Durante la
temporada que se inicia en la Liga Española, Antoine Griezmann tendrá nuevas
sensaciones y seguramente vivirá fuertes experiencias en distintos estadios.
Con la camiseta 17 del Barcelona en su espalda, esperará aplausos de los
hinchas en el Camp Nou, alguna reprobación en el Wanda Metropolitano por parte
de los simpatizantes del Atlético de Madrid, por irse luego de cinco temporadas
tras haber comunicado en su video de 2018 que se quedaría en ese club, y
probablemente una ovación de parte de la gente de la Real Sociedad de San
Sebastián, entidad a la que le dejó en sus arcas 54 millones de euros por las
dos transferencias de las que fue protagonista en este tiempo.
Griezmann nació
en Macon, en la zona de la Borgoña francesa, el 21 de marzo de 1991. Su padre
es de origen alemán y su madre, portugués, y de hecho su abuelo materno, Amaro
Lopes, fue futbolista del Pacos de Ferreira, y no fue extraño que él mismo
comenzara en un club vecino, la Union du Football Maconnais (UF Macon).
Mientras tanto, se probó en varios equipos, entre ellos el del cual era hincha,
el Olympique de Lyon, pero era rechazado por su físico pequeño y esmirriado.
Sin embargo, a
sus 13 años fue reclutado por la Real Sociedad de San Sebastián a través de su
ojeador Erik Olhats, quien peinaba la zona de los juveniles de Iparralde (la
zona vasco francesa), quien lo vio moverse en un torneo infantil.
Iñigo Taberna,
periodista de Radio Onda Cero de España y gran conocedor de todo lo referente a
la Real Sociedad, afirma que lo que le ocurrió a Griezmann en este club es “un
auténtico cuento de Disney porque nadie pensaba allí que llegaría a ser lo que
fue”. Para convencer a sus padres para que aceptaran que el chico se fuera a
jugar del lado español, Olhats les prometió que seguiría estudiando en Bayona,
del lado francés, y que lo alojaría en su casa.
Llegó entonces a
la categoría Cadetes pero estaba lejos de brillar. Muchas veces era suplente de
los equipos, tanto en esa categoría como en Juveniles. Los que más se
destacaban en esos tiempos eran Iñigo Martínez (hoy en el Athletic de Bilbao y
la selección española), Jon Gastañaga y Txomin Barcina, pero todo cambió
repentinamente en un torneo internacional de 2009, que cada año organiza la
Real Sociedad para Semana Santa, en el que se consagró goleador y mejor jugador.
Consiguió así
llamar la atención puertas adentro del club, que se encontraba en una profunda
depresión, en Segunda por tercer año consecutivo luego de haber jugado cuarenta
años consecutivos en Primera, en la que llegó a ganar dos Ligas y una Copa del
Rey. Antes de comenzar la tercera temporada en Segunda, asumió como director
técnico el uruguayo Martín Lasarte, quien lo convocó para un partido amistoso
en Azcoitia (Guipúzcoa) contra el Anaitasuna. Se había lesionado el juvenil que
iba a utilizar por la izquierda, Bingen Erdozia, y entonces recurrió a
Griezmann, quien debía jugar esa próxima temporada en Tercera división, con el
“Sanse”, como se conoce a la Real Sociedad B.
Griezmann marcó
dos goles en ese partido, y su funcionamiento gustó a Lasarte, quien defendió
que siguiera entrenándose con el primer equipo aunque en la comisión directiva
no lo veían. “Dijimos ‘este se tiene que quedar seguro, al menos como
suplente’, y el suplente, al cuarto o quinto partido ya era titular”, recuerda
Lasarte. Era un desconocido para los hinchas, acababa de cumplir 19 años, y
terminó siendo muy importante para el ascenso de la Real Sociedad a la Primera
con goles importantes y relegando al banco de suplentes al colombiano Jonathan
Estrada.
Esa temporada,
la 2009/10, sería fundamental en la carrera de Griezmann y no sólo por los
éxitos deportivos. Llamaba la atención por su eterna sonrisa y por los extraños
festejos en cada uno de sus goles (tirarse de cabeza en la nieve, meterse
dentro de un coche que estaba como publicidad en la pista de atletismo del
estadio de Anoeta, apoyarse en el hombro de un guardia de seguridad), aunque su
primer contrato profesional lo firmó recién en abril de 2010.
