Los hinchas del Barcelona no olvidarán el 23 de
abril de 2017. Como regalo de la hermosa
fiesta catalana de Sant Jordi, que conmemora el Día del Libro por los nacimientos
de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare en 1616, su equipo no sólo ganó
el Clásico ante su eterno rival, el Real Madrid, en el estadio Santiago
Bernabeu en el último minuto sino que se metió en la pelea por el título de
Liga Española a cinco fechas del final y todo esto fue posible por un único
jugador, el genio del argentino Lionel Messi.
Es que para los amantes del fútbol de Messi, para la
legión de millones de aficionados al fútbol de todo el mundo, lo que hizo el
super crack de los cinco Balones de Oro de la FIFA fue extraordinario y resultó
absolutamente decisivo en el partido: además de sus dos goles, con los que
llega a la increíble marca de 500 en 577 partidos oficiales con esa camiseta,
hizo expulsar a Sergio Ramos, por una falta grave, y debió irse con tarjeta
roja también Marcelo (perdonado por un muy permisivo árbitro José Hernández
Hernández), por un descalificador codazo en su boca que la hizo sangrar, al
punto de que Messi jugó todo el primer tiempo con una venda en la zona o en su
mano.
Pero nada le importó al guapo jugador argentino, que
contrariamente a lo que sostienen algunos pocos detractores que le quedan (un
buen porcentaje, insólitamente, provienen de su propio país), en vez de
regresar al campo desde su sangrado con ánimo revanchista hacia su agresor, o
de reclamar por la descalificadora falta, decidió responder con su juego y sus
goles y asistencias, la mejor conducta esperable para un gran deportista.
Messi fue absolutamente determinante en un Clásico
que venía precedido de supuestos contrarios a lo que acabó ocurriendo en el
Santiago Bernabeu. El contexto era muy propicio para el Real Madrid. Por su
localía, por su extenso liderazgo en la Liga, por su envión anímico tras
eliminar (aunque con mucha polémica) al Bayern Munich en la semana y
clasificarse a semifinales de la Champions League, y porque justamente el
Barcelona tenía que jugarse el todo por el todo como visitante, con un ambiente
hostil, y tras quedar eliminado de la copa europea por la Juventus en el Camp
Nou.
Como lo anímico juega mucho en cualquier deporte y
el fútbol no es la excepción, los primeros minutos del Clásico mostraron eso
mismo. Un Real Madrid avasallante ante un Barcelona cauteloso, y hasta con un
Messi no demasiado participativo.
Pero bastaron dos o tres toques, asociaciones con
sus compañeros Andrés Iniesta y Luis Suárez, para que Messi se fuera entonando
y su mentalidad resiliente lo fue empujando a comprometerse definitivamente con
el partido cuando recibió aquel codazo de Marcelo que lo hizo sangrar.
Desde ese momento, Messi se involucró, se mentalizó,
puso toda su genialidad a disposición de su equipo para contribuir a que el
Barcelona recuperara la memoria por el juego de posesión, perdida en buena
parte de esta insípida temporada que parecía encaminarse como mucho a la
consecución de la Copa del Rey, si es que gana la final ante el Alavés, aún
pendiente.
El Barcelona le fue quitando la pelota al Real
Madrid, que comenzó a apelar al arma que mejor maneja en los huecos que le
quedaron: el contraataque, máxime que Gareth Bale volvió a lesionarse y su
entrenador Zinedine Zidane optó por el joven hábil y veloz Marco Asensio.
Se armó entonces un partido espectacular, con mayor
posesión de pelota por el Barcelona, una ida y vuelta con los contragolpes del
Real Madrid, y si no fuera por la excelente intervención de los dos arqueros,
Marc Ter Stegen en el Barcelona y Keylor Navas en el Real Madrid, acaso el
resultado final habría sido de muchísimos más goles.
Pudo ser empate, pudo ser del Real Madrid, pero si
fue para el Barcelona es por Messi, quien en situaciones como éstas, de gala,
de partidos importantes, decisivos, aparece para que quede claro quién es el
mejor jugador del mundo, capaz de cualquier hazaña, como la de marcar en el
último segundo, sacarse la camiseta, mostrarla a su público en un silencioso
Santiago Bernabeu, y colocar a su equipo otra vez en la lucha por el título.
¿Qué pasará ahora? Difícil pronóstico para la Liga.
Los dos comparten la punta, a cinco fechas del final, pero el Real Madrid tiene
un partido pendiente en Vigo ante el celta de Eduardo Berizzo, que debe
disputar la semifinal de la otra copa europea, la Europa League, ante el
Manchester United, mientras que en la misma semana, a los blancos le espera el
Atlético Madrid por la semifinal de la Champions League.
Todo indica que la definición será partido a
partido, punto a punto, pero en caso de empate en puntos, el campeón será el
Barcelona porque en los enfrentamientos entre los dos, empataron en el Camp Nou
y los azulgranas vencieron en el Bernabeu.
Una vez más, por si no quedaba claro, Messi puso las
cosas en su lugar y es el “puto amo” del fútbol mundial, aunque todavía existan
algunas mentes antojadizas que osen discutirlo. Cada vez les queda menos
margen.
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