viernes, 31 de marzo de 2017
jueves, 30 de marzo de 2017
La selección y la mochila de la frustración
Hace ocho fechas, la selección brasileña estaba en
una crisis parecida a la argentina en el grupo clasificatorio sudamericano.
Dunga, un entrenador que jamás comulgó con el estilo de juego brasileño que
tanto nos deslumbró en el pasado, no daba pie con bola y la CBF se encontraba
en una situación similar a la de la AFA en cuanto al FIFA-Gate. Es más. Marco
Polo del Nero, su presidente, ni siquiera puede salir del país, es decir, un
Marco Polo antítesis del mítico viajero.
Sin embargo, con tantos problemas, con una crisis
interna de sus clubes, con la contratación como estrellas de muchos jugadores
argentinos considerados aquí de medio pelo, al menos por una vez en la vida, la
CBF decidió cortar por lo sano, escuchar a la gente y a los medios, y optó por
contratar al que realmente era, por conocimientos y trayectoria, el mejor
entrenador del país, Tité, ganador de varios títulos entre ellos, la Copa
Libertadores y el Mundial de Clubes con el Corinthians en 2012.
Y no se equivocaron. Tité cambió todo. Primero, la
mentalidad de un equipo que no jugaba a nada, que arrastraba una baja
autoestima después del duro golpe del Mundial 2014, en el que sus jugadores
sentían la obligación de ganar para que no fuese una segunda oportunidad
perdida tras aquella triste experiencia del Maracanazo ante Uruguay en 1950, y
aquellos integrantes de la verdeamarelha que fueron derrotados por un insólito
1-7 en el Mineirao por los alemanes, llegaron a llorar en el campo de juego en
varias ocasiones, por la opresión que sentían.
Luego, Tité decidió convocar a otros jugadores,
entendiendo que los anteriores tenían encima una mochila de frustración y que
no encontraban la vuelta y la relación con el público tampoco ayudaba. Así es
que le dio la oportunidad a Marquinhos, puso como titular a un relegado
Philippe Coutinho, gran figura en el Liverpool, apareció Gabriel Jesús,
empezaron a soltarse y brillar los dos laterales, el mejor del mundo para nosotros
(Marcelo) y Daniel Alves, y trajo desde China (sí, desde China) a Renato
Augusto y a un viejo conocido suyo del Corinthians como Paulinho, descartado
por los DT anteriores tras su gran Copa Confederaciones de 2013.
Párrafo aparte para Neymar. Creemos que más allá de
lo extraordinario que es como jugador por su habilidad y aunque tiene aún mucho
para corregir, la confianza que le dio haber ganado con Brasil la inédita
medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, agrandó –para bien-
su figura y ya nunca fue el mismo. Ya se atrevió a todo hasta convertirse en
imparable, y en camino a ser en un futuro próximo, el Balón de Oro.
Todo eso hizo Tité en ocho partidos sin recetas
mágicas y a partir del sentido común, el que indica que lo de Brasil fue
siempre tocar y jugar, brindarse por el espectáculo, y ofrecer ese show que a
tantos argentinos siempre nos ha encantado, porque la rivalidad con Brasil,
futbolística, es en buena parte inventada por los medios.
Muchos amamos a Brasil: a su fútbol, a aquellos
maravillosos equipos de selección con Pelé en los sesenta-setenta, pero también
a los de Telé Santana en los ochenta. A su música, sus playas, sus mujeres, su
simpatía natural, su cadencia, su ritmo, su gente.
La selección argentina tiene menos margen y menos
atrevimiento. A cuatro partidos del final del grupo sudamericano, se encuentra
en posición de repechaje para jugar tal vez dos partidos extra ante una selección
surgida del grupo de Oceanía, pese a contar con el mejor jugador del mundo,
Lionel Messi, ser la número uno del ranking FIFA, y tener en el plantel a
muchos otros cracks que son estrellas en sus equipos europeos.
Y también esta selección arrastra una mochila de
enorme frustración, distinta que la que llevaba Brasil. Porque es innegable que
llegar a tres finales seguidas, una de Mundial y dos de Copa América, en tres
años consecutivos, es meritorio. Pero en un país tan exitista como Argentina,
que desde los años ochenta con el discurso bilardista y resultadista de que lo
único que importa es ganar, tiene tan arraigado lo de que ser segundo no es
positivo, que este plantel albiceleste se fue desintegrando al no poder coronar
sus buenos rendimientos.
Es decir, nadie está cuestionando el nivel técnico
de Gonzalo Higuaín, Angel Di María, Sergio Agüero o Javier Mascherano, sino que
lo que crece en el consenso es que un plantel con tantas frustraciones, sean
estas basadas en la exageración o no en las pretensiones de los aficionados, ya
no parece tener retorno porque además, la respuesta que ha optado en dar a
estas expresiones populares ha sido la de una constante en estos años del ciclo, que mucho no interesaban antes porque parecía que en algún momento los
resultados llegarían.
En este blog nos hemos referido mucho a esto en el
pasado. Un plantel que no habla con la prensa ante cualquier situación molesta,
por mínima que fuese (aclaramos que no nos interesa, a nosotros, que los
jugadores no hablen, porque estamos en desacuerdo con que lo hagan porque nada
aporta lo que digan). Un plantel que ya casi no hablaba con buena parte de la
prensa ni cuando sí hablaba, es decir, sólo le importaba la TV y algún medio
gráfico puntual en determinada situación de conveniencia.
Pero además, un plantel que no tuvo nunca interés
por la gente, por el público que pagó entradas para verlo jugar, ni para salir
siquiera a saludar a las puertas de los hoteles, o cerrando la cortina de la
ventana del bus cuando la gente sólo esperaba una mano que se agitara desde el cómodo
asiento. Nada.