Lasarte, el DT
que lo hizo debutar en la Real Sociedad, había hecho lo propio antes, en
Nacional de Montevideo, con un jovencito “y con mucho hambre de éxito” Luis
Suárez, quien ahora será su compañero de ataque en el Barcelona. Una de las
claves del suceso posterior de Griezmann se debió a que “aprendió mucho los
movimientos corporales, en ataque, de Carlos Bueno”, ex jugador de Peñarol, San
Loremzo y Boca, que llegó siendo veterano a la Real Sociedad para intentar el
ascenso a Primera.
“Bueno le enseñó
especialmente a moverse en el juego aéreo porque Griezmann era bajito y en
cambio, Carlos era alto, fornido, y se quedaban horas practicando, y cuando hoy
se ve saltar a Griezmann, uno se acuerda de Bueno”, comentó hace poco Lasarte
en el programa de la TV uruguaya “La Caja Negra”.
Bueno era todo
lo contrario que Griezmann, experimentado y de fuerte carácter, y terminó
siendo su guía, ejerció sobre él una gran influencia y desarrollaron una larga
amistad que llega hasta hoy. “El presidente del club decía que necesitaba un
hombre que me revolucione el vestuario, guapo” y Lasarte me eligió aunque él
era de Nacional y yo, de Peñarol, pero me fui unos días a Artigas, se armó un
kilombo y caí en cana y eso salió en los diarios españoles. Pensé que se caía
todo, pero eso le gustó tanto al presidente que al otro día viajé para fichar
por la Real. Después el presidente se portó bien, fuimos campeones de Segunda.
El día que ascendimos íbamos en el micro y no había música, nada. Todos
callados. Me miró Lasarte y me levanté y pregunté qué pasaba, si tenían miedo.
Les dije que no se preocuparan, que ganaríamos, que acá estaba yo para
salvarlos. Veníamos de una mala racha, pero metí tres goles. El primero, un
centro de Griezmann de tiro libre, gol de cabeza. El segundo, otra jugada de
Antoine, y en el tercero, la empujé después de un rebote”, rememora Bueno.
Bueno recuerda
que “Lasarte se enojaba con nosotros porque nos quedábamos mucho y terminábamos
cansado los entrenamientos y Antoine me decía ‘dale, vamos a patear centros, a
practicar. Lasarte ya se iba con el auto y nosotros seguíamos ahí y nos tocaba
la bocina desde el coche para que paráramos”.
El ex delantero
de Peñarol admite que “por un lado fui docente, pero también me encantaba estar
con él porque tenía la edad que tenía pero era un chico muy maduro para lo que
se le venía. A él le encantaba entrenarse. Y es difícil encontrar a un pibe que
a los 17 años le gustara entrenarse así. Yo le explicaba que por mi tamaño, me
basaba en el juego aéreo porque se me complicaban los mano a mano. Nos fuimos
haciendo amigos, yo lo pasaba a buscar porque vivíamos a 3 cuadras y siempre
iba con el mate. Él, como buen francés, no tomaba. Incluso al principio no le
gustó cuando lo probó. Tomaba mucho agua, pero ahora, veo con alegría que va
con el termo y la bombilla a todos lados”.
Con Bueno, no
sólo Griezmann aprendió a tomar mate sino a desayunar con dulce de leche y se
hizo hincha de Peñarol. Incluso llegó a bromear que Lasarte “es un gran
director técnico aunque sea Bolso (como se apoda a los hinchas de Nacional)”.
Las costumbres uruguayas adquiridas continuaron con otros compañeros de ese
país que tuvo en la Real Sociedad hasta 2014, como Chory Castro o Diego Insfrán
y que luego continuarían con Diego Godín y José María Giménez en el Atlético de
Madrid.
El vínculo de
Griezmann con Uruguay creció cuando Godín se convirtió en el padrino de su hija
y se estrechó aún más cuando visitó Uruguay meses atrás para el casamiento del
defensor. No gritó, de hecho, el gol que le convirtió a los “celestes” en el
Mundial 2018 “porque
siempre hubo un uruguayo para ayudarme en el fútbol y en la vida y amo a los
uruguayos”. y tras ser
campeón en Rusia, recibió una bandera uruguaya en la conferencia de prensa, y
se la puso en los hombros (https://www.youtube.com/watch?v=Iyl6loc8MLs). Al ser presentado en el Barcelona días pasados, dijo
que esperaba “cebarle mate a Luis Suárez y a Lionel Messi”.
