Conmovieron las declaraciones de Gabriel Batistuta,
acerca de que buena parte de los jugadores de la selección argentina no lo
saludaron cuando se acercó al vestuario.
Más allá de exageraciones o no de Diego Maradona con el rebote de lo
ocurrido, el afirmar que le dieron “ganas de llorar”, al enterarse, es claro
que se trata de un hecho que marca muy bien el contexto en el que se desarrolla
todo lo relacionado a un equipo nacional que arrastra una pesada mochila de
frustraciones.
El hecho no es trivial. Hace pocos meses, un
prestigioso periodista uruguayo relataba a este escriba que en Montevideo, su
hijo había ingresado con sus amigos a un restaurante, en el que compartían mesa
y charlaban animadamente de la selección uruguaya Diego Godín, actual capitán
celeste, y Diego Lugano, su antecesor en el puesto.
Sería impensable que un jugador de la selección
uruguaya, actual o pasada, no supiera de la historia de la Celeste, como bien
indica su legendario entrenador, Oscar Tabárez, en el libro “Vamos que vamos”,
que retrata la excelente actuación del equipo en el cuarto puesto en el Mundial
de Sudáfrica 2010.
En cambio, venimos insistiendo en que esta selección
argentina no sólo no tiene comunicación con la prensa (argentina o exterior),
sino tampoco con el resto de la sociedad (a la que evita y ni siquiera sale a
saludar a las puertas de los hoteles o siquiera agitar sus manos en una
ventanilla de autobús), sino que muchísimo menos, conoce de la historia de la
pesada (en el mejor sentido del término) camiseta que luce.
Es habitual en seleccionados de Uruguay o Brasil que
ex jugadores formen parte de delegaciones y hasta hablen con los planteles in
situ antes de partidos clave, mientras que más allá del desconocimiento
generacional, los jugadores argentinos aparecen siempre desentendidos de todos
y de todo.
En este blog hemos insistido mucho en esta cuestión y
como muestra, basta un botón, http://sergiol-nimasnimenos.blogspot.com.ar/2016/11/la-seleccion-esta-enojada-con-la-prensa.html
Coincidimos (una vez más) con un ex jugador
fundamental en la selección argentina como Mario Kempes, quien sostuvo que
quien no conoce la historia del equipo argentino, no merece vestir esa camiseta
y es una gran verdad.
Seguramente, si los jugadores recibieran alguna
charla de la historia del equipo argentino, de sus éxitos arrasadores en los
años 40 (que mucha prensa trata de minimizar por no tratarse de Mundiales,
cuando era lo que se jugaba en un tiempo menos conectado ni globalizado, pero
ya quisieran hoy emularlos), la performance en Wembley en 1953, los Carasucias
de Lima 1957, el paternalismo sobre el gran Brasil de Pelé, la Copa de las
Naciones de 1964 o el Mundial 1978, por citar algunos ejemplos, comprenderían
mucho más de qué se trata y se reafirmaría su identidad.
También, muy posiblemente, entenderían que hay un
estilo argentino, propio, que nació como contraposición del fútbol británico,
el que se impuso en la Argentina en los primeros tiempos, desde los marineros
que bajaban de los barcos, hasta los profesores de los mejores colegios.
Lo que le ocurrió a Batistuta es un alerta roja, un
llamado de atención acerca de lo que hace tiempo venimos señalando: jugar en la
selección argentina debe ser motivo de honor, y no un lastre o una forma de
ganar dinero u obtener buenos resultados que acumule títulos en un palmarés
individual.
Jugar en una selección de fútbol como la argentina,
con tanta historia, tiene que ser un orgullo y desconocer el pasado (como
ocurre con cualquier país sin memoria) es asegurarse que no habrá futuro,
porque sin saber desde dónde se viene, no ayuda a conocer hacia dónde se va.
Sería bueno, también, que estos jugadores, cuerpos
técnicos y dirigentes, leyeran con bastante atención lo que ocurrió con la AFA
y el fútbol argentino en lo institucional en 1969. Seguramente, por el enorme
paralelismo con este tiempo, encontrarían respuestas para el momento de tensión
e incertidumbre que se vive.
En 1969, en plena intervención, con permanentes
cambios de DT, sin la preparación adecuada y un caos absoluto, la selección
argentina se quedó fuera del Mundial de México 1970. Fue, hasta hoy, la única
vez en la historia que el equipo nacional fue eliminado de un Mundial en el
campo de juego.
Pero parece que 1969, año en el que supuestamente el
Hombre pisó la luna por primera vez, queda demasiado lejos, e implica un
esfuerzo por saber qué pasó.
También en 1969 nació Batistuta, pero…¿quién será
este buen señor? Valdría la pena repasar su biografía, su esfuerzo, su
potencia, su capacidad de gol, sus actitudes dentro y fuera de la cancha.
Muchos de los actuales jugadores aprenderían mucho
si se dignaran, por una vez, a hacerlo.
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