Jugadores con millones de euros en sus cuentas
bancarias, que cada tanto tienen que venir a jugar un partido o dos con la
selección argentina, que vienen por la gloria deportiva, algo entendible, no
parecen comprender ni parece que les importara, que además están representando
un símbolo nacional, y por la importancia que tiene el fútbol, un símbolo de
los que en estos tiempos adquiere mayor importancia.
El divorcio es con estos jugadores que cada vez rinden
menos, porque la paciencia con ellos se agotó hace tiempo, primero se quisieron
ir de Buenos Aires por el supuesto maltrato que recibían. Pero luego se fueron
también del interior porque sintieron el mismo maltrato. Algo no funciona,
entonces.
Si todo esto operó hacia el exterior, ¿qué decir del
interior? Muchos de los elementos que este cronista fue observando en la innumerable
cantidad de partidos que le tocó cubrir por el mundo (desde Asia hasta Africa,
Europa, América del Norte y del Sur), siempre parecieron extraños a partir de
analizarlos por el lado de contar con un jugador especial, distinto, como
Messi.
Messi no es un jugador más y requiere de mucha mayor
atención y posiblemente, comprensión por lo que su figura representa, como
antes sucedió con Diego Maradona, aunque claro, en los años setenta y ochenta,
no había redes sociales y la cantidad de periodistas que cubrían la actividad
de la selección era más limitada.
El gran problema es que lentamente, Messi fue
generando, a partir de un innegable liderazgo futbolístico, un entorno que fue
creciendo y que fue reproduciendo los mismos círculos de poder que los
jugadores que tienen hoy más peso padecieron en el pasado, cuando eran más
jóvenes, de otros círculos de poder.
Si por ejemplo Messi fue echado alguna vez de una
habitación de una concentración por otros líderes indiscutibles, para que le
quedara bien claro quién mandaba, ahora, una década más tarde y a su manera, el
crack del Barcelona sólo repite lo que vio y padeció.
Mucha prensa insiste con que a Messi “hay que
consultarlo” por ese tan habitual desapego argentino a las instituciones. Messi es el mejor jugador del mundo pero su
categoría es esa: “jugador”. Pero hay una institución, AFA, que está por encima
de él y de todos los demás, y que tiene un entrenador (en este caso, al menos
hasta hoy, Edgardo Bauza), que debe decidir por sí mismo, con la autoridad que
emana de la entidad que lo contrató, a quién convoca . Y no puede ser que
dependa del pulgar levantado de un círculo de poder de jugadores, cualquiera
sea éste.
Pero no puede ser casual que no sólo Bauza, sino
tampoco Gerardo Martino, o Alejandro Sabella, o Sergio Batista, hayan chocado
ante este obstáculo. Porque no es lógico y porque no es lo que corresponde, de
ninguna manera.
Entonces, aunque parezca doloroso, el próximo
entrenador, deberá tomar medidas fuertes, algunas, incluso, requerirán de
coraje, como cortar de raíz con un círculo que, creemos, además, pide a gritos,
desde sus actuaciones y reacciones, salir de esta crisis y no ser convocado,
para ahorrarle la mala imagen de renunciar a algo que significa perder definitivamente
la gloria deportiva, pero se trata de un grupo cansado, destrozado
anímicamente, y harto de polémicas que sólo lo empujan hacia abajo.
Esta selección por trazar un paralelo, se parece
mucho, en lo psicológico, al River Plate de 2011, cuando era claro que su
plantel no tenía forma de escapar al descenso, que le aparecía inexorable,
porque ya los partidos los perdía solo, mucho más que contra un rival. Y administrar una crisis como la de pensar
que existe una chance creciente de no clasificarse a un Mundial, es realmente
difícil sin un apoyo de un profesional de la psicología aplicada al deporte cuando
además, ni el DT ni la AFA creen en ello, y el plantel se resiste a ello.
Por eso, volviendo a Tité y a la sabia decisión (por
una vez) de la CBF, se necesita que la AFA, que dispone ahora de 5 meses para
pensar una acción, tome decisiones fundamentales como primero, animarse a
volver a las fuentes y entender que al fútbol se gana jugando. Que no es un
trabajo sino un juego y que para meter goles hay que llegar al arco y no ganar “como
sea” (fórmula que nunca entendimos y que nos gustaría que alguien nos dijera
cómo se consigue).
Luego de tener en claro esa filosofía, apuntar a un
entrenador ganador, con mucha experiencia y peso específico, cuyo discurso
llegue a los jugadores, y que no tenga temor en ninguna cancha y confíe en la
técnica del jugador argentino, y que luego pueda seguir hasta el Mundial con el
plantel que considere que tiene que estar. Y creemos que en este momento, hay
sólo dos en condiciones de ocupar ese lugar: Carlos Bianchi y Ramón Díaz.
Y luego, que el entrenador contratado, no tema en
dejar atrás a jugadores que ya han dado todo, que tienen una innegable calidad,
pero cuya frustración los ha dejado en una situación insostenible. Contratar a
un entrenador que quieran los jugadores, y en especial el círculo de poder
actual, sería profundizar en la misma crisis, los mismos problemas, pero ya sin
margen de error.
La selección argentina, el fútbol argentino, se
encuentran en una encrucijada: tres veces consecutivas finalista, primera en el
ranking mundial, el mejor jugador del mundo…y ya no sería tan extraño quedarse
afuera del Mundial o tener que jugar un repechaje. Una pesadilla que originó el
propio fútbol argentino y desde hace tres décadas, aunque cuando el virus
llegó, a muchos no les importó. Hoy ya golpea a la puerta.
De esta se sale jugando con los buenos, renovando
entrenador y jugadores, que hay de sobra: desde algunos que están y juegan poco
(Dybala, Pinola, Acuña, Buffarini, Guzmán), otros pocos titulares (Otamendi,
tal vez Rojo, Biglia o Banega) y muchos que han demostrado condiciones para
estar, sin tener que pasar por el tamiz del “grupo”: Icardi, Alejandro “Papu” Gómez,
Lo Celso, Pablo Pérez, Centurión, Maidana, Ruben, Scocco, Gago, G.Bou, Insúa, Ascacíbar,
Rulli.
La CBF se animó. Es el momento para que esta nueva
conducción de la AFA, copie por fin algo bueno de los vecinos.
Más de lo mismo: del poncho a la camisa transpirada
Y colorín colorado, el sueño de una mínima
renovación de la AFA se ha terminado. Claudio “Chiqui” Tapia es el nuevo
presidente de una AFA normalizada tras la intervención de la Comisión
Normacrizadora al mando de Armando Pérez y se concreta de este modo lo que el
titular del Fútbol Para Todos macrista, Fernando Marín, consideró como “una
extravagancia del fútbol argentino”: que en el sillón de Viamonte se siente un
dirigente proveniente del Ascenso.
Hay que señalar de entrada que si Tapia es presidente
de la AFA, lo es por tres cuestiones básicas: 1) Por ser el yerno del líder
camionero y presidente de Independiente, Hugo Moyano, 2) Por haber pactado con
el tinellismo (la otra forma de grondonismo del siglo XXI) la AFA a cambio de
la Superliga (acuerdo que ya había existido a mediados de 2016 pero que abortó
el Gobierno por no tener el Grupo Clarín un rol trascendente en los derechos de
TV), y 3) por el gran pacto de Mar del Plata con Daniel Angelici, presidente de
Boca Juniors, por el cual el abogado y dueño de juegos de azar en la provincia
de Buenos Aires, con su vicepresidencia primera, se transforma en el comisario
político del fútbol argentino.
Pasando en limpio, la nueva conducción de la AFA reúne
a un dirigente emergente del Ascenso, cuestionado por haber contratado para el
CEAMSE, donde es vicepresidente, a tres dirigentes de la primera B
Metropolitana que luego tuvieron relación con la votación a su cargo
futbolístico, es decir, una sencilla compra de influencias –según la
legisladora de Confianza Pública, Graciela Ocaña- e hincha de Boca Juniors, y
como número 2 al propio presidente de Boca, Angelici –quien ha estado
involucrado en escuchas telefónicas para ejercer influencia sobre el presidente
del Tribunal de Disciplina de la AFA y también ligado a Boca, Fernando Mitjans,
según escuchas que se conocieron hace pocas semanas-.
Jamás Boca tuvo tanto poder en el fútbol argentino
como hoy. Ni siquiera en tiempos de Eduardo Sánchez Terrero (entre 1937 y 1939)
tuvo tanta influencia. Un presidente de la Nación, Macri, que fue titular del
club entre 1995 y 2007, el número uno y el número dos de la AFA, el presidente
del Tribunal de Disciplina (y miembro del Comité de Disciplina de la FIFA),
Fernando Mitjans, el embajador en Portugal, Oscar Moscariello –secretario de
Relaciones Internacionales de Boca-, el ministro de Justicia de la provincia de
Buenos Aires como Royco Ferrari, son claros ejemplos de lo que señalamos.
Es más: Tapia jamás podría haber llegado a la
presidencia de la AFA, si minutos antes de la votación no hubiera llegado el
documento con la aprobación por parte de la Conmebol, desde Asunción, de su
examen de idoneidad, al igual que el de Angelici, que si finalmente se hizo
efecto, no fue por convencimiento de las autoridades firmantes sino todo lo
contrario, por la directa influencia de Macri sobre su colega paraguayo Horacio
Cartes –refrendada en su reciente visita, en la que se reunieron hasta en la
fastuosa sede de la Conmebol-.
Es que si Angelici no reunía las condiciones de ser
aceptado por su relación con los juegos de azar (más allá de las duras
acusaciones de la ahora muda Elisa Carrió), menos que menos iba a ser aceptado
en una Conmebol cuyo presidente, Alejandro Domínguez, directamente lo tiene
tachado de adversario político desde el episodio del gas pimienta en el
Boca-River de la Copa Libertadores 2015 pero mucho más desde que el presidente
de Boca armó la Liga de Clubes Sudamericanos para reclamar por mayores ingresos
desde los derechos de TV.
En cambio, si Tapia pudo pasar con mayor holgura el
examen, pese a las denuncias de Ocaña, fue porque el examen es de “idoneidad” y
no es “integridad”, es decir que lo que cuenta es que el dirigente evaluado no
haya fundido un club, y no su integridad ética.
Si Tapia proviene del Ascenso y Angelici (Boca) y
Moyano (Independiente) son sus valedores, la suma de Victor Blanco (Racing) y
de Alejandro Nadur (Huracán) le acabaron dando el plafond para llegar al máximo
sillón del fútbol nacional, pero al mismo tiempo, el gran acertijo se posa
ahora en los dos clubes opositores por excelencia: River Plate y San Lorenzo de
Almagro.