Sin embargo, no
todas son rosas y hasta se llegó a decir que en el vestuario “Celeste”, durante
el último año, no se hablaba de Griezmann para no generar una grieta porque si
Godín es el padrino de su hija, Suárez estaba molesto con su decisión de
continuar en el Atlético Madrid y no pasar al Barcelona en 2018.
En la primera temporada en Primera (2010/11) marcó 7
goles y otros 7 en 2011/12. Su gran explosión fue en la 2012/13. En Primera, en
la primera temporada, Lasarte lo llegó a sustituir contra el Atlético Madrid
porque le dio un par de indicaciones y no le hizo caso y le hizo un gesto que
no le gustó, y así fue que el DT uruguayo lo fue moldeando en su carácter.
Cuando la Real se clasificó para jugar la previa de
Champions League 2013/14, Griezmann integró una gran dupla de ataque con el
mexicano Carlos Vela, del que se hizo muy amigo dentro y fuera de la cancha, e
inseparables de la noche y las discotecas de San Sebastián, así como antes lo
fue de Carlos Bueno. En esa previa de Champions, en agosto de 2013, Griezmann
se dio el lujo de marcar un golazo de chilena ante el Lyon, el club que lo
había rechazado y del que era hincha en Macón. Fue su última temporada en la Real.
Para la temporada 2014/15 fue trasferido al Atlético
Madrid, que acababa de ser campeón de Liga, y que pagó por su pase 30 millones
de euros, pero la Real Sociedad terminó recibiendo por él 54 millones porque se
había quedado con un 20 por ciento de un futuro pase y el Barcelona acaba de
pagar su cláusula de 120 millones, de los que entonces otros 24 ingresarán en
la cuenta del club vasco.
El hecho de haberse destacado en la Real Sociedad le
permitió también llegar a la selección francesa. Primero fue convocado para el
sub-19, que ganó la Eurocopa de la categoría como local, y posteriormente
siguió en el sub-21, pero puso en riesgo su futuro cuando antes de jugarse la
clasificación para la Eurocopa en París ante Noruega, en octubre de 2012, se
escapó de la concentración con dos de sus compañeros en un taxi para recalar en
una discoteca de París y fue suspendido por un año por la Federación Francesa
(FFF).
Desde 2014 en el Atlético Madrid, tuvo que adaptarse
a las indicaciones y al sistema táctico de Diego Simeone y reconoce que “me
costó mucho al principio adaptarme a su filosofía de marcar y correr, pero con
la ayuda de Godín, me hice un jugador más completo”.
En la Real Sociedad había partido desde la banda
izquierda pero siempre tendía a irse hacia el medio (algo parecido a lo que le
ocurrió a Messi en el Barcelona pero desde la derecha) y sentía que otra vez
tenía que luchar para que se le entendiera su forma de jugar.
Lo había explicado bien en su libro autobiográfico
“Antoine Griezmann, detrás de una sonrisa”: “Si hoy me encuentro entre los mejores del mundo en
cuanto a jugar a un toque, eso se lo debo a la Real. De todos modos nunca he
sido un gambeteador, ni siquiera cuando me divertía con mis amigos en Macon. Me
quedaba un poco en un segundo plano, dándole preferencia a la visión de juego”.
Su juego
necesita de un “nueve” puro a su lado, como luego fueron Diego Costa en el
Atlético Madrid u Olivier Giroud en la selección francesa, y como probablemente
ahora Luis Suárez. Lo suyo es jugar en entrelíneas y llegar con libertad a la
zona de mediapunta para rematar sorpresivamente o meter una estocada hacia el
definidor.
En el Atlético
tuvo algunos momentos de crisis con Simeone cuando lo quisieron llevar a la
banda o cuando algún compañero quiso ajustar sus movimientos. Eso terminó en
una charla de vestuario donde Griezmann logró expresar lo que sentía: “No me
estoy divirtiendo en la cancha”, les dijo. El problema que puede tener
Griezmann en el Barcelona es el que ya tuvo Coutinho en la temporada pasada: no
sentirse cómodo por banda o en otra posición porque suele jugar en los mismos
espacios que Messi. Su compatriota Eric Abidal, director de Fútbol del
Barcelona, lo describió en la presentación: “Puede jugar rápido, pero también
contemporizar o guardar la pelota. Técnicamente es superior a lo normal, muy
inteligente en el campo de juego”.
