El fútbol
argentino se asume como exportador. Está acostumbrado a eso y convive con la
venta de jugadores al exterior, principalmente a Europa, desde hace casi un
siglo, aunque todo se intensificó desde 1982, cuando se abrió la frontera de la
Liga Italiana.
Es muy común
escuchar a los principales jugadores, desde que existe la TV por cable, o el
internet, decir que su máximo objetivo es triunfar en un club europeo poderoso
y hasta los más importantes de Argentina (Boca Juniors, River Plate, Racing
Club, Independiente, San Lorenzo de Almagro) han tenido que aceptar que así
como antes las entidades más pequeñas eran un paso hacia las grandes dentro del
país, ahora son ellas las que apenas significan un paso hacia Europa.
Ligas emergentes
como la MLS de los Estados Unidos, o los clubes chinos, también significan una
posibilidad de progreso, pero el máximo objetivo es tratar de llegar a “La
Meca” del fútbol, una liga europea poderosa. Hasta los entrenadores que tuvo la
selección argentina suelen partir de la base, para convocar jugadores, de que
quienes participan en las ligas europeas son mejores que los locales, o tienen
otro ritmo de competencia, u otro roce internacional.
Esto mismo
ocurre desde hace muchos años en Brasil, y en el resto de las ligas
sudamericanas está instalada la idea, y acaso la creencia del propio mercado de
transferencias, de que el puerto de salida para el fútbol europeo pasa por
Argentina o Brasil. Hay que destacarse en esas ligas, o a lo sumo en la
uruguaya, para llegar a Europa.
Por esa misma
razón, sorprendió al fútbol argentino cuando hace medio año comenzó a circular
la versión de que el volante Daniele De Rossi, campeón mundial con Italia en
Alemania 2006, estaba estudiando la posibilidad de seguir su carrera en Boca
Juniors una vez que terminara su vínculo con la Roma, único club en el que
había jugado en toda su carrera.
De Rossi, quien
acaba de cumplir 36 años el pasado 24 de julio, fue compañero, en la Roma, del
ex defensor argentino Nicolás Burdisso, hoy manager del equipo argentino, quien
lo contactó porque sabía de sus simpatías con el club de Buenos Aires gracias
al fenómeno que significó en 1981 la contratación de Diego Maradona y por sus
vínculos históricos con Italia (fue fundado por italianos el 3 de abril de 1905
y el barrio en el que se encuentra su mítico estadio, la Bombonera, se emplaza
en el barrio de la Boca, que tiene mucha semejanza con los puertos italianos de
Nápoles o Génova).
De todos modos,
el rumor de un posible pase de De Rossi a Boca se tomó en el ambiente con
escepticismo. La diferencia del nivel de vida entre Argentina e Italia, las
permanentes salidas de jugadores, y las ofertas que De Rossi tenía de la MLS
estadounidense y de la Fiorentina, cuando se supo que la Roma ya no le
renovaría el contrato, a fines de mayo pasado, atentaban contra su llegada a la
Superliga argentina.
Sin embargo,
Burdisso acabó convenciendo a De Rossi, quien firmó un contrato hasta 2021 (que
puede romper cada semestre si lo desea) y el italiano fue presentado ayer en
Buenos Aires en medio de una gran euforia, ya se entrenó tres veces con el
equipo, y se especula con que podría debutar ante Almagro (de la Segunda
División) por la Copa Argentina, o contra Aldosivi de Mar del Plata por la
tercera jornada de la Superliga, en la Bombonera, ante su público.
El pasado
domingo, De Rossi observó el empate entre Boca y Huracán (0-0) por la primera
jornada de la Superliga desde una platea junto a varios jugadores que fueron
reservados por el entrenador Gustavo Alfaro porque el miércoles por la noche,
también en Buenos Aires, el equipo se juega el pase a los cuartos de final de
la Copa Libertadores de América ante el Atlético Paranaense de Brasil, al que
los argentinos vencieron 0-1 en la ida.
De Rossi sabe de
las urgencias de Boca. En la presentación oficial fue muy educado y solícito, y
dijo bien claro que el verdadero objetivo, más allá de los deseos de “ganar
todo” es “conseguir la Copa Libertadores”, que se le niega al club desde 2007,
y lleva seis en su historia (a una del récord, que lo tiene su compatriota
Independiente, con siete) aunque viene de un hecho muy doloroso, el haber
perdido la final pasada, en diciembre, ante su clásico rival, River.
De Rossi es el
primer europeo campeón del mundo que llega al fútbol argentino en más de un
siglo de historia, aunque Boca ya tuvo once europeos en sus filas, entre ellos
tres italianos, tres españoles, dos gibraltareños, un belga, un escocés y un
húngaro.
De Rossi,
además, será el octavo italiano nativo que jugará en el fútbol argentino.
“Vine
a un país donde la gente está loca por el fútbol y si me convocaron es porque
piensan que todavía puedo dar mucho, pero tengo que adaptarme y necesito una
semana, diez días, para ponerme a tono”, dijo De Rossi, quien recordó los
duelos en el pasado, en la Serie A italiana, con dos de sus compañeros de ahora
en la plantilla, Carlos Tévez (Juventus) y Mauro Zárate (Lazio).
También De Rossi
destacó la importancia de su ex compañero argentino de la Roma, Diego Perotti,
quien pasó brevemente por el club argentino, y cuyo padre, Hugo Perotti, fue
campeón en los años ochenta y ex compañero de Maradona en aquellos tiempos.
De Rossi llegó a
la Argentina con su esposa y un grupo de amigos, y se entrenó cerca de su casa,
en la playa romana, junto a su amigo y también ex jugador de la Roma y campeón
mundial 2006, Francesco Totti.
¿Qué puede
aportar De Rossi al juego de Boca? Seguramente recuperación de balón y buena
distribución, gran colocación en la mitad del campo, y despliegue, seguramente
al lado de otro volante que cumpla una función parecida.
De Rossi ha
provocado una revolución en el fútbol argentino, y aún no ha comenzado a jugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario