madrid, el otro equipo de
la capital española, las cosas parecen medianamente manejables tras una
ajustada victoria ante el Leicester en el Vicente Calderón, aunque las
sensaciones son mejores que el resultado, porque si bien hasta el penal de
Giezmann fue dudoso, se vio un equipo ambicioso, concentrado, veloz y que mantuvo
a raya a los ingleses hasta el final y el no haber recibido goles en contra es otra
importante ventaja del equipo de Diego Simeone para la revancha de la semana
que viene.
En cambio, si hay motivos para sonreir en Madrid,
todo lo contrario ocurre en Barcelona. Tal como sostuvo luego del muy mal
partido ante la Juventus en Turín su entrenador Luis Enrique, la producción del
equipo azulgrana en la primera parte fue nefasta y hasta admitió que si los
italianos no se hubiesen metido atrás luego del 3-0, acaso la diferencia en el
marcador habría podido ser bastante mayor.
Si bien en los hinchas del Barcelona aún queda una
pequeña idea de volver a una remontada colosal como la del PSG en la fase
anterior de la Champions, esta vez hay un convencimiento de que la Juventus no
es lo mismo que el anterior rival francés y que un 3-0 ante un equipo tan
sólido y acaso con una plantilla mucho más rica y variable que la propia,
convierte la posibilidad de pasar a semifinales en una quimera.
Mucho más allá del resultado, o de una muy pobre
actuación, en especial en el primer tiempo, lo que se observa en este Barcelona
que sufrió su segunda goleada en sendas visitas de los play off de Champions en
esta temporada, es que parece haber un ciclo agotado en muchos jugadores, más
allá del entrenador, que ya ha anunciado su salida.
Un muy lento Javier Mascherano, cuestionado incluso
por sus compatriotas argentinos para la selección nacional, ya no es un jugador
posible para ocupar una plaza en lugar de Sergio Busquets en el medio, y Andrés
Iniesta, más allá de alguna pincelada de su talento, tampoco parece ya poder
garantizar una continuidad con la misma dinámica del pasado.
Poco años atrás habría sido imposible de creer que
un día este Barcelona pudiera ser superado de tal forma en todos los sectores
del campo, pero así ocurrió ante una Juventus que anticipó la mayoría de los
balones, y que cuando fue atacada en profundidad por aislados pases geniales de
Lionel Messi, tuvo en la portería a un extraordinario Gianluiggi Buffon, sin
importar su veteranía, que ya superó los mil partidos oficiales.
Tampoco parece ser buena, para ciertos casos de
rivales muy fuertes, el uso de una línea de tres defensiva. Ante la Juventus,
Juan Cuadrado y Paulo Dybala aprovecharon a la perfección el hueco dejado por
la falta de Jordi Alba en ese costado, y el francés Jérèmy Mathieu, con su
estatura y su peso, resultaba poco eficaz para bloquearlos.
Pero otro de los grandes problemas que tiene este
Barcelona es que su plantilla es demasiado corta y en especial, en cuanto a
jugadores con una calidad de cierto nivel. Creemos que no más de trece, es
decir, los once titulares, sumando a Mathieu y a Arda Turán, pero no más que
eso, lo cual es demasiado poco para aspirar seriamente a los grandes títulos
del año.
Ni siquiera el portero Ter Stegen llega al nivel de
Buffon o Neuer, por citar dos casos, y si bien tiene calidad, no es un “salva-partidos”
sino alguien que cumple bien su función.
Esta vez, las chances para que el Barcelona avance a
semifinales son escasísimas y sería casi un milagro, o bien un error de planteo
de la Juventus, lo que podría generar un cambio que suena a muy complicado, lo
que marcaría el fin de una etapa de los azulgrana, justo cuando se acerca su
clásico decisivo ante el Real Madrid, en el Bernabeu, por la Liga Española.
El simbólico saludo del final entre Messi y su
compatriota y rival, Paulo Dybala, marca también, acaso, el inicio de una
transición entre el genio de un equipo que nos ha deleitado pero que comienza a
diluirse, y la aparición de una nueva estrella y de otro equipo que busca
afanosamente recuperar en Europa los años de esplendor.
Pero aún si pasara a semifinales, la Juventus
todavía deberá encontrar otros escollos hasta la Copa de Europa, y algunos de
ellos pasan por otra ciudad española, nada menos que la capital. El Real Madrid
y el Atlético, siguen con vida, y de momento, muy saludables.
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