A siete partidos del final de la temporada 2016/17,
en los que el Sevilla se juega la chance de ingresar a la Champions League de
manera directa o si tiene que jugar una Pre-Champions (con alteración de su
calendario y diferencia importante de ingresos), la AFA vuelve, de manera
recurrente, a la carga para contratar al entrenador del equipo andaluz, el
argentino Jorge Sampaoli, como director técnico de la selección nacional.
Ya lo intentó hace nueve meses, pero en aquel
tiempo, la cláusula de rescisión del contrato de Sampaoli con el Sevilla era muy alto (8 millones de euros) y
con una AFA desquiciada, rota institucionalmente, y con muchas deudas y nada en
sus arcas por sus eternos desmanejos, no era posible esa erogación y se optó
por un entrenador más barato, accesible, dispuesto a asumir incluso sin cobrar
al punto de dejar a un equipo grande que recién había tomado, como Edgardo
Bauza.
Más allá de que a Bauza no le fue bien en el juego
del equipo ni en resultados (luego de ocho partidos en el grupo clasificatorio
sudamericano, la selección se encuentra quinta y en posición de repechaje,
sobre diez equipos), el trato que recibió fue de una absoluta falta de respeto
de la institución.
Bauza ni siquiera recibió la decisión de echarlo
cara a cara, sino que le fue comunicada a su agente Gustavo Lescovich un
domingo por la nochecita, en pleno juego de una fecha de campeonato, como para
que además, el bosque tapara a los árboles que nublaban ya la visión de una prensa
voraz, pero que juega su propio partido.
Claro que después, Bauza se prestó al destrato
accediendo a formar parte de una extraña forma de comunicación de su salida de
la selección argentina, donde los mismos que formaron parte de la decisión lo
colmaron de elogios personales pero mostrándole amablemente la puerta de salida
luego de sacarlo de urgencia del San Pablo. Y aún así, la prensa accedió, sin
posibilidad de preguntar.
Esta misma prensa también había acudido, en San
Juan, a otra ridícula situación, cuando los jugadores de la selección argentina
decidieron no hablar más después del “Caso Lavezzi”, y el capitán, Lionel Messi,
lo comunicó sin aceptar ninguna pregunta.
¿Por qué la prensa argentina se presta, igual que
Bauza, a que la maltraten de esta forma, y ser testigo de un hecho en el que se
la excluye pero se la convoca para enterarse?
Acaso porque se trata, en buena parte, de una prensa
amordazada en cuanto a las grandes preguntas, a las que pueden marcar cambios
institucionales, a las que afectan intereses concretos, a las que se meten en
la médula de la cuestión.
Y no se trata sólo de la prensa argentina, sino de
la española también. Si de este lado del océano no parece interesar (al menos
hasta ahora) demasiado si Jorge Sampaoli cobró, junto a su cuerpo técnico, 6
millones de dólares en tres empresas offshore en las Islas Vírgenes cuando fue
director técnico de la selección chilena y ahora acaso podría tener el mismo
modus operandi con la AFA, al menos hasta que se demuestre lo contrario,
también es interesante analizar el enojo de la prensa andaluza.
Desde Sevilla se considera inaceptable que la AFA se
reúna con Sampaoli a siete partidos del final de la temporada del Sevilla, como
si eso interfiriera en verdad con el rendimiento del equipo en un momento
clave. Es decir que se trata de un hecho, por un lado cultural, y por otro, de
una absoluta hipocresía.
Desde lo cultural, en España se le da muchísima más
importancia a las formas que en la Argentina. Entonces, si las negociaciones
entre la AFA y Sampaoli se llevan a cabo, pero no se ven los protagonistas cara
a cara, no hay escándalo porque todos hacen que no se enteran, pero si se
reúnen, es un escándalo y el propio Sevilla FC se ve obligado a emitir un
comunicado sobre algo que ni siquiera puede constatar que ocurre (como bien
hizo saber, de manera inteligente, el propio protagonista).
Nos preguntamos si, por ejemplo, cuando el Sevilla
FC quiso contratar a Gabriel Mercado, cuando éste aún jugaba en River, no
se comunicaron los dirigentes del club,
o un agente contratado por éste, con el representante de Mercado y/o con River
Plate. ¿Y Mercado no estaba jugando aún el torneo argentino en ese momento?
Son reglas de juego de este sistema, por muy
criticable que éste sea, lo cual ya es otra cuestión. Pero si existe una
cláusula de rescisión por la que pagando, se rompe un contrato, y las dos
partes que negocian están de acuerdo en romperlo, no hay motivos para que la
AFA y Sampaoli no puedan reunirse pensando en el día después del 21 de mayo,
último partido de los andaluces en la temporada.
Entonces, el enojo de los medios sevillistas está
más relacionado a una situación cultural que se fue exportando a la Argentina a
través de la globalización: que estos medios juegan el partido de los intereses
de los clubes y no de su público, o en todo caso leen o parte de la creencia,
que todo el público de su ciudad o jurisdicción es hincha de ojos cerrados,
acrítico, y que sólo quiere buenas noticias, para acabar siendo más papistas
que el Papa.
Por eso creemos que el sorprendente comunicado del
Sevilla FC en el que advierte a la AFA sobre que hará “valer sus derechos”
sobre el contrato con Sampaoli (que, reiteramos, puede romperse pagando hoy una
cláusula más baja, de 1,5 millones de euros, para la temporada que viene) es
más una señal ante los suyos, los hinchas, los socios del Sevilla, acerca de
que se tienen que quedar tranquilos, que el DT sólo piensa en los siete
partidos que quedan, que para la AFA misma.
Tanto es así, que José Castro, el presidente del
Sevilla FC, es muy amigo del principal mentor de Sampaoli en la “nueva” AFA,
Daniel Angelici, y el contacto entre ellos es permanente. En todo caso, lo que generó el comunicado es
la ridiculez de que Claudio Tapia, el presidente de la AFA que iba a tratar de
reunirse con Sampaoli en Valencia, ahora haga de cuenta que no se reúne, pero
las negociaciones siguen por todas las otras vías posibles (incluso, el agente
de Sampaoli, Fernando Baredes, se encuentra en Barcelona con la explicación de
que justo su hijo juega un torneo juvenil allí).
En cuanto a la prensa argentina y la globalización,
ya es absolutamente habitual (y aberrante desde lo periodístico) que muchos de
los que cubren las actividades de los equipos, tomen posición por ellos, y
hasta a veces son tratados por los conductores de los programas radiales o
televisivos, como si ellos mismos fueran la institución o parte de esos
planteles que dicen cubrir.
Asistimos entonces a un periodismo deportivo que se
enoja y enardece en nombre de clubes que debe cubrir, que asiste a comunicados
en los que no puede preguntar, y que no pregunta , muchas veces, lo importante
sobre lo secundario cuando sí tiene todas las chances de preguntar (¿ o es que
los medios que tienen los derechos de TV en la Argentina lanzarán la pregunta
acerca de las empresas offshore de Sampaoli cuando ellos mismos estuvieron
involucrados en el FIFA Gate?).
En este contexto, no es de extrañarse que los
dirigentes sean los que son y se manejen como se manejan.
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