No se necesitaba
mucha visión de futuro para advertir que el proceder del presidente de la AFA,
Claudio “Chiqui” Tapia, iba a terminar de esta manera en el contexto
internacional, tras lo ocurrido el pasado martes en Luque, cuando la plana
mayor de la Conmebol decidió apartarlo como representante de la entidad
sudamericana ante el Consejo de la FIFA.
Tapia había
remado durante meses, desde que asumiera en la AFA en marzo de 2017, para
recuperar una cierta posición del fútbol argentino en el concierto mundial tras
el papelón de diciembre de 2015, cuando se produjo el inconcebible empate 38-38
en 75 votos para elegir presidente entre Luis Segura y Marcelo Tinelli, que
derivó en la intervención de la Conmebol y la FIFA de medio año más tarde.
La AFA había
perdido toda credibilidad internacional y cuando Tapia fue electo en marzo de
2017, trató de demostrar que ahora había otra seriedad institucional y que todo
sería distinto, y tuvo la inmensa fortuna de que un año y medio más tarde, en
octubre de 2018, la Conmebol desplazó al entonces representante ante la FIFA,
el presidente saliente de la Asociación Uruguaya (AUF), Wilmar Valdez,
involucrado en supuestos actos de corrupción interna.
Entonces, la
Conmebol le quitó la confianza, y ese lugar se lo concedió a Tapia hasta
terminar el mandato en 2020, pero el argentino lo desperdició en tan solo nueve
meses, lo que un embarazo, en un proceso que comenzó en diciembre pasado con la final de la Copa
Libertadores entre River y Boca, a la que la entidad sudamericana, por puros
negocios, trasladó a Madrid en vez de hacerla jugar en cualquier otro estadio
nacional, o a lo sumo, sudamericano.
Para Tapia, esto
fue un golpe durísimo que le quitaba autoridad e imagen, no sólo ante el mundo
del fútbol sino también ante el presidente Mauricio Macri, en tiempos en los
que trataba de comenzar a diferenciarse de su suegro y presidente de
Independiente, el camionero Hugo Moyano, enfrentado al gobierno nacional.
Desde diciembre,
la relación entre Tapia y Alejandro Domínguez, el paraguayo presidente de la
Conmebol, ya no fue la misma e incluso, fue empeorando a pasos agigantados,
especialmente cuando el día anterior a la pasada Copa América de Brasil, en San
Pablo, se decidió que la final de la Copa America 2020 se juegue en Colombia y
no en la Argentina, siendo ambos países organizadores (se dijo que esto se
negoció entre las partes y que por eso, Colombia se bajó de la candidatura a
organizar el próximo Mundial femenino de 2023 al que Argentina también se
quiere postular).
Pero todo
explotó tras el Brasil-Argentina de semifinales en Belo Horizonte, con aquellas
dos jugadas que parecieron claros penales para el equipo albiceleste que ni
siquiera fueron revisadas en un VAR utilizado hasta para el más mínimo detalle
durante el torneo.
Allí, en vez de
reflexionar y de pensar la mejor solución dentro del contexto, Tapia envió una
carta incendiaria a Domínguez (que ahora se supo que escribió Pablo Toviggino,
uno de sus adláteres en la AFA) en la que le habla de cuestiones relacionadas
con la honestidad y reclama la renuncia del brasileño Wilson Seneme como
titular del Comité Arbitral de la Conmebol.
Y por si esto fuera poco, apenas veinticuatro horas más tarde, le hizo
escribir otra misiva al titular de la Escuela de Árbitros, Federico Beligoy,
preguntando por qué no se había recibido aún una respuesta de la entidad
sudamericana.
En la AFA se
cree también que la expulsión de Lionel Messi ante Chile por el tercer puesto
fue consecuencia de esas cartas y de la cada vez peor relación entre la entidad
y la Conmebol, y siendo Tapia un dirigente “jugadorista”, y Messi, el centro de
toda la imagen del fútbol argentino, había que salir a respaldarlo tras sus
duras declaraciones en las que habló de corrupción y de un campeonato
organizado “para Brasil”.
Así es que
Tapia, citado para aclarar todos estos hechos, concurrió el martes pasado a la
sede de la Conmebol en Luque para ratificar (o, como dijo a Jornada una fuente,
“al menos no rectificar”) todo lo manifestado en las cartas, razón por la que
en forma unánime, los presidentes de las otras nueve federaciones nacionales
decidieron quitarle la confianza, el cargo de representante ante la FIFA y
llamar a elecciones para cubrir ese puesto, en las que, paradójicamente, Tapia
puede participar como presidente de la AFA, aunque suena descabellado que lo
haga.
La consecuencia
de estos hechos es el aislamiento de la AFA o, en otras palabras, el cada vez
mayor aislamiento, porque esta AFA de Tapia está enfrentada a River, a San
Lorenzo, a la Superliga, a las Ligas Federales, a los equipos perjudicados en
el ascenso en la B Metropolitana, al Vaticano, a Israel, a la Conmebol, al
Comité Arbitral de la Conmebol.
Cuesta recordar
una situación parecida en la historia del fútbol argentino, si bien la AFA ha
tenido duros enfrentamientos con la FIFA y la Conmebol, como aquel enojo al
perder la sede mundialista de 1938 ante Francia que le costó 24 años de
aislamiento mundialista.
Sin embargo,
esto es peor. Una AFA manejada por una dirigencia que sigue de atrás a los
jugadores, que marcan los pasos a seguir. Y no hace falta ir muy lejos: tras el
Mundial de Rusia 2018, Sebastián Becaccese hizo una revolución en Defensa y
Justicia, obtuvo el subcampeonato en la pasada Superliga y lo clasificó para la
Copa Libertadores 2020, mientras que el defenestrado Jorge Sampaoli, de muy
buena campaña previa con el Sevilla antes, ahora va como único líder del
Brasileirao (el torneo nacional del país vecino) con el Santos.
¿Lo que ocurrió
en el Mundial de Rusia fue por Sampaoli y Becaccese o por alguna razón ellos no
pudieron ser lo que habitualmente son ni trabajar como lo hacen habitualmente? ¿Que
Gerardo “Tata” Martino haya salido campeón con el Atlanta United en la MLS de
los Estados Unidos, y luego campeón de la Copa de Oro norteamericana con la
selección mexicana, habla sólo de él o de algo que no funcionó en la selección
argentina?
¿Será casualidad
que el director de Selecciones Nacionales, César Luis Menotti, tan proclive a
hablar, y que lo hizo de manera continua antes de la Copa América de Brasil,
ahora permanece tan callado?
Lo que no parece
casual es que con todos estos hechos, y con esta dirigencia, la AFA se
encuentre cada vez más aislada del mundo y tenga que volver a remar, acaso ya
sin sentido y sin credibilidad, para tratar de recuperar el espacio y el tiempo
perdidos, como si fuera el Día de la Marmota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario