El 17 de junio de 1989, la selección argentina se jugaba el pase a semifinales del Mundial sub-17 en Edimburgo, Escocia, y tenía controlado el partido ante Portugal (dirigido por Carlos Queirós), al que vencía 1-0. Pero el portero, preparado para un saque desde su arco, hizo botar el balón dos veces, un pícaro se le adelantó y le quitó la pelota, y no hubo otra solución que cometerle penalti. El intrépido delantero, que convirtió el empate, era un tal Luis Figo. Ya en el alargue de treinta minutos, Portugal convirtió el segundo gol y el equipo argentino quedó eliminado, y en el vestuario, el entrenador recibió al portero con duras críticas, pero eso no fue lo peor: ya en el vuelo de regreso, con los ánimos aún caldeados, el mismo portero tuvo que compartir asiento con el entrenador, Carlos Pachamé (quien fue ayudante de Carlos Bilardo entre 1983 y 1990), pero ya el trato fue distinto. “Seguí así que sos un fenómeno”, le dijo Pachamé al portero, que no supo si tomarlo en broma o en serio. Ese portero no era otro que Roberto Abbondanzieri (Bouquet, Santa Fe, 19/8/1972), dueño de una historia de éxitos, como ser uno de los jugadores con más títulos en la rica historia de Boca Juniors (nada menos que 14, 6 locales y 8 internacionales) o premio Zamora en su primera temporada en el Getafe (2006/07), como también de otras con hitos dolorosos que marcan a cualquier deportista.
Abbondanzieri llegó a Boca por un millón de dólares en 1997 luego de que le costara afianzarse como titular en Rosario Central, club en el que debutó profesionalmente en 1994, donde peleaba el puesto con Roberto Bonano, y a su llegada a Boca, tampoco le fue fácil. Tuvo que sentarse en el banquillo a la hora de una oportunidad en el exitoso ciclo de Carlos Bianchi como entrenador y con el colombiano Oscar Córdoba por delante, hasta que para 2001, planteó que era el momento de decidir: o transferían a Córdoba o él se marcharía buscando una oportunidad en otro lugar. Los resultados se conocen: Córdoba se fue al Perugia italiano y por fin, “El Pato” tuvo su oportunidad hasta llegar a la cima en esas seis temporadas y convertirse en el portero titular de la selección argentina en el pasado Mundial de Alemania.
Ya en Rosario Central, en la Copa Conmebol 1995, había protagonizado una histórica remontada en la final ante el Atlético Mineiro de Brasil, al que el equipo argentino debía vencer por cuatro goles de diferencia en la revancha, y lo consiguió en un final memorable.
En Boca, aprovechó al máximo su oportunidad. En la única temporada sin Bianchi como entrenador (2002) entre 1998 y 2004, trabajó como nunca su saque con los pies junto a Celso Otero, el ayudante de campo del entrenador uruguayo Oscar Tabárez, pero a su regreso, Bianchi no dudó en hacerle pasar algunos duros momentos cuando tras un partido oficial, el Pato erró varias veces el destino de sus envíos desde la portería. En los entrenamientos siguientes durante toda la semana antes de un derby ante River Plate, Bianchi le dio el peto que indicaba que perdería su lugar en el partido más importante del año, y sólo un día antes, el sábado, y luego de que el Pato no cometiera un solo error con los saques, lo reconfirmó como titular.
Si bien en Boca fue gran protagonista y héroe en definiciones memorables (como aquel último penal parado a Maxi López en el infartante River-Boca de semifinales de Copa Libertadores 2004, que se jugó en un Monumental sin hinchas de Boca, con 75.000 personas en contra, o aquellos penaltis parados a Pumas de México en la final de la Copa Sudamericana 2005, y convirtiendo el suyo, que valió otro título internacional), también tuvo sus sinsabores, como cuando en esa misma Copa Sudamericana fue expulsado en Brasil en el último minuto del partido ante el Inter de Porto Alegre, cuando una falta de Fernando Gago permitió un tiro libre muy cerca del área de Boca. Las airadas protestas de Abbondanzieri, por lo general tranquilo, motivaron su expulsión y la polémica debido a que se relacionó su intempestuosa reacción a que la selección argentina jugaría un importante amistoso ante Inglaterra en Suiza, dos días después de la revancha ante el Inter, en la Bombonera. Tuvo que aclarar que la expulsión no fue buscada a propósito.
Discutido antes del Mundial de Alemania por muchos sectores, debido a que no ofrecía la misma seguridad que en Boca, desde que Marcelo Bielsa lo confirmó como titular de la portería argentina a sus 32 años desde la Copa América de Perú, las críticas llegaron a su clímax en un partido amistoso ante Croacia en Suiza, a pocos meses de la máxima cita, cuando cometió duros errores de colocación, pero ya con José Pekerman en el banquillo, fue confirmado, y apoyado por sus colegas con los que siempre tiene buena relación (él mismo recomendó a Oscar Ustari para el Getafe).
Ya en el Mundial, pese a cumplir con las expectativas, también hubo lugar para la polémica, cuando el 30 de junio, y ante el seleccionado local, sorpresivamente se lesionó y pidió el cambio en la segunda parte, cuando Argentina aún se imponía 1-0 y debió ser reemplazado por Leo Franco. Pocos minutos después llegó el empate alemán, y el especialista en atajar penaltis, no estaba en la portería. Tras el partido, Abbondanzieri explicó que no sentía las piernas y que consideraba una imprudencia continuar así pero la polémica ya quedaba definitivamente instalada: para algunos, hizo bien. Para otros, debió seguir igual.
Alfio Basile, quien lo tuvo en otro ciclo ganador en Boca (2005/06), lo confirmó una vez más en el nuevo ciclo en la selección argentina, cuando emprendió el camino del Getafe, buscando, según siempre dijo, “tranquilidad” para el final de su carrera.
Pero la historia parece empeñada en no dejar que el Pato Abbondanzieri disfrute de su familia, del automovilismo, una de sus grandes pasiones, y de no tener que viajar tanto con un equipo., antes de regresar definitivamente a su Bouquet natal, a cuidar sus campos y egresar a sus mayores afectos.
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