En el Atlético
Madrid vivió una etapa brillante de cinco años, que le permitió consolidarse
como una estrella mundial al mismo tiempo que fue creciendo en la selección
francesa. Ambos ciclos los comenzó en 2014. Con el “Aleti” fue campeón de la
Supercopa de España en 2014 y de la Supercopa de Europa y de la Europa League
en 2018, y finalista de la Champions League en 2016, año en el que fue premiado
como el mejor jugador de la Liga Española y nominado para el Balón de Oro de
ese año.
En ese mismo
2016 también perdió otra final, la de la Eurocopa, como local, ante Portugal
pero fue el máximo goleador del torneo y fue elegido como mejor jugador y ya
dos años más tarde pudo ser campeón mundial en Rusia 2018, Balón de Bronce como
tercer mejor jugador, Botín de Plata como goleador y Jugador del Partido ante
Croacia, en la final, cuando convirtió el segundo gol de la victoria de Francia
por 4-2. También alcanzó a jugar todos los partidos de su selección en el
Mundial de Brasil 2014, hasta que en cuartos de final fue eliminada por
Alemania.
Antes de
comenzar el Mundial de Rusia, Griezmann atravesó un momento de dura crisis. El
Barcelona acechaba para ficharlo y se llegó a plantear la salida del Atlético
de Madrid, lo que tuvo en vilo a su afición durante los últimos meses de la
temporada.
Finalmente, en
un video, a muy poco de comenzar el Mundial (https://www.youtube.com/watch?v=2JGX8SddIXQ)
el delantero francés
anunciaba que se quedaría en el Atlético Madrid, aunque el nuevo arreglo
incluía una cláusula de 200 millones de euros hasta el 30 de junio de 2019,
pero que bajaría a 120 desde el inicio de la nueva temporada 2019/20.
Griezmann
reconocía entonces las dificultades que había tenido para tomar la decisión. De
hecho, al clasificarse para la final de la Europa League con el Atlético en
2018, no sabía aún qué hacer: “Irme
sería sacarme un peso de encima. Mi entorno quiere que me vaya y en el Atlético
creen que yo ya tengo todo hecho y que me voy, y yo estoy esperando un mensaje
de ellos” y Simeone, tras el 3-0 en la final al Olympique de Marsella, afirmaba
que “yo todavía creo que hay situaciones que lo pueden acercar a seguir con
nosotros”. El jugador dijo entonces que “le afectaron, a mí y a mi familia” el
grito “Griezmann quédate” de los hinchas en aquella final de Lyon y la ovación
en los festejos en la Fuente de Neptuno en Madrid. “Entendí que me silbaran
porque la prensa decía que yo tenía todo firmado y arreglado, ahí me sorprendió
ver al Cholo en la puerta de mi casa junto a Godín cuando bajé a abrirles.
Habíamos quedado en que venía Diego pero cuando le pregunté al Cholo “qué haces
aquí” me dijo “vamos a charlar un poquito”.
Dijo tener
“mucha confianza con el Cholo Simeone, aunque de nada vale lo que pase fuera
del campo porque adentro me va a exigir y lo que tenga que decir, me lo va a
decir. Citaron dos veces a mi hermana para saber mi futuro, pero hasta abril no
tenía ni idea de lo que iba a hacer y mi esposa decía que nunca me había visto
así. No me salían los goles en la cancha aunque sí en los entrenamientos, y el
Cholo me prometía que para la temporada siguiente vendrían jugadores
competitivos para reforzar el equipo”, seguía afirmando en el video presentado
antes del Mundial de Rusia.
En 2018,
Griezmann se convirtió en el deportista francés mejor pagado, según una lista
difundida por “L’Equipe”: 23 millones netos por temporada, que es lo mismo que
63.000 euros al día. A esto hay que sumarle primas y sponsors (Puma, y Huawei).
Además de gran estrella del deporte francés, es un sex symbol en su país.
Con muchas
pretendientes, sin embargo, eligió un camino mucho más difícil para conquistar
a su mujer, Erika Choperena, vasca, de 28 años, estudiante de pedagogía y
apasionada de la moda, de bajo perfil aunque tiene 373.000 seguidores en
Instagram y colabora con la firma “Aqüe Apparel” de trajes de baño.
La conoció en
San Sebastián cuando era futbolista de la Real Sociedad, cuando el plantel
comía en el mismo salón que los estudiantes universitarios y ella no tenía ni
idea de quién era él ni lo recordaba, aunque él pasaba permanentemente por la
residencia de estudiantes en la que ella (es de Vera de Bidasoa, Navarra)
vivía, cerca del campo de entrenamiento del equipo.
Su hija Mía
nació en Madrid en 2016, cuando ya estaban instalados allí porque Griezmann
jugaba en el Atlético. Se casaron en 2017 en el Palacio de Galiana, un edificio
mudéjar del siglo XI a orillas del río Tajo y con las vistas privilegiadas de
la ciudad de Toledo. “Ella maneja todo. Las cosas de la casa, las obras, la
papelería y del club. Yo me olvido del papeleo, así sólo pienso en el fútbol y
me viene muy bien”, dice siempre. Incluso, se refiere a ella cariñosamente como
“la jefa”. Se complementan a la perfección. El pasado 8 de abril nació la
segunda hija, Amaro, el mismo día que Mía, pero tres años más tarde.
Finalmente, una
vez que llegó el mes de julio y su cláusula bajó a 120 millones de euros, fue
fichado por el Barcelona, lo que generó un litigio con el Atlético, que
considera que las negociaciones comenzaron cuando el pase valía 200 millones,
algo que desmiente el presidente de los azulgranas, Josep María Bartomeu.
Con el Barcelona
firmó con una cláusula de 800 millones y un contrato por cinco temporadas y es
el tercer fichaje más caro de la historia del club, sólo superado por Philippe
Coutinho y Ousmane Dembélé.
Cuando le
preguntaron las causas por las que decidió quedarse otro año en el Atlético
antes de pasar a los catalanes, lo justificó diciendo que “tengo una familia
que mover, una hija que estaba en el cole, con amigos y amigas. A mi mujer la
veía bien allí, yo estaba bien y no estaba preparado para dar ese paso. Pensaba
que todavía me faltaba algo por hacer en el Atlético, pero este año ha sido
diferente”, y trató de mirar hacia adelante: “Espero que si hay algún problema,
se destrabe con asistencias y goles en el campo” y comparó a Messi con Le Bron James.
“Si éste es la cara del basquetbol, Messi es la del fútbol”.
Griezmann sabía
bien que si al terminar la temporada 2017/18, Messi y Suárez le habían dado la
bienvenida, un año más tarde, el propio Messi como Gerard Piqué sólo se
remitieron a la dirigencia del club cuando les consultaron por la posible
llegada del francés.
Lo primero que
hizo cuando fue presentado en el Barcelona fue agradecer a la Real Sociedad y
al presidente que le hizo el primer contrato, a los entrenadores de la cantera
y a los profesionales, y dijo que lo que vivió entre los 14 y 16 años en ese
club lo ayudó mucho a ser fuerte mentalmente. Griezmann es el segundo jugador
de las divisiones inferiores del club vasco en ser campeón del mundo, luego de
Xabi Alonso (con España, en Sudáfrica 2010) y se dice que cuando pase con el
Barcelona por Anoeta recibirá una ovación y será homenajeado por el club.
Al tiempo que
vive sus primeras experiencias como jugador del Barcelona y a la espera de que
Messi regrese de sus vacaciones para compartir entrenamientos y partidos con
él, fue contratado junto a su compatriota Samuel Umtiti (uno de sus mejores
amigos y compañero del Barca) para la tercera parte de la serie “Stranger
Things”. En sus redes sociales, Griezmann preparó un montaje en el que aparecen
él y Umtiti con Dustin y Lucas, con quienes tienen un gran parecido físico. El
cabello de Griezmann es idéntico al de Gaten Matarazzo, el actor que encarna a
Dustin, mientras que Umtiti se parece mucho a Caleb McLaughlin (Lucas).
Con 184 goles en459 partidos de clubes desde 2009 y
213 en 531 contando los de la selección francesa, Griezmann espera seguir
creciendo, y sonriendo, en la selección francesa y en el Barcelona.
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