River ha quedado más expuesto que San Lorenzo por su
promocionado voto en blanco, y su presidente, Rodolfo D’Onofrio, logró
mantenerse en sus trece desde el inicio, al no aceptar formar parte de una
lista unificada con la que jamás acordó, pero ahora apuesta todo a la
Superliga, que habrá que ver si llega a organizarse y cómo se hará hasta
agosto, porque si bien por el pacto político Moyano-Tinelli debe hacerse efecto,
también es cierto que desde el Gobierno se alienta a que esta liga exista para
que abra una ventana a las sociedades anónimas y ni San Lorenzo (presidencia)
ni River (vicepresidencia) están dispuestos a aceptarlo.
Con un cargo conseguido en la FIFA, y con Tapia
sosteniendo que será la voz de la AFA allí (algo para desconfiar de acuerdo al
voto de River en la Asamblea de ayer), no parece que D’Onofrio tenga el mismo
interés que antes en el frente local, mientras que a Tinelli se le podría
licuar el poder si sigue poniendo la cara con la selección argentina en el
tortuoso camino al Mundial de Rusia, y ni hablar si la clasificación no llega o
llega por la ventana de un mísero repechaje ante un equipo de Oceanía.
Son muchos los desafíos de Tapia al frente de una
AFA en reconstrucción, pero creemos que el principal pasa por acabar, por fin,
con la metodología espuria y corrupta de los tiempos anteriores, la
democratización, que una vez más, y volviendo al grondonato, no pasa porque
varios dirigentes se sienten a la mesa y apoyen las medidas sino que se amplíen
las voces a los entrenadores, jugadores, árbitros, y a las distintas
actividades como futsal, fútbol playa o fútbol femenino, y que se acabe el
unitarismo para que la AFA sea federal y representativa del fútbol de todo el
país.
La gran pregunta es si esto es posible con esta
dirigencia, con los mismos del 38-38, con los que intentaron que el examen de
idoneidad pasara por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires para
evitar a la Conmebol y a la FIFA, para los que contratan dirigentes que luego
los votan para una organización estatal, para los que denominan al estadio de
su club con su propio nombre (y en vida), para los que convalidaron la oscura
entrega de los derechos de TV a empresas que esquilmaron al fútbol argentino
vaciando los bolsillos de la gente para monopolizar la actividad. ¿Eso no es
grondonismo, acaso?
Tal vez la diferencia sea que aquel de los 35 años
entre 1979 hasta 2014 fue con poncho de caudillo y éste, de camisas
transpiradas.
martes, 28 de marzo de 2017
Sin Messi, una caída en La Paz que complica a la Selección (Jornada)
No alcanzó con una clara mejoría en el juego,
especialmente en el segundo tiempo. La selección argentina volvió a sufrir los
efectos de la altura de La Paz, a 3600 metros del nivel del mar, y no sólo cayó
2-0 ante la boliviana, con muchos cambios y sin Lionel Messi, suspendido pocas
horas antes, sino que volvió a ocupar ahora un lugar en el repechaje, fuera de
los cuatro clasificados directos al Mundial de Rusia.
Lo peor fue el resultado negativo en el marcador
(con goles de Juan Carlos Arce en el primer tiempo y de Marcelo Martins, en el
segundo) y la preocupante lesión en la rodilla de Ramiro Funes Mori, el
defensor del Everton, pero puede decirse que varios jugadores albicelestes
dejaron una imagen favorable de cara a los cuatro partidos que restan para
finalizar el grupo sudamericano.
Al equipo argentino le costó mucho adaptarse a la
situación de falta de oxígeno y el seleccionado local, que había reservado
siete jugadores para este partido, llegando a disputar el anterior con
suplentes ante Colombia como visitante el pasado jueves, dominó por completo
las acciones.
La selección argentina no podía alejarse de su
arquero Sergio Romero, con dos líneas de cuatro en muy pocos metros, siempre en
campo propio, y aunque Bolivia había estado más cerca del gol siempre, de a
poco todo fue cambiando desde los 20 minutos, cuando por fin, Guido Pizarro se
fue adueñando de la pelota, la hizo jugar tanto para el medio como para
habilitar por la izquierda a Angel Di María, y cuando llegaron los mejores
minutos, en los que se fue adelantando en el campo, se desprotegió un poco
atrás y llegó el gol local por un cabezazo muy bien colocado de Arce que
encontró algo adelantado a Romero.
El equipo argentino no renunció a seguir buscando el
empate, y de hecho cada vez se fue apoderando más de la pelota y ya no sufrió
llegadas de Bolivia, pero siguió con la misma característica que durante toda
la clasificación, la falta de gol y de profundidad, y tuvo que sufrir una
primera modificación en el primer tiempo por una lesión en la rodilla de Ramiro
Funes Mori, quien fue reemplazado por Matías Caruzzo.
Ya en el segundo tiempo, la selección argentina
presionó aún más arriba, pero a los 7 minutos llegó el segundo gol boliviano a
través de Martins, quien aprovechó que no estaba marcado de frente a Romero, un
error defensivo que se fue repitiendo, el de no tener buena colocación en los
centros aéreos o cruzados o los pelotazos largos.
La selección argentina, ya dos goles abajo, optó por
volcarse de lleno en campo boliviano. Pero en vez de optar por un jugador del
talento de Paulo Dybala, Bauza se decidió por un delantero de punta como Sergio
Agüero por el insípido Angel Correa, mientras que ya Ever Banega quedó como
enlace y Di María, como extremo, para pasar de un 4-4-1-1 a un 4-2-1-3.
El dominio argentino, promediando el segundo tiempo,
era absoluto, y la cancha parecía inclinada pero al revés de lo imaginado,
aunque con el mismo problema de siempre, la falta de definición, ni siquiera
cuando sobre el final, Marcos Acuña ingresó por Enzo Pérez, y ya se colocó como
extremo izquierdo, pasando Di María a la derecha.
