Por estos días, una de las principales noticias del mundo del fútbol y los negocios pasa por la decisión de la Premier League inglesa de expandir su poderoso fútbol por otros países y hasta continentes, sabiendo de la importancia y la adhesión que genera su torneo en el mundo entero, y es por eso que ya se contempla jugar, desde la temporada que viene, una serie de partidos en lugares como Hong Kong, Pekin o Los Angeles.
Esta idea, revolucionaria por donde se la mire, es además inteligente aprovechando lo que comentábamos la semana pasada, acerca de que la UEFA y la FIFA (desde hace un año, por primera vez casi lo mismo) han determinado reducir la cantidad de partidos internacionales amistosos de selecciones fuera del viejo continente, lo que hace que cientos de millones de aficionados se queden sin ver a sus ídolos en las canchas.
Pero el país que va avanzando silenciosamente en lo mismo, y desde un continente insospechado hasta hace poco, es México. Si en 2001 alguien pudiera comentar esto que ocurre ahora, los propios integrantes del ambiente nos hubieran tildado de locos, o de utópicos.
Hasta el Mundial de Corea del Sur y Japón en 2002, la liga mexicana pagaba salarios tan altos en dólares, que no se llegó a plantear una salida al exterior de sus principales jugadores, porque no necesitaba ese dinero. Apoyado en la gran expansión empresaria ligada al fútbol, el torneo mexicano podía albergar, como pocos, a todas sus figuras y por esa misma razón, Hugo Sánchez, justamente ahora entrenador de la selección nacional, se convirtió en un mito por sus goles en el Atlético y en el Real Madrid en los años ochenta.
Pero al terminar el Mundial 2002, el fútbol mexicano no sólo se decidió a exportar masivamente a sus jugadores (Pavel Pardo en Alemania, Francisco Palencia, Torrado, Vela, Guardado o Rafa Márquez en España, Salcido en Holanda), sino que también los mismos empresarios que antes lo mantenían todo a puertas cerradas, han decidido expandirse, a la búsqueda de adquirir paquetes accionarios en otros países.
El camino lo marcó, sin dudas, el excéntrico presidente de la Universidad Autónoma de Guadalajara, más conocido como “Chivas”, Jorge Vergara, un magnate que maneja el negocio de las hierbas revitalizantes “Omni-life” y que ha hecho negocios con presidentes de su país, y que ha adquirido el Saprissa de Costa Rica, ha comprado la franquicia de “Chivas-USA” en la Major Ligue Soccer en los Estados Unidos y ha pujado por otros clubes, como el mismísimo Atlético Madrid, aunque fue rechazado por el fallecido Jesús Gil y Gil, presidente en aquellos tiempos de los años noventa.
Y por este tiempo en el que ya México tiene protagonismo en Mundiales, Copas de Oro de la Concacaf, Copas América de selecciones y sus equipos en la Copa Libertadores de América, han aparecido ya otros fuertes intentos de quedarse con paquetes accionarios en el mundo.
Esta misma semana, para sorpresa de muchos, al mismo tiempo empresarios mexicanos han pujado por un club argentino y otro español.
En España, Carlos Slim Domit, hijo del principal millonario del mundo (con una fortuna de 67.000 millones de dólares según la revista Forbes), ha aparecido para ofrecer una suma de 40 millones de dólares para quedarse con la mayoría del paquete accionario del Deportivo La Coruña, que se encuentra atravesando una grave crisis luego de que se le fueran aquellos cracks que dieron lugar por varias temporadas al “Super Depor” (Mauro Silva, Donato, Fran, Luque, Mackaay, Sergio, Diego Tristán), y pelea por no descender a la Segunda división, en tanto que su presidente, Augusto César Lendoiro, cada día es más cuestionado.
Slim no se queda allí sino que está estudiando su posible ingreso a la Fórmula Uno, que podría estar asociado con el intento de llevar algún Gran Premio para su país en un futuro cercano.
Y al mismo tiempo, y en una situación extraña, el club Talleres de Córdoba, de Argentina, que tiene una gran tradición en Primera pero que se encuentra en el Nacional B (Segunda) desde hace algunas temporadas por otra grave crisis económica (por primera vez en muchos años, la pujante provincia de Córdoba, en el centro del país, no tiene ningún representante en el principal torneo argentino), dos empresarios mexicanos han pujado por quedarse con el control de exte club.
Por un lado, el argentino aunque residente en México desde hace muchos años, Sergio Ahumada, hoy muy poderoso a partir de su espuria relación con políticos del país norteamericano, donde apareció incluso en un sonado video sobornando al coordinador de la Cámara de Diputados, René Bejarano y por lo tanto, ambos fueron encarcelados, estuvo interesado desde un principio en Talleres, mientras que el Pachuca, el club mexicano considerado modelo organizacional y que ha construido la notable “Ciudad del fútbol”, apareció con una oferta, al estilo de lo que es “Chivas USA” para Vergara.
Todo indicaba que lo mejor para Talleres era tomar la oferta del Pachuca, porque este club, que incluso ha llegado a jugar el reciente Mundial de Clubes y es el primero de México en ganar una copa en Sudamérica, la Sudamericana de 2006, generaría un respaldo institucional prolongado en el tiempo, y un entorno de gran seriedad.
Sin embargo, Talleres terminó aceptando la oferta de Ahumada, un joven empresario que ya apareció entrenándose con los jugadores del plantel, y en su primera medida, los trasladó a un lujoso hotel cuando se concentraban habitualmente en uno mucho más humilde, dada la crisis que atravesaba el club.
No será la Premier, ni tendrá su glamour o su penetración internacional, pero el fútbol mexicano se va expandiendo por el mundo en silencio, con perfil bajo, algo también auténticamente mexicano.
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