La selección
uruguaya siempre se caracterizó por su solidez grupal. Desde hace casi dos
décadas que tiene al mismo entrenador, Oscar Tabárez, y se destaca por sus dos
duplas, la de sus defensas centrales Diego Godín y José María Giménez, y por la
del ataque, con sus delanteros Luis Suárez y Edinson Cavani. Sin embargo, hubo
un solo tema que ni se habló durante la Copa América de Brasil para no generar
irritación ni grietas entre sus jugadores: el pase del francés Antoine
Griezmann al Barcelona.
Hace apenas un
año, Griezmann era recibido con los brazos abiertos por la plantilla del
Barcelona. Terminaba su contrato con el Atlético Madrid y tenía todos los
números para pasa al Barcelona, y se habían pronunciado a su favor tanto Lionel
Messi como Luis Suárez, pero todo cambió cuando en un video, producido además
por Gerard Piqué, y a pocos días antes de comenzar el Mundial de Rusia, el
francés anunciaba que se quedaría en el club de la capital española.
Sin embargo, el
acuerdo con el Atlético por una cláusula de 200 millones de euros hasta el 30
de junio pasado, y de 120 millones desde el 1 de julio, tornaba demasiado
accesible su pase al Barcelona, sumado a su deseo de marcharse del Atlético
Madrid al acabarse un ciclo con la salida de su amigo Godín, la de los
defensores Juanfran, Lucas Hernández y Filipe Luis, y la del volante Rodri. Era
el momento justo para salir y dar un salto hacia adelante, y queda claro en cada
entrevista durante estos días, en las que cuenta que copiaba cuando podía la
forma de moverse del ataque azulgrana, o que considera a Lionel Messi “el Le
Bron James del fútbol, la imagen misma de este deporte, así como Le Bron lo es
del baloncesto”.
Sin embargo,
Griezmann sabe bien que el clima en el vestuario no es el mismo que un año
atrás. Messi y Suárez quedaron muy mortificados con su última decisión de
quedarse en el Atlético Madrid y ya cuando el argentino dio una conferencia
junto con Piqué en el campo de entrenamiento del Barcelona en San Joan Despí un
día antes de la final de la Copa del Rey ante el Valencia, los dos atinaron a
decir que ese tema era cuestión de los dirigentes y no suya, muy distinto que
cuando en 2018, Messi le dio públicamente la bienvenida.
Por eso es que
en el vestuario uruguayo nunca se mencionó nada referente a Griezmann. Porque
dos de los jugadores más influyentes del equipo tienen una posición opuesta.
Godín, el capitán “celeste”, es el padrino de la hija del francés (a tal punto
llega esta relación forjada en el Atlético Madrid de Diego Simeone), mientras
que Suárez no se repuso de aquel “no” del francés en 2018. La respuesta
inteligente de Griezmann en estas horas va en el mismo camino: “No hay nada que
no se pueda arreglar en el campo, con asistencias”.
Y esto nos
remite al sistema que debería utilizar el entrenador Ernesto Valverde para la
temporada siguiente con el Barcelona. ¿Dónde rendiría mejor Griezmann? Como
Messi, sus comienzos en el fútbol profesional fueron desde una banda, para irse
yendo hacia el centro del campo y reiteradamente comentó a Simeone de su
incomodidad de jugar en los costados, porque siente que se le cierran las
chances de moverse.
Sin embargo, ese
lugar es claramente para Messi, a no ser que Valverde determine un 4-3-2-1, con
el argentino muy cerca de su misma línea, por detrás de Suárez. Un sistema más
ofensivo con la vuelta al abandonado 4-3-3 del pasado, obligaría a Griezmann a
jugar por la banda, pero eso podría incomodarlo. A su vez, el francés no es un
nueve de área, sino un segunda punta, alguien que juega por detrás del goleador
y que puede romper líneas o llegar desde atrás con remate franco, y por eso
tuvo éxito jugando para Mbappé o Giroud en la selección de su país, o con Diego
Costa en el Atlético, por lo que en el Barcelona sería, en principio, un buen
complemento para Suárez.
La otra
perspectiva se abre si Neymar regresara al Barcelona, como trata de negociar el
club catalán y pretende el brasileño. Acaso allí, el actual jugador del PSG
podría regresar a la banda izquierda, y para que encajen los cuatro en el
equipo titular, lo más lógico parece ser el 4-2-3-1, con Messi más libre desde
la derecha, Griezmann por el centro, detrás de Suárez, y Neymar por la
izquierda.
Claro que un
esquema como este necesitaría de un mediocampo sólido y con importante
capacidad de recuperación, con un Sergio Busquets de mediocentro que deberá
recuperar el nivel perdido la temporada pasada, y con la duda de si lo
acompañaría Iván Rakitic, Arthur o el holandés Frenkie De Jong, nuevo fichaje
del Barcelona. También este esquema pondría en dudas cuándo y cómo pasar al
ataque por parte del lateral izquierdo Jordi Alba, socio clave de Messi en las
temporadas pasadas. Seguramente necesitaría el factor sorpresa para lanzarse en
ocasiones propicias, necesitando que se cierre Neymar.
Todas hipótesis
para un Barcelona que va construyendo uno de los planteles más ricos que haya
tenido jamás. Habrá que comprobar si esta vez Valverde lo sabrá aprovechar.
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