En suma, la selección argentina, sin Messi ni varios
de los titulares que defeccionaron ante Chile el pasado jueves en el
Monumental, perdió jugando bastante mejor, pero no le alcanzó y ya se encuentra
en la posición de repechaje a sólo cuatro fechas del final, con destino
incierto, posiblemente sin Messi y con cambios institucionales en cuestión de
horas, con la asunción de Claudio “Chiqui” Tapia en la presidencia de la AFA.
¿Seguirá Bauza? ¿Podrá disminuir la sanción a Messi
con la apelación de la AFA? Demasiadas preguntas para un equipo que no
encuentra respuestas, ni siquiera habiendo dado un par de pasos hacia adelante.
Mi intervención en "Cracks" (Youtube) sobre la sanción a Messi
Esta es mi intervención en "Cracks" (1,5 millones de seguidores),
https://www.youtube.com/watch?v=TWBGQcjBy08
https://www.youtube.com/watch?v=TWBGQcjBy08
Causas y consecuencias de la sanción a Messi
Ya está. Lionel Messi fue sancionado con cuatro
partidos de suspensión en el grupo clasificatorio sudamericano cuando restan
cinco para que finalice y visto lo visto con el juego de la selección argentina
(y no tanto por no tener recambio, que lo tendría en condiciones normales)
ahora puede peligrar la participación en el Mundial de Rusia.
Las preguntas comienzan a aparecer a borbotones pero
la primera que nos surge está más relacionada con las consecuencias: ¿cómo
repercutirá esta sanción, no sólo hoy, en el partido ante Bolivia en la altura
de La Paz, que siempre le trajo inconvenientes a los equipos argentinos, sino
en el devenir de la clasificación?
Si es por hoy, la situación, en cierta forma, porque
el paralelismo no es absoluto, nos recuerda una que hemos vivido in situ,
aquella de Dallas en 1994, cuando los jugadores se acababan de enterar la noche
previa, sobre la sanción de la FIFA a
Diego Maradona, y tuvieron que enfrentar a Bulgaria.
Las caras desencajadas en el momento de los himnos,
y la absoluta falta de respuesta en el campo fueron evidentes y una selección
que había ganado los dos partidos anteriores en la fase de grupos, quedó
tercera y se complicó el resto del torneo, y de hecho fue eliminada tres días
más tarde en octavos ante Rumania.
Por eso, es ahora cuestión del entrenador, Edgardo Bauza,
y de la dirigencia (en este caso, Marcelo Tinelli y Jorge Miadosqui, que se
encuentran con el equipo en Santa Cruz de la Sierra en estos momentos), la
gestión de la crisis, del cimbronazo producto de una sanción mucho más dura que
lo esperado. Y luego, más allá de lo que ocurra esta tarde en Bolivia, vendrá
el momento de decisiones finas, no sólo deportivas, también institucionales.
Ahora bien, ¿estos dirigentes y este director
técnico están en reales condiciones de gestionar esta crisis? ¿Cómo acusará el
plantel el golpe de una sanción tan dura, que deja afuera al jugador clave del
equipo, a tal punto que con él en la cancha se obtuvo 15 puntos de 18 y sin él,
7 de 21?
Por otra parte, ¿cómo influirá esta ausencia de
Messi en un equipo que sabe ahora que no podrá contar con él hasta el último partido,
que será en Quito ante Ecuador?
Y siguiendo con la misma línea, ¿qué pasará con
muchos de estos jugadores, y hasta con Bauza, si hoy no se obtiene un buen
resultado o incluso obteniendo un empate pero jugando tan horrible como ante
Chile?
Durante la semana pasada, el futuro presidente de la
AFA “normalizada” (si a eso se le puede llamar así), Claudio “Chiqui” Tapia,
estuvo en el predio de Ezeiza y conversó largamente con Bauza. El entrenador concluye que su continuidad no
está en riesgo, pero habrá que ver cómo se desencadenan los hechos, porque fue
contratado por una intervención y no hay mejor forma de pasar página y mostrar
un cambio que quitándolo del lugar y nombrar a un sustituto que de mayores
garantías (¿Jorge Sampaoli, ahora que su cláusula de rescisión con el Sevilla
baja mucho el monto tras el 30 de junio, que era el preferido de los jugadores
de peso?).
Pero también caben preguntas hacia el propio Messi.
¿No es extraño que por dos veces haya insultado a los jueces de línea ante
Chile, sin taparse la boca cuando la oculta hasta para saludar? ¿Tanto le
indignó una disputa en un lateral contra Jean Beausejour, que apenas lo toca?
¿Tanto como para estar tan enojado al final de un partido chivo que de todos
modos su equipo ganó? ¿Tanto para reclamar airadamente cuando una tarjeta
amarilla no lo dejaba afuera del partido más complicado desde el punto de vista
físico como el de hoy de La Paz?
Es, al menos, bastante extraño. ¿O no serían los
nervios o el enojo por la impotencia de no poder jugar más o menos un fútbol
digno, con un campo de juego que no fue cuidado, y un planteo que va contra
natura y contra sus propios gustos?
En cualquier caso, Messi fue bien sancionado.
Sorprende, incluso, que no haya sido informado por los cuatro jueces
brasileños, pero es parte de esos “códigos” de la añeja mafia del Atlántico,
que ahora va perdiendo peso específico en la Conmebol y más aún en esta FIFA “post-Gate”.
