martes, 30 de julio de 2019

De Rossi, in italiano en la Boca (Interia)





El fútbol argentino se asume como exportador. Está acostumbrado a eso y convive con la venta de jugadores al exterior, principalmente a Europa, desde hace casi un siglo, aunque todo se intensificó desde 1982, cuando se abrió la frontera de la Liga Italiana.
Es muy común escuchar a los principales jugadores, desde que existe la TV por cable, o el internet, decir que su máximo objetivo es triunfar en un club europeo poderoso y hasta los más importantes de Argentina (Boca Juniors, River Plate, Racing Club, Independiente, San Lorenzo de Almagro) han tenido que aceptar que así como antes las entidades más pequeñas eran un paso hacia las grandes dentro del país, ahora son ellas las que apenas significan un paso hacia Europa.

Ligas emergentes como la MLS de los Estados Unidos, o los clubes chinos, también significan una posibilidad de progreso, pero el máximo objetivo es tratar de llegar a “La Meca” del fútbol, una liga europea poderosa. Hasta los entrenadores que tuvo la selección argentina suelen partir de la base, para convocar jugadores, de que quienes participan en las ligas europeas son mejores que los locales, o tienen otro ritmo de competencia, u otro roce internacional.

Esto mismo ocurre desde hace muchos años en Brasil, y en el resto de las ligas sudamericanas está instalada la idea, y acaso la creencia del propio mercado de transferencias, de que el puerto de salida para el fútbol europeo pasa por Argentina o Brasil. Hay que destacarse en esas ligas, o a lo sumo en la uruguaya, para llegar a Europa.

Por esa misma razón, sorprendió al fútbol argentino cuando hace medio año comenzó a circular la versión de que el volante Daniele De Rossi, campeón mundial con Italia en Alemania 2006, estaba estudiando la posibilidad de seguir su carrera en Boca Juniors una vez que terminara su vínculo con la Roma, único club en el que había jugado en toda su carrera.

De Rossi, quien acaba de cumplir 36 años el pasado 24 de julio, fue compañero, en la Roma, del ex defensor argentino Nicolás Burdisso, hoy manager del equipo argentino, quien lo contactó porque sabía de sus simpatías con el club de Buenos Aires gracias al fenómeno que significó en 1981 la contratación de Diego Maradona y por sus vínculos históricos con Italia (fue fundado por italianos el 3 de abril de 1905 y el barrio en el que se encuentra su mítico estadio, la Bombonera, se emplaza en el barrio de la Boca, que tiene mucha semejanza con los puertos italianos de Nápoles o Génova).

De todos modos, el rumor de un posible pase de De Rossi a Boca se tomó en el ambiente con escepticismo. La diferencia del nivel de vida entre Argentina e Italia, las permanentes salidas de jugadores, y las ofertas que De Rossi tenía de la MLS estadounidense y de la Fiorentina, cuando se supo que la Roma ya no le renovaría el contrato, a fines de mayo pasado, atentaban contra su llegada a la Superliga argentina.

Sin embargo, Burdisso acabó convenciendo a De Rossi, quien firmó un contrato hasta 2021 (que puede romper cada semestre si lo desea) y el italiano fue presentado ayer en Buenos Aires en medio de una gran euforia, ya se entrenó tres veces con el equipo, y se especula con que podría debutar ante Almagro (de la Segunda División) por la Copa Argentina, o contra Aldosivi de Mar del Plata por la tercera jornada de la Superliga, en la Bombonera, ante su público.

El pasado domingo, De Rossi observó el empate entre Boca y Huracán (0-0) por la primera jornada de la Superliga desde una platea junto a varios jugadores que fueron reservados por el entrenador Gustavo Alfaro porque el miércoles por la noche, también en Buenos Aires, el equipo se juega el pase a los cuartos de final de la Copa Libertadores de América ante el Atlético Paranaense de Brasil, al que los argentinos vencieron 0-1 en la ida.

De Rossi sabe de las urgencias de Boca. En la presentación oficial fue muy educado y solícito, y dijo bien claro que el verdadero objetivo, más allá de los deseos de “ganar todo” es “conseguir la Copa Libertadores”, que se le niega al club desde 2007, y lleva seis en su historia (a una del récord, que lo tiene su compatriota Independiente, con siete) aunque viene de un hecho muy doloroso, el haber perdido la final pasada, en diciembre, ante su clásico rival, River.

De Rossi es el primer europeo campeón del mundo que llega al fútbol argentino en más de un siglo de historia, aunque Boca ya tuvo once europeos en sus filas, entre ellos tres italianos, tres españoles, dos gibraltareños, un belga, un escocés y un húngaro.
De Rossi, además, será el octavo italiano nativo que jugará en el fútbol argentino. 

“Vine a un país donde la gente está loca por el fútbol y si me convocaron es porque piensan que todavía puedo dar mucho, pero tengo que adaptarme y necesito una semana, diez días, para ponerme a tono”, dijo De Rossi, quien recordó los duelos en el pasado, en la Serie A italiana, con dos de sus compañeros de ahora en la plantilla, Carlos Tévez (Juventus) y Mauro Zárate (Lazio).

También De Rossi destacó la importancia de su ex compañero argentino de la Roma, Diego Perotti, quien pasó brevemente por el club argentino, y cuyo padre, Hugo Perotti, fue campeón en los años ochenta y ex compañero de Maradona en aquellos tiempos.

De Rossi llegó a la Argentina con su esposa y un grupo de amigos, y se entrenó cerca de su casa, en la playa romana, junto a su amigo y también ex jugador de la Roma y campeón mundial 2006, Francesco Totti.

¿Qué puede aportar De Rossi al juego de Boca? Seguramente recuperación de balón y buena distribución, gran colocación en la mitad del campo, y despliegue, seguramente al lado de otro volante que cumpla una función parecida.

De Rossi ha provocado una revolución en el fútbol argentino, y aún no ha comenzado a jugar.



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