sábado, 15 de abril de 2017

Un escenario muy complicado para el Barcelona




El Barcelona le ganó a la Real Sociedad 3-2 y sigue peleándole el título de liga española al Real Madrid. Hasta ahí, el título, el resultado, el dato frío. También puede agregarse que el fin de semana que viene, se enfrentan en el Clásico en el estadio Saniago Bernabeu y que incluso los azulgranas podrían acortar camino. 

Matemáticamente, esto es posible. Incluso, que entresemana se juegan la clasificación a semifinales de la Champions League ante la Juventus, pero debe remontar un 3-0 en contra de Turín en la ida.

Todo puede ocurrir en fútbol y más aún, con un crack de la talla de Lionel Messi, el mejor jugador del mundo. Pero…¿cuánto de todo esto es posible, en la realidad, si nos ajustamos no sólo a lo que viene jugando el Barcelona estas semanas sino durante más de una temporada?

Este Barcelona es, desde hace largo tiempo ya, un equipo deshilachado, desvencijado, que ha perdido la gracia para jugar, y que conserva, dentro de lo poco que puede, algunos pocos movimientos de tiempos de esplendor, con jugadores, en muchos casos, desgastados por el paso del tiempo, y sin ninguna idea táctica que lo haya mejorado desde la llegada de un mediocre entrenador como Luis Enrique, sostenido en muy buena parte por los hinchas que recuerdan con melancolía sus tiempos de gladiador que se hizo culé luego de haber formado parte del Real Madrid, y porque en la primera temporada obtuvo títulos gracias al Tridente sudamericano y a que le ficharon lo que le negaron a Gerardo Martino, su sudamericano antecesor.

Luis Enrique no ha aportado nada en lo táctico, no ha potenciado a un solo jugador, no ha sabido sostener una plantilla a la que se le agregaron muchos refuerzos de escaso nivel y puede decirse que hoy, el Barcelona, sólo tiene no más de trece jugadores de una misma condición para pelear un título ante un equipo completo como el del Real Madrid, que juega con otra confianza.

No sólo eso:  si en la primera temporada, Luis Enrique logró cambiar su forma de conducirse a la plantilla tras aquella derrota en San Sebastián ante la Real Sociedad, cuando parecía que se relación con Messi iba de mal en peor, ya desde la segunda, con la tregua ya declarada, el equipo se fue apagando y ya nunca recuperó un rendimiento con cierta regularidad y se fue haciendo cada vez más vertical por las continuas lesiones de Andrés Iniesta, la baja en el nivel de Iván Rakitic, y el talento, en cambio, de los tres de arriba, Messi, Luis Suárez y Neymar.

Pero ahora, ya con el anuncio de Luis Enrique de que se irá cuando acabe esta temporada, el fin de ciclo se ve hasta en la última célula blaugrana. Un equipo con escasa confianza, lento, cansado, languidece ante cualquier presión o imposición rival, que muchas veces gana porque el talento de los de arriba, especialmente Messi, acaba resolviendo situaciones complicadas ante rivales de escasa jerarquía, incluso, ante equipos como el PSG que se metió tan atrás en el Camp Nou, que pagó carísimo su racanería.

Pero bastó que apareciera en el horizonte la Juventus, un equipo mucho más sólido, con un plantel completo al estilo del Real Madrid, para desnudar el actual momento blaugrana en Turín.

Con un Luis Enrique que jamás halló la fórmula para un buen funcionamiento colectivo, volcado en el final a un esquema con tres defensores, resignando a Jordi Alba por el lateral izquierdo (cuando en el derecho nunca tuvo recambio para el egresado a la Juventus, Daniel Alves),  Jérémy Mathieu jamás pudo sostenerse ante el 2-1 que le hacían Cuadrado y Dybala, y Javier Mascherano, como mediocentro, demostró que ya no está (desde hace meses) para los trotes en esa posición que requiere de un gran despliegue, cuando tuvo que reemplazar a Sergio Busquets.

Este Barcelona, que enfrenta una semana crucial en la que le espera la Juventus en el Camp Nou yel Real Madrid en el Bernabeu, puede encontrarse, si la lógica aparece, con escasas chances en ambos frentes de aquí a pocos días, con la sola final de la Copa del Rey ante el Alavés como motivación especial y con la necesidad de renovar una plantilla muy desgastada.

Será el momento, acaso, de un replanteo general, de rejuvenecer la plantilla y de abrevar en las fuentes para recuperar aquel juego que enamoró a toda una generación.


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