De todos modos, esta sanción va mucho más allá . No
es un mensaje sólo a Messi, sino de la FIFA a la dirigencia futbolística
argentina, harta ya de estar harta de tantos desafíos, de tantas mojadas de
oreja, de tanto macaneo, de tanto desastre. Una advertencia para el nuevo
presidente (Tapia) desde mañana, y también contra el nuevo secretario de
selecciones Nacionales (Tinelli) -¿acaso por la influencia de una mano
pesada?-.
Sin dudas, es uno de los hechos más serios de los
últimos tiempos alrededor de la selección argentina, que ahora deberá atravesar
el espinoso pasillo del final de la clasificación sin su mejor jugador, y en
plena crisis de identidad y de juego.
Hay que remontarse a 1969 para una situación de
tanto caos institucional del fútbol argentino en una clasificación mundialista,
cuando también la AFA estaba intervenida, cuando también la selección fue
cambiando de entrenador en medio del río. Y aquella vez, el equipo argentino
fue eliminado de México 1970. Fue la
única vez que se quedó fuera de un Mundial en una clasificación.
Esperemos que la historia no se repita, entre tantas
preguntas sin respuesta.
Messi será sancionado y complica la clasificación argentina al Mundial (Jornada)
En apenas unas pocas horas, en la mañana argentina,
se sabrá si Lionel Messi podrá jugar desde las 17 en la altura de La Paz ante
Bolivia o si la sanción de oficio que le impondrá la FIFA, por reiterados
insultos a los jueces de línea en el partido ante Chile del pasado jueves,
comienza desde el partido siguiente y podría llegar a abarcar hasta las cuatro
fechas restantes del grupo clasificatorio sudamericano.
De acuerdo a la reglamentación disciplinaria de la
FIFA, el insulto a uno de los jueces, comprende una suspensión de dos a cuatro
partidos, y por ejemplo el chileno Gary Medel fue sancionado con el máximo
cuando el árbitro argentino Néstor Pitana informó que que hubo insultos del
defensor del Inter en setiembre pasado en Asunción ante la selección paraguaya.
Si bien ninguno de los cuatro jueces brasileños del
partido Argentina-Chile (el árbitro Sandro Ricci, el asistente 1Emerson Augusto
do Carvalho, el 2, Marcelo Do Carvalho, y cuatro árbitro, Dawson Freitas Da Silva) informó nada a la FIFA
acerca de la conducta de Messi, fue la propia comisión disciplinaria de la
entidad, a través de Alejandra Salmerón García, la que aclaró que se basó en
las imágenes televisivas de dos canales españoles y de la TV Pública argentina.
Según el artículo 77 A del Codigo Disciplinario de
la FIFA, no se necesita del informe del árbitro para abrir un procedimiento a
cualquier jugador, y aunque se le había dado tiempo a la AFA hasta las 4 de la
mañana argentina (las 9 de Zurich, sede de la FIFA) y la entidad argentina se
basará en el informe de los jueces brasileños, en un documento de seis páginas
firmado por el vicepresidente de la Comisión regularizadora de la AFA, el
abogado Javier Medín, todo indica que la suerte está echada.
A lo máximo que podría aspirar la AFA es que Messi
pudiera jugar por la tarde en La Paz, pero en ese caso, la sanción de dos a
cuatro fechas comenzaría a correr desde la fecha siguiente, cuando en agosto la
selección argentina deba viajar a Montevideo para enfrentar a Uruguay, y como
mínimo, se extendería una fecha más, en la que recibirá como local a Venezuela.
La noticia de la ya prácticamente asegurada
suspensión de oficio de Messi por parte de la FIFA cayó como un durísimo golpe
en la delegación argentina, que ya se encuentra en Santa Cruz de la Sierra para
viajar sobre la hora a La Paz, y muchos ya la comparan con la suspensión de
Diego Maradona en el Mundial de los Estados Unidos en 1994 o cuando el propio Messi
anunció que no seguiría en el equipo argentino en 2016 tras perder la final de
la Copa América Extra en 2016.
Si la sanción de mañana es provisoria, Messi podría
jugar ante Bolivia pero si es firme, ya estaría impedido de formar parte del
equipo en La Paz aunque en ese caso, podría llegar a estar, por lo menos, en la
última fecha de la clasificación, ante Ecuador en Quito.
La sanción a Messi llega en un momento particular de
la selección y de la propia AFA, porque además de las duras críticas al juego
del equipo que dirige Edgardo Bauza ante Chile, el próximo jueves, al día
siguiente de enfrentar a Bolivia en La Paz, Claudio “Chiqui” Tapia asumirá la
conducción de la entidad de la calle Viamonte en el inicio de la normalización
tras casi un año de intervención con la Comisión regularizadora.
A su vez, la situación complica al showman
televisivo y vicepresidente de San Lorenzo, Marcelo Tinelli, quien acababa de
hacerse cargo de la comisión de Selecciones Nacionales en un extraño juego de
ajedrez por el que fue designado sin papeles al no tener el respaldo
reglamentario por no ser miembro del Comité Ejecutivo, por lo que debe reportar
al presidente de Lanús, Nicolás Russo, quien asumió formalmente ese cargo.
Tinelli se encuentra en Bolivia acompañado del dirigente
de san Martín de San Juan Jorge Miadosqui, quien estaba a cargo del
departamento de selecciones Nacionales hasta la designación del showman
televisivo, y ambos, anoche, se mostraban medianamente optimistas en que la
sanción no excedería los dos partidos.
Por otra parte, es poco entendible la reacción de
Messi durante el final del partido ante Chile en el Monumental, debido a que el
crack del Barcelona, que siempre se tapa la boca para cualquier acción, esta
vez apareció insultando al menos dos veces una a cada juez de línea, y a cara
descubierta y con gestos airados. ¿Qué era lo que pretendía, en verdad? ¿A
dónde apuntaba en la realidad?
