“Benvenidos,
benvenidos”. Con estas palabras, y al borde de las escaleras del avión,
acompañado del director general de la empresa que compró los derechos de
organización del partido entre las selecciones de Argentina e Israel, Daniel
Benaim, y en un castellano con un toque de cocoliche, el multimillonario
canadiense-israelí Silvan Adams recibió a las dos delegaciones sudamericanas
que jugarán el lunes a las 21,15 local (16,15 de la Argentina) un histórico
clásico rioplatense en tierras hebreas.
El partido entre
Argentina y Uruguay se llevará a cabo en el nuevo estadio de Bloomfield (con
capacidad para 30.000 personas) y con entradas que se vendieron en tan sólo dos
horas, con valores entre los 27.5 (para menores) y los 56 dólares para las
tribunas, y entre 80 y 240 dólares para las plateas, pero habrá, además, un
sector dedicado solamente a niños de la periferia (judíos, cirstianos y
musulmanes) y de organizaciones sociales, especialmente del Centro Shimon Peres
para la Paz.
“Las selecciones
de Argentina y Uruguay llegan a Israel para una fiesta histórica del fútbol
sudamericano. Después de varios días difíciles y negociaciones muy largas,
además de la competencia con otros países del mundo que tienen mucho más
dinero, el grupo consiguió comprar los derechos de este partido”, consignó
Comtec, la empresa de Benaim, en un comunicado.
Nada de todo
esto es casual porque la organización de este partido contó con el apoyo de
Adams, un filántropo que es uno de los cuatro hijos de Marcel, de 98 años, y
según la revista Forbes, el segundo anciano más rico del mundo, con una fortuna
calculada en 1700 millones de dólares (detrás de Chang Yun Chung, con 1900).
Marcel Adams, un
rumano de origen que antes se apellidaba Abramovich, logró escaparse de los
campos de concentración en 1944. Emigró a Israel como sobreviviente del
Holocausto, y desde 1951 se estableció en Canadá, donde creó la desarrolladora
de negocios inmobiliarios Iberville Developments, en la que Silvan, su hijo,
fue CEO por veinticinco años hasta que en 2015 hizo “aliá” y emigró a Israel y
se instaló en una zona lujosa de las ramblas de Tel Aviv, cerca de los mejores
hoteles de la ciudad.
Con su esposa
Margaret, Silvan creó una fundación para ayudar en proyectos médicos y
educativos en Israel y Canadá. Ofrece becas y doctorados en la Academia de
Ciencias y Humanidades de Israel, y otorga el premio “Bonei Zion” para inmigrantes
israelíes de habla inglesa que hayan impactado en campos de la medicina,
ciencia, educación y trabajo, ONG, cultura, negocio, tecnología, artes o
deportes desde 2013, con una asignación de diez mil dólares.
Adams tiene como
pasión y hobby al ciclismo, que también practica (En 2017 ganó, con más de 40
años, el Campeonato Mundial de Maestros en Manchester, y fue muchas veces
campeón mundial de Contrarreloj en la especialidad). Es copropietario del
equipo Academia de Ciclismo de Israel (ICA), fundado en 2015 y que forma parte
de la Unión Ciclista Internacional (UCI) y en 2017, gracias a sus aportes, se
estableció el primer Instituto para la Excelencia del Deporte en Israel en la
Universidad de Tel Aviv, la “Sykvan Adams Cycling Network”, y también donó dinero
para la “Sylvan Adams Commuter Path”, una ruta en bicicleta que conecta Tel
Avir con zonas aledañas para generar que muchas personas viajen a sus trabajos
en bibicleta de forma más rápida y segura. En mayo de 2018, consiguió que se
construyera el primer velódromo de Israel y Medio Oriente.
Pero su vínculo
con el ciclismo no termina allí. En 2018 fue el encargado de llevar a Israel el
Giro de Italia a Israel y para eso donó ochenta millones de dólares y fue
designado Presidente Honorario de la competencia. También apuntaló la
pavimentación de una bicisenda en el parque Hayarkón de Tel Aviv, que lleva su
nombre, con la intención de extenderla a la periferia. Ese mismo año donó otros
cinco millones de dólares para el proyecto Space II, a cargo de una ONG que
trabaja para que una nave israelí llegue a la luna por primera vez en la
historia del país.
Ya en 2019,
financió la presentación de Madonna en dos canciones durante el festival de
Eurovisión llevado a cabo en Tel Aviv, para lo que le pagó un millón de
dólares.
La idea de la
llegada de la selección argentina a jugar en Israel surgió el 3 de agosto de
2013, cuando el Barcelona visitó el país con el auspicio del Centro Shimón
Perez para la Paz, relacionada con el fallecido poeta, escritor, ex presidente y
dos veces primer ministro israelí.
Desde entonces,
los organizadores israelíes buscaron por años que Messi fuera a jugar un
partido con la selección argentina, que estuvo a punto de concretarse a
principios de junio de 2018 con un amistoso ante el representativo local, pero
se terminó posponiendo. En aquella ocasión, iba a jugarse en el estadio Teddy
Kollek de Jerusalén (34000 espectadores) hasta que finalmente se estableció
para este lunes y en el Bloomfield de Tel Aviv.
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