En estos días, Lionel Messi está en el centro de las
miradas del mundo, y no por alguna genialidad de las típicas suyas, o por
muchos goles que haya convertido en un partido, sino porque un gesto suyo,
distinto a lo habitual, como el reiterado insulto a jueces de línea en el
partido Argentina-Chile del jueves pasado por la clasificación al Mundial, ha
determinado una suspensión por parte de la FIFA y como consecuencia de ésta, la
posibilidad concreta de que no podamos ver al genio del Barcelona en el Mundial
de Rusia.
¿Es posible, en verdad, un Mundial sin Messi?
Creemos que es necesario dar una rápida respuesta y ésta es sí. Messi y la
selección argentina pueden quedarse sin Mundial en Rusia y de hecho, a día de
hoy y hasta fines de agosto, cuando regrese el grupo clasificatorio
sudamericano, los cálculos colocan al equipo albiceleste entre el repechaje
ante una selección procedente de Oceanía, o directamente ya fuera del torneo de
2018.
Yendo a los hechos, muchos tratan de analizar cómo
es que Messi llegó a una situación como ésta, por la que de momento tiene
cuatro jornadas de suspensión –de las que ya ha cumplido una-cuando restan
cuatro partidos del grupo sudamericano, es decir que sólo podría regresar en el
último, ante Ecuador en la altura de Quito, y cuando acaso parte de la suerte
argentina ya esté echada o cuando la urgencia puede llegar a ser máxima y las
condiciones climáticas (y tal vez anímicas) no sean ya las ideales.
Muchos se preguntan por qué Messi insultó, y de
manera tan airada, tan a la vista de todos, a los dos líneas cuando el crack
habitualmente se tapa la boca hasta para saludar en un acto formal que no intenta
esconder nada. Si el hecho de que le sacaran una tarjeta amarilla nada cambiaba
porque no evitaba jugar el partido siguiente en la altura de La Paz ante
Bolivia (que la selección argentina acabó perdiendo 2-0 el pasado martes),
porque no arrastraba otra anterior y por lo tanto, no iba a ser suspendido,
entonces, ¿qué era lo que en verdad buscaba, como para continuar con sus gestos
en el saludo final a la terna arbitral cuando su equipo ya le había ganado a
Chile?
Y esta pregunta no tiene una respuesta precisa. Sí
es claro que un jugador de la experiencia de Messi, próximo a cumplir 30 años
el próximo 24 de junio (por otra parte, día de su casamiento con la mujer que es madre
de sus dos hijos), y con catorce años de profesional y siendo capitán de su
selección, sabe perfectamente que sus hechos derivarían en una suspensión y
justo para los partidos definitorios.
La situación posterior a los dos partidos ante Chile
(1-0) y Bolivia (0-2) complica muchísimo más a la selección argentina, camino a
una posible clasificación al Mundial. En el quinto puesto sobre diez
participantes, hoy debería jugar una repesca pero el panorama es de dos
partidos muy complicados fuera de casa (el próximo, ante Uruguay en Montevideo,
y el siguiente, más accesible, ante una Venezuela ya eliminada, como local,
luego Perú, seguramente también eliminado, en casa, y uno que puede ser
decisivo ante Ecuador, fuera de casa).
En este punto, cabe recordar que la selección
argentina, con Messi, obtuvo 18 puntos sobre 21 posibles, y sin Messi, 7 sobre
24 posibles. Con este dato elocuente, la
falta del mejor jugador del mundo es tan clave, que la AFA acaba de contratar
un prestigioso estudio de abogados español para apelar el fallo ante el Comité
Disciplinario de la FIFA, para atenuar la pena o al menos, de no ser posible,
para tratar de que parte de la misma se pueda cumplir en partidos no oficiales
en fechas FIFA a mediados de año (ya hay contemplado un amistoso ante Brasil en
Australia).
De todos modos, parece muy difícil que la sanción se
rebaje y si esto complica el futuro del equipo nacional, más aún el revuelo que
hay en la Argentina con el cambio de autoridades en la AFA (acaba de asumir, el
29 de marzo, una nueva conducción), lo que trae como consecuencia que los
nuevos dirigentes consideren que el ciclo del entrenador Edgardo Bauza está
cumplido, no sólo por los malos resultados, sino con la explicación de que fue
designado por otra comisión directiva y que ésta tiene derecho a cambiar de
opinión, y por eso, van en búsqueda de Jorge Sampaoli, el argentino del
banquillo del Sevilla.
De todos modos, el gran debate, casi como el de
quién debe ser el entrenador de la selección argentina, hoy se centra en si la
mayoría de los jugadores que compusieron la habitual plantilla convocada en los
últimos años, en vista de los resultados, debe seguir siendo la misma o si hay
que terminar pronto con un ciclo y apelar a otros con renovadas expectativas.
Una mayoría se inclina por lo segundo y cree que hay
un ciclo cumplido de jugadores a los que valora técnicamente (Angel Di María,
Ezequiel Lavezzi, Sergio Romero, Javier Mascherano, Sergio Agüero, Pablo
Zabaleta) pero se cree que las tres finales consecutivas perdidas (la del Mundial
2014 y las de las Copas América 2015 y 2016) han generado tal frustración que
ya no tiene retorno y que entonces, este equipo lo está pagando en la
clasificación mundialista hasta poner en grave riesgo el pase a Rusia 2018.
Entonces, como se conoce que estos jugadores, que
para muchos constituyen el entorno de Messi por su cercana relación con éste,
pretenden a Sampaoli como entrenador, y esto sería posible porque su cláusula
de rescisión con el Sevilla baja de 8 millones de euros a 1,5 luego del 30 de
junio, la gran pregunta es si con su llegada no será más de lo mismo y serán
estos mismos jugadores los que seguirán jugándose el pase al Mundial.
Muchos creen que se trata de un tiempo justo para
renovación, no sólo del entrenador, sino especialmente de la plantilla,
apelando a jugadores con futuro como Paulo Dybala, Mauro Icardi, Alejandro
Gómez, Federico Fazio, Emiliano Insúa, Lucas Pratto, Gerónimo Rulli y tantos otros de Europa o de
la liga local.
En medio de todos estos debates, sigue sonando esta
pregunta con total sorpresa: ¿Un Mundial sin Messi? Ya lo respondió Monserrat
Jiménez, la abogada de la Conmebol: “No es lo mejor un cumpleaños sin torta,
pero sin torta también se pueden festejar cumpleaños”, en respuesta a la idea
que muchos tienen acerca de que la FIFA no permitiría un Mundial sin el
argentino.
Tal vez, la frase más dura, por sus implicancias,
que los hinchas argentinos de fútbol hayan escuchado en todo este tiempo.
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