Lo cierto es que ahora, con esta sanción en ciernes,
cambia la perspectiva de la selección argentina en lo que queda de la
clasificación mundialista y el optimismo por el tercer puesto alcanzado el
jueves, ya parece quedar muy atrás, tal la dinámica del minuto a minuto
instalada en el fútbol argentino en los últimos tiempos.
Una cosa es con Messi y otra, sin él. La AFA, la
selección argentina, Bauza y los hinchas, comienzan a tomar nota de que lo que
viene puede llegar a ser muy duro. De Zurich depende todo ahora.
domingo, 26 de marzo de 2017
¿A qué juegan Bauza y la selección?
Han pasado ya dos días del partido ante Chile en el
Monumental, y preferimos un análisis frío, desapasionado, en la medida de lo
posible, para tratar de desentrañar, si cabe, a qué juega esta selección
argentina, y qué es lo que pretende, en verdad, su entrenador Edgardo Bauza, a
cinco fechas del final del grupo sudamericano rumbo al Mundial de Rusia 2018.
En otro contexto, definiéndolo como en otra
situación institucional, y no ésta por la cual tras más de dos años y medio de
crisis tras la muerte de Julio Grondona, la AFA se apresta a una extraña “normalización”
el próximo 29 de marzo, es decir, al día siguiente del partido ante Bolivia en
La Paz, posiblemente las insólitas
declaraciones de Bauza tras el horrible espectáculo ante Chile, sería motivo de
largas reuniones dirigenciales y la evaluación acerca de que salvo un rendimiento
muy superador el próximo martes, se impondría un cambio en la orientación del
equipo.
Todo indica que pese a que se esperaba otra cosa
desde su llegada, Bauza jamás pudo imponer su tan promocionado “método” porque
la selección argentina no es la Liga de Quito ni mucho menos San Lorenzo, y el
entrenador, experimentado e inteligente, se fue dando cuenta de que la única
manera de sobrevivir en esta etapa, con demasiadas cartas ya jugadas que lo
precedían, era aceptar el ecosistema y darle para adelante tratando de imprimir
su desteñido sello con algunas pocas incorporaciones de los suyos, como Lucas
Pratto o Julio Buffarini.
A Bauza le pasó lo que antes a Gerardo Martino,
aunque al menos, ya le tocó convivir con una etapa que significó la anteúltima
antes de la definición de la AFA, la de la Comisión Normacrizadora, y por lo
menos tuvo algún interlocutor más fijo que su predecesor, que tuvo que luchar
con la sola compañía de Claudio “Chiqui” Tapia, Jorge Miadosqui, y hasta algún
vuelo chárter con toda la dirigencia paga previa al escándalo del 38-38.
En cambio, el “Patón” tuvo una continuidad en cuanto
al grupo de jugadores, a los que cuesta mucho contradecir cuando una situación
ya está consolidada desde hace años y cuando aquellos vicios que muchos padecieron
cuando eran jóvenes y recién comenzaban a ser convocados y los que mandaban
eran otros, ahora fueron copiados y adaptados a este tiempo por los nuevos
mandamases, que determinan, a veces con palabras y otras con hechos concretos,
quiénes vienen y quiénes, no.
Por eso, no es falso que Bauza le haya asegurado a
Mauro Icardi, uno de los que no encuentra oportunidades en el equipo por un
hecho extra deportivo, que lo tiene en cuenta como segundo recambio luego de
Gonzalo Higuaín y de Pratto, pero jamás llega esa chance.
Tampoco la tuvo Carlos Tévez, quien emigró a China,
aunque juegue con más asiduidad que Ezequiel Lavezzi, un incondicional de todas
las convocatorias aunque hace tiempo que no se desempeñe profesionalmente, o
que Sergio Romero, quien no era tenido en cuenta por su DT José Mourinho en el
Manchester United ni para la Premier League, ni para la Europa League ni para
la FA Cup hasta que Bauza viajó y le pidió que le hiciera un lugar en alguno de
los torneos.
Ejemplos hay muchos sobre muchas situaciones, pero
está claro que Bauza llegó con una idea y terminó dándose cuenta de que no era
momento ni había posibilidad de implementarla porque no tenía ni la paz
institucional, ni el ancho respaldo dirigencial, ni el poder absoluto de
decisiones, para llevar a cabo su plan y como el tren de la selección argentina
pasa tal vez una sola vez, decidió aferrarse al vagón de cola y seguir con los
ojos cerrados.
Así es que se encontró con otro problema y es el
anímico. Se trata, efectivamente, de un plantel muy rico en muchas posiciones,
y apenas discreto en otras, pero que tiene en común la enorme carga de
frustración de la contradicción entre llegar siempre a la final de cada torneo
y perderla, o ser número uno del ranking mundial y no tener títulos, y que
estas definiciones, y una actitud distante de los jugadores con su propio
público, fue determinando un clima gélido con la gente.
A todo esto, ahora sí, hay que sumarle la propia
filosofía de Bauza, que no cree que exista un estilo argentino, más allá de que
si en algún momento la camiseta albiceleste fue temida y respetada, no es
precisamente por meterse atrás a especular o sumar defensores para entregarle
la pelota al rival, sino por su potencial a partir del talento y de una forma
de jugar que enamoró al planeta en tiempos pasados.
Esta selección argentina compuesta en algunos casos
por jugadores que brillan en sus equipos europeos de primer nivel, sale a
sufrir cada partido por no contar con una idea de base, con un sistema que la
ampare en caso de un mal día, o una mala noche, o un resultado adverso.
