Ya nada es lo mismo en la Liga Española. Si bien el
Real Madrid fue líder durante casi todo su trayecto y apostó fuertemente por
ganarlo, la inesperada derrota en el Clásico ante el Barcelona y de la manera
en que se produjo, sobre el final, probablemente cambie todo a sólo cinco
jornadas, y el gran golpe lo produjo, una vez más, Lionel Messi, el mejor
jugador del mundo.
Por si faltaba poco, Messi jugó un partido para el
recuerdo, no sólo por los dos goles (llegó a la marca de 23 y es el máximo
anotador del Clásico), ni tampoco por la lesión que padeció en la primera parte
por un durísimo codazo de Marcelo que mereció la expulsión, sino porque alcanzó
la cuenta de 500 tantos oficiales con el Barcelona, que en 577 partidos, lo
transforma en un superdotado para jugar al fútbol y será muy difícil que estas
cifras puedan ser emuladas en el futuro.
Nos detenemos un instante en Messi porque no se
trata de un jugador normal. Incluso, puede señalarse que no había comenzado el
Clásico de la mejor manera, tal vez influido, como el resto de sus compañeros,
por la reciente eliminación de la Champions League a manos de la Juventus y con
total claridad, y acaso por esta razón, se lo veía al principio lejos de las
jugadas de ataque, como desconectado.
Pero bastaron un par de pequeñas asociaciones con
Andrés Iniesta o Luis Suárez para que Messi no sólo fuera acercándose a sus
rendimientos habituales sino que, al contrario que muchos jugadores, se
potenció desde la lesión del codazo de
Marcelo que le hizo sangrar la boca y provocó que jugara toda la primera parte
con una venda.
Contrariamente a lo que alguno pudo apostar, esta
acción de Marcelo despertó definitivamente al genio, que en vez de buscar
revancha por la violencia, o siquiera reclamarle algo a su agresor, respondió
dentro de la cancha con el mejor fútbol posible, al punto de colocar ahora al
Barcelona en una situación mucho más cercana a la lucha por el título de Liga
que lo que los propios hinchas culés podrían imaginar.
El Clásico fue trepidante de principio al fin porque
tanto Real Madrid como Barcelona cuentan con jugadores para ello. Los blancos
tienen una enorme capacidad de gol, aunque menguada en parte por un Gareth Bale
que no estaba en buena condición física y tuvo que ser reemplazado por el veloz
y muy hábil Marco Asensio, pero esta vez, como les suele ocurrir contra los
azulgranas, perdieron el control del balón y si bien respondieron golpe por
golpe cuando pudieron, quedó claro que este juego les molesta.
Un partido tan roto, con equipos tan ricos pero
distintos, admite pocas posibilidades de análisis táctico. Sí es llamativo que
el Real Madrid, con sus dos laterales (Dani Carvajal y Marcelo) en tan buena
forma, no lograran sacar tanto rédito de sus bandas ante Sergi Roberto y Jordi
Alba, pero en gran parte se puede explicar desde la pérdida del control del
balón.
En este sentido, el Barcelona lamentó mucho la falta
de Neymar en su extremo izquierdo porque es evidente que no es lo mismo con
Paco Alcácer, mucho más centrodelantero, que no se hallaba cómodo en la
posición y tampoco André Gomes, quien ingresó luego, puede jugar allí.
Una vez más, Real Madrid y Barcelona no defraudaron
con el espectáculo que brindaron, con enorme cantidad de situaciones de gol, la
mayoría de ellas, de mucha dificultad para los porteros, fue controlada por la
excepcional actuación de Ter Stegen y Keylor Navas, porque de lo contrario, el
resultado final pudo haber sido muchísimo más alto en goles.
La diferencia residió en un solo jugador.
Absolutamente determinante cuando se lo propone, o cuando las circunstancias de
los partidos lo ameritan. Si hacía falta, en este Clásico Messi volvió a
demostrar que más allá de los muchas veces equivocados planteos tácticos de
Luis Enrique, o de la falta de un banquillo de calidad en este Barcelona, o de
un mal estado anímico por una reciente eliminación, es capaz de ponerse al
hombro todo eso y cambiarlo en un chasquido de dedos.
Cuando Messi se encuentra en estas ocasiones
especiales, cuando encuentra una motivación, cualquiera sea, ni siquiera
Cristiano Ronaldo y su gran capacidad de gol y su potencia, pueden
equilibrarlo. No hay mucho que hacer y el genio se destaca sobre una gran
mayoría de cracks, como los hubo en este partido.
Messi no sólo marcó dos goles, ambos de gran
factura, sino que asistió varias veces más a sus compañeros, hizo rodar el
balón al estar en ventaja, hizo expulsar a Sergio Ramos, con una entrada de
mucha violencia, y también debió haber visto la tarjeta roja Marcelo. Una síntesis como para tener en cuenta el
contexto de lo que estamos relatando.
En partidos de la importancia de un Real
Madrid-Barcelona, cuesta creer que Messi “sólo” tenga cosechados cinco balones
de oro, o que su Barcelona no haya podido ganar más Champions Leagues, acaso
por una política equivocada en la elección de entrenadores y de fichajes que
completen una plantilla acorde al genio.
¿Qué sucederá de ahora en más con la Liga? Parece de
difícil pronóstico y ahora sí que el partido pendiente del Real Madrid en Vigo
ante el Celta se torna fundamental y luego será jornada a jornada, punto a
punto, y con un agregado importante: en caso de igualdad en el primer lugar, al
final del torneo, el campeón será el Barcelona, por el sistema de
enfrentamientos entre los dos candidatos.
Este impensado vuelco en la Liga, más allá de que
los Clásicos nos ofrecen muchas variantes en los últimos años, lo ha dado un
solo jugador, que está hecho para romper todos los registros a partir de su
excelso juego y su enorme poder de resiliencia, y no es otro que Lionel Messi.
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