Cuando el
árbitro brasileño Raphael Claus dio por finalizado el partido y el ecuatoriano
Independiente del Valle se convertía anoche en campeón de la Copa Sudamericana
al vencer al argentino Colón de Santa Fe, estaba cumpliendo con el paso
siguiente de su proyecto comenzado hace una década, y que no sólo pasa por
obtener títulos sino, especialmente, en formar jugadores con visión de futuro.
Con apenas diez
años en la Primera División de Ecuador y fundado el 1 de marzo de 1958,
Independiente del Valle ya jugó antes una final de la más importante Copa
Libertadores en 2016 pero en aquella ocasión fue derrotado por el Atlético
Nacional de Medellín que dirigía Reinaldo Rueda (hoy en la selección chilena).
“La vez
anterior, en 2016, sólo fuimos a disfrutar de jugar una final, pero ahora tenía
que ser nuestra”, afirmó tras el partido de Asunción el defensor Fernando León,
de 26 años, único sobreviviente de aquel plantel –que llegó a eliminar a River
Plate en cuartos de final y a Boca Juniors en semifinales- y autor del primer
gol de la final en La Nueva Olla. También sostiene que la clave del equipo “es la solidaridad. Todos se brindan por el
bien común”.
“El fútbol es la
mejor excusa para estar unidos”, dice el entrenador de los “Rayados del Valle”,
Miguel Ángel Ramírez, porque “el país vivió muchos momentos desagradables y yo
sentí mucho dolor”. Es español, tiene 35 años (es menor que el volante
argentino Cristian Pellerano, que tiene 37) y nunca fue futbolista. Tiene un
doctorado en ciencias de la Actividad Física y antes de llegar al Ecuador,
trabajó seis años en la Academia Aspire, de Qatar. Asumió en mayo pasado en el
partido ante la Universidad Católica de Chile por la Copa Sudamericana (ganó
Independiente 5-0) ante la sorpresiva salida de su compatriota Ismael Rescalvo,
que se fue al Emelec, uno de los clubes más grades del país.
“En esta lucha,
el que consiga más espacios, va a llegar a más”, suele decir Ramírez, que
consiguió con Independiente del Valle el tercer título continental para Ecuador
y el segundo de Copa Sudamericana. Los dos anteriores los había conseguido otro
equipo de la región de Quito, la Liga (en 2008, obtuvo la Copa Libertadores y
en 2009, la Sudamericana, ambos ante el mismo rival, Fluminense).
Este triunfo de
Independiente del Valle es una demostración de la fuerza y la pujanza de San Juan Bautista de Sangolquí, la segunda
urbe más grande y poblada de la provincia de Pichincha en zona centro-norte de
Ecuador, conocida como “Corazón del Valle”, sobre el Valle de los Chillos, a
2500 metros de altura, la octava ciudad más poblada del país con 75.080
habitantes según el último censo de 2010, y uno de los más importantes centros
administrativos, financieros, económicos y comerciales de la provincia después
de Quito, la capital. Es productora del llamado “maíz de Chillo” (con granos
grandes y amarillos).
Es en Sangolquí,
donde Independiente tiene un estadio con capacidad para 7300 personas, pero se
las fue arreglando para poder construir allí el Centro de Alto Rendimiento de
Chillo Jijón, un complejo con todas las facilidades: tres canchas
reglamentarias, gimnasios, áreas de soporte médico y fisiológico, y lugares
para hospedarse y formación integral de noventa jóvenes, de los que después,
muchos de ellos llegan a la Primera.
Gracias a un
convenio formado con la Academia Aspire de Qatar para transferencia de
experiencias en procesos futbolísticos, pudieron ir logrando el apoyo necesario
para mejorar la calidad del trabajo y llegaron a aportar una importante
cantidad de jugadores a las distintas selecciones nacionales.
A principios de
este año, aportaron nueve jugadores a la selección que fue campeona
sudamericana en Chile y luego, tercera en el Mundial de Polonia, dirigida por
el argentino Jorge Célico. También en la actual sub-17 que compite en el
Mundial de Brasil hay nueve jugadores de Independiente del Valle y en todos los
equipos que participan en el torneo de Primera División hay al menos un jugador
surgido de las divisiones inferiores de los sangolquileños.
Los jóvenes
formados allí reciben educación secundaria, viven en la residencia del club, y
tienen el apoyo de entrenadores, fisioterapeutas y médicos, y reciben
incentivos económicos, desde 40 a 200 dólares.
“A mí me gusta
mucho usar el fútbol como herramienta de cambio y este club, si algo hace, es
eso: que el fútbol sea la mejor excusa para ayudar a cambiar vidas”, reflexiona
el DT Ramírez, otro español que emigró a Qatar como también Félix Sánchez Bas,
el actual entrenador de la selección qatarí, y formado en La Masía del
Barcelona.
“En el nivel
formativo manejamos un método de entrenamiento en el que intentamos enseñar al
jugador todos los conceptos. En Primera hacemos algo distinto, porque estamos
más enfocados a la competencia y al rendimiento, manteniendo el mismo estilo de
juego siempre”, destaca Ramírez.
En los últimos
meses, juveniles formados en Independiente del Valle fueron transferidos al
exterior, como Gonzalo Plata al Sporting Lisboa, Moisés Ramírez a la Real
Sociedad B, Stiven Plaza al Real Valladolid, o Jordan Rezabala al Xolos de
Tijuana.
Al éxito
deportivo por haber alcanzado su primera Copa Sudamericana, que además le permitirá
disputar la Recopa ante el ganador de la final de la Copa Libertadores entre
River y Flamengo, y la Suruga Bank en Japón, Independiente del Valle se llevará
a sus arcas 6.750.000 dólares en premios (4 de ellos, por la final ganada
anoche en Asunción).
“Se podría
pensar que al ser muy jóvenes, no se toman en serio las cosas porque todos
están entre los 20 y los 23 años, pero al juntarse con Pellerano y Efren Mera
(33), los más veteranos, terminan siendo
muy profesionales, sostiene Luis Fernando León.
Mera y Pellerano
son los dos más veteranos del equipo “negriazul” y considerados como “hombres
claves”, acaso con el delantero panameño Gabriel Torres. “Pero ellos no son los
únicos - sostiene el DT Ramírez- porque tengo otros nueve jugadores y podemos
ganar de cualquier modo, si nos atacan o si nos dan la pelota. Estamos
preparados para todo”.
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