Repentinamente, y cuando pocos lo preveían, llego la paz entre los poderosos clubes europeos y la FIFA. Nadie podía prever que luego de un lustro de durísimos enfrentamientos entre el llamado G-14, la entidad que contaba con los más fuertes clubes de Europa, que últimamente ya sumaban dieciocho, y que había llegado al lugar que más duele a los dirigentes del fútbol actual (los tribunales ordinarios de Justicia, a los que niegan y aborrecen), y la FIFA, el acuerdo sellado sea prácticamente total y definitivo, y que deja en claro algo fundamental: si bien todos cedieron, el acuerdo pasa por ir concentrando el fútbol mundial al continente europeo.
Si la FIFA, a través de su presidente Joseph Blatter siempre respondía secamente que el G-14 “no es un interlocutor válido” por no ser una confederación continental-cuando la FIFA, como entidad multinacional, sólo dialoga con las confederaciones continentales y en todo caso éstas deben dialogar con los clubes de su área-, ahora en cambio acepta la próxima conformación de una Asociación de Clubes Europeos, nueva, distinta al ya disuelto G-14, que es una forma de darles entidad.
Esto no es casual, porque este cambio rotundo de relación, por el que también se retiran las anteriores demandas judiciales que tanto ruido mediático hicieron, en especial el caso Olmers en Bélgica,- del que tantas veces hemos hablado en esta columna-, se debe principalmente a que desde hace escasos meses la UEFA es dirigida por el ex crack francés Michel Platini, considerado delfín de Blatter en la política internacional del fútbol, al vencer en las elecciones al sueco Stefan Johansson, claro opositor desde Europa a la política de FIFA y no casualmente candidato opositor a Blatter a la misma presidencia de la entidad mundial.
Desde que Platini asumió como presidente de la UEFA, puede considerarse que la FIFA extendió ahora sus dominios a lo que más le interesaba: el manejo del poder mayor del fútbol, el continente que alberga a los clubes más fuertes, y a los mejores jugadores del mundo, ya que a esta “meca” llegan de los cinco continentes. Y así fue como en una de sus primeras medidas, Platini inmediatamente comenzó a diseñar una Champions League del futuro en la que habrá más plazas para los equipos provenientes de países no tan poderosos de Europa (no casualmente, sus votantes a la horade elegir presidente de la UEFA). Además de favorecer a sus aliados, también podía interpretarse como un contraataque a los poderosos del G-14 que tanto presionaron a la FIFA con trabar la cesión de sus jugadores extranjeros a sus seleccionados, especialmente a los de países lejanos o periféricos, exigiendo el pago de un seguro para esas cesiones, y presionando para que se bajara la cantidad de partidos internacionales por año.
En esta materia, habíamos observado personalmente en Zurich a un Blatter cada vez más ambiguo cuando nos tocó estar en distintas ruedas de prensa de Blatter con el periodismo especializado, hasta que llegó esta semana en la que por fin, se difundió el acuerdo entre las partes, y para que el poderoso G-14 se disolviera, algo demasiado fuerte, y favorable, debió ocurrir, y así fue.
Si uno de los puntos del acuerdo es que ante cada cesión de jugadores a los seleccionados, por parte de los equipos europeos, éstos cobrarán un seguro por parte de la UEFA, de 4000 euros al día y por cada jugador, ya esto se acerca mucho a la pretensión original, pero si a eso se le agrega que desde 2008 los clubes europeos sólo se verán obligados a ceder una sola vez a sus jugadores a los seleccionados nacionales para partidos fuera del continente europeo, esto prácticamente obliga a todos los seleccionados no europeos que disponen de jugadores en Europa, a planificar amistosos dentro del continente europeo. De esta manera, claro, se evita el desgaste de los viajes de los jugadores, y al mismo tiempo, se atrae a las grandes figuras al continente europeo.
El mayor problema lo tendrán justamente países como Japón, así como Brasil, Argentina, Uruguay o México, tal vez Australia o Corea del Sur, o los africanos, porque sus públicos están casi condenados a ver a sus grandes estrellas en contadísimas ocasiones en sus estadios, sólo en las copas continentales, o en eliminatorias para los mundiales, pero en cuanto a amistosos, sólo una vez al año podrán ver a sus jugadores de las ligas europeas, lo cual suena a desequilibrio.
Cabe preguntarse si ahora, por ejemplo, Boca Juniors solicitará el mismo seguro de los 4000 euros diarios por jugador, cuando ceda a Carlos Morel a la selección paraguaya, o River Plate haga lo mismo cuando ceda a Sebastián Abreu a la uruguaya. Es un tema que seguramente comenzará a ser analizado ahora por los otros dirigentes, los no europeos.
Todo indica que a este ritmo, al fútbol “periférico” (por llamar así al de una segunda línea compuesta por dirigentes de federaciones como las principales de Sudamérica, México, Africa o Asia) deberán conformar una asociación parecida a la nueva que conformarán los clubes europeos, porque éstos, a través de Joan Laporta (presidente del Barcelona) y Ramón Calderón (presidente del Real Madrid), ya insinuaron que ahora van por lo que les queda, que ya no es tanto: cambiar la fecha de realización de la Copa Africa, que casualmente comienza este domingo en Ghana, que es la única que entorpece los torneos de clubes europeos al quitarles a los equipos a muchos jugadores (especialmente en Le Championnat francés).
Pero a no dudarlo: la llegada de Platini a la UEFA ya ha dado su fruto principal desde que ejerce el poder continental europeo: se disolvió el G-14, y se logró, por parte de los clubes europeos poderosos, lo que se buscaba: todo dentro de Europa y todo girando en torno a Europa, adiós a las largas travesías de estrellas que ganan fortunas, aunque éstas se coticen más cuando se destacan con sus selecciones nacionales y muchas veces llegan a Europa por eso mismo. Ahora Europa lo fiscaliza y lo decide todo, y con la anuencia de la UEFA y de la FIFA.
El nuevo orden mundial acaba de concretarse.
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