En mayo de 2018,
la selección argentina iba a jugar un partido amistoso en Israel, a pocos días
de llegar a Rusia para participar del pasado Mundial de fútbol. Sin embargo,
desde Barcelona, donde estaba concentrada preparándose, de repente todo cambió
y tras nerviosas negociaciones, el presidente de la Federación (AFA), Claudio
Tapia, ofreció una breve rueda de prensa en la que comunicó que el partido se
había suspendido, sin fecha prevista, para preservar la seguridad de los
jugadores ante amenazas que habían recibido en caso de tomar parte de ese
encuentro.
En esas
negociaciones tomaron parte dirigentes de la AFA y un argentino enviado por la
empresa israelí organizadora de aquel partido, Comtec, y tras ellas, Tapia dijo
que dejaban la puerta abierta a jugar más adelante y que lo suyo era “una
contribución a la paz mundial”, para sorpresa de los presentes, entre los que
se encontraba este periodista.
Lo que sucedió
días antes en aquella ocasión es que la Federación Israelí había aceptado la
sugerencia de la política local acerca de que el partido se jugara en el
estadio Teddy de Jerusalén y no en el “Ramat Gan” de Tel Aviv, que se
encontraba en obras, y eso molestó a militantes de la causa palestina, que
consideran como propia a la ciudad de Jerusalén y organizaron un boicot para
que no se disputara el partido en esa ciudad y hasta manifestaron en la puerta
del Hotel Sofía, donde estaba concentrada la selección argentina.
Por esta misma
razón, el 25 de agosto de 2018, la FIFA decidió prohibir al presidente de la
Federación Palestina (PFA), Yibril Rajoub, asistir durante un año a partidos
oficiales y amistosos y una multa de 20.000 dólares “por incitar al odio y la
violencia”, hechos penados en el artículo 53 del Código Disciplinario de la
institución.
Ni siquiera
prosperó la propuesta de la empresa israelí Comtec para que el partido se
trasladara a última hora a la ciudad de Haifa, a 50 minutos de Jerusalén, y a
la que treinta mil personas podían desplazarse sin mayor problema. Ya la
situación política había invadido al fútbol y no había vuelta atrás. Con lo que
sí se llegó a especular es con que hubo una promesa de la AFA de ir a jugar a
Israel antes de que finalizara 2019, porque, entre otras cosas, la empresa
habría adelantado el pago de los derechos de TV del partido.
Con esa promesa
se llegó a fines de 2019 cuando a partir de que la Liga Europea de Naciones no
permite jugar amistosos ante selecciones europeas, que tienen casi siempre
cubiertas las ventanas FIFA con partidos oficiales entre equipos de ese
continente, las federaciones de Argentina y Uruguay decidieron jugar un partido
amistoso en noviembre y entonces, por fin, utilizar el escenario israelí para
cumplir con aquella promesa de mayo de 2018 y además, realizar el partido en
Tel Aviv, para evitar conflictos.
Pero cuando todo
parecía arreglado, apareció un nuevo e impensado conflicto, ya que desde hace
ya dos días que unos 200 cohetes diarios fueron disparados al territorio
israelí desde la Franja de Gaza después de que en la madrugada del martes,
Israel llevara a cabo una operación conjunta de inteligencia en la que mató, en
un bombardeo selectivo, a Bahaa Al Ata, líder del brazo armado de la Jihad
Islámica. En ese ataque, murió también su mujer.
El conflicto
bélico va en aumento y corre serio peligro el partido previsto para el próximo
lunes. Los llamados entre los dirigentes de las Asociaciones Argentina y
Uruguaya no paran de cruzarse y lo mismo con la empresa organizadora israelí,
que trata de continuar garantizando la seguridad del espectáculo aunque los
cohetes siguen cayendo y ya hay un registro de veinticinco muertos del lado
palestino.
Al mismo tiempo,
este sábado, dos días antes del Argentina-Uruguay, deben jugar las selecciones
de Israel y Polonia por la clasificación para la Eurocopa, en el estadio Teddy
de Jerusalén. En este punto, la Federación Polaca ratificó su intención de
disputar el partido, pero dejó en manos de la UEFA la decisión final, que puede
ser determinante para la decisión acerca del amistoso entre Argentina y Uruguay
(mientras militantes pro-palestinos manifestaron anoche en la puerta de las
sedes de las Asociaciones Argentina y Uruguaya, en Buenos Aires y Montevideo,
para que los equipos no jueguen el partido).
Si bien de
manera extraoficial, ambas dirigencias, argentina y uruguaya, determinaron que
una de las posibilidades para decidir si se juega o no el amistoso del lunes en
Tel Aviv es esperar a que la UEFA determine primero qué ocurrirá entre Israel y
Polonia: si se juega, dónde y cuándo se juega, y en el caso de realizarse, que
también jueguen los sudamericanos y de no llevarse a cabo, tampoco disputarse
el amistoso.
Por eso, el
clásico sudamericano entre Argentina y Uruguay depende mucho de lo que pase
antes entre Israel y Polonia. En la primera ventana de la FIFA, la selección
argentina enfrentará a Brasil en Ryad, Arabia Saudita, mientras que Uruguay
hará lo propio ante Hungría, en Budapest.
¿Deberán los
israelíes seguir esperando para ver en el campo a Lionel Messi?
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