Por eso es que no sólo ha pasado malos momentos en
Venezuela o en Perú, ante rivales flojos, sino que apunta en principio a rascar
un puntito en la altura de La Paz, volviendo al clishé del ahogo y de sumar
habladurías contra el fenómeno natural, cuando el propio equipo boliviano
apenas si ganó dos partidos allí en toda la clasificación y ante rivales muy
flojos.
No es para menos: esta selección argentina juega
como puede y jamás logró rodear de la mejor manera al mejor jugador del mundo,
Lionel Messi, convertido casi en un obrero más ante la imposibilidad de crear y
ante la impotencia de que no cuenta, a su lado, ni siquiera con una cantidad de
atacantes acorde a la tradición de un equipo como éste.
Por eso mismo es que ya no parece importar demasiado
cuál es el sistema que Bauza puede utilizar en La Paz o incluso de local, como
el pasado jueves ante Chile, un equipo con algunas bajas importantes como
Arturo Vidal o Marcelo Díaz, que de todos modos dominó por completo en Buenos
Aires como nunca antes había sucedido en la historia de los enfrentamientos
(salvo un baile en Santiago en 2008, cuando Marcelo Bielsa dirigía a los
trasandinos) y en mucho tiene que ver la actitud de los de Bauza y la falta de
ideas para buscar algo distinto.
Esa decir que a la selección argentina le basta con
enfrentar a un equipo ya trabajado, estructurado, como para no poder molestarlo
demasiado y acabar ganando con un penal que no fue, y gracias a un gol anulado
al rival que sí había sido, a partir de un arbitraje localista, como esos que
aparecen con frecuencia para los poderosos cuando hay en juego un pasaje a un
Mundial.
De todos modos, Bauza no es el principal responsable
sino sólo quien pone la cara y se sienta en el banquillo. Porque sus
declaraciones posteriores al partido ante Chile, aquella burla de decir que sus
jugadores tuvieron un brillante cotejo, y que lo hicieron para 10 puntos, no
podrían hacerse en un contexto alemán, holandés, o danés, y hay que recordar
que tampoco, hasta hoy, la Comisión Normacrizadora aclaró nunca el por qué de
su designación sobre otros entrenadores de prestigio como Carlos Bianchi o
Ramón Díaz.
Porque no es que Bauza llega de casualidad al máximo
cargo para un entrenador argentino, sino que lo hizo luego de una selección tan
espuria como apresurada por el reloj, y luego de intentar por todos modos
fichar a Jorge Sampaoli y no fue posible por razones económicas y contractuales
que, además, podrían ser más accesibles desde julio y con una nueva conducción
en la AFA.
Ni tampoco es casualidad que esta misma dirigencia
futbolera, provisoria y con mucha cercanía a la Casa Rosada, haya optado por
designar a Claudio Ubeda en los juveniles del sub-20 cuando ni siquiera había
presentado carpetas para el concurso de antecedentes cuando otros cuarenta y
cuatro sí lo habían hecho.
Tampoco lo es que en la pasada Copa América Extra,
el plantel haya tenido que entrenarse con unas chicas del soccer, o que estuvo
muy cerca de no disputar la final porque en Buenos Aires se había desafiado a
la FIFA colocando a un dirigente del Ascenso en forma provisoria y no se sabía a ciencia cierta quién era el
presidente de la AFA.
O tampoco que un club como la Juventus pueda seguir
presionando para que una estrella emergente como Paulo Dybala siga sin ponerse
la celeste y blanca con extraños partes médicos y exigencias desmedidas que una
federación como la argentina no tiene por qué contemplar en situaciones
normales.
Nada, entonces, es casual, y hoy, esta selección sin
rumbo en lo táctico, sin una concepción filosófica de juego, sin un método
concreto, sin psicólogos que trabajen con las frustraciones del plantel (porque
además, el entrenador no cree en ellos), con un equipo que dejó Buenos Aires
para jugar en el interior por falta de aliento, y que luego dejó el interior
para regresar por la misma causa, busca afanosamente llegar al Mundial de
Rusia. ¿Para qué?
Acaso, sea una buena pregunta que podría ayudar al
equipo a bucear para encontrar una respuesta que le dé sentido a su calvario.
¿Para qué se pretende ir al Mundial así? ¿Qué sentido tiene jugar tan mal,
sufrir cuando hay otras opciones? Acaso sea bueno ir al fondo del pozo porque
como dice aquel refrán del optimista, después de aquello solo queda volver a
subir.
Messi y Neymar viven momentos distintos en sus selecciones (Yahoo)
Lionel Messi y Neymar son dos grandes cracks que
cada domingo ofrecen, en sus posiciones, un gran espectáculo para la afición
del Barcelona y también para todos los amantes del fútbol en el mundo.
Sin embargo, cada vez que regresa una fecha FIFA y
la posibilidad de regresar a sus selecciones nacionales, desde hace un largo
tiempo que no regresan con el mismo estado anímico: Neymar ha logrado
encumbrarse a la cima de sus rendimientos con Brasil, mientras que Messi
arrastra el calvario de tener que sacar adelante una selección muy problemática
como la argentina.
Si Neymar tiene prácticamente asegurada su
participación en el Mundial de Rusia, tras aquella lesión ante Colombia en los
cuartos de final que no le permitió disputar los dos partidos decisivos como
local en 2014 y muchos consideran que de esta forma se debilitó la selección
brasileña de Luiz Felipe Scolari, Messi aún tendrá que luchar mucho con
Argentina para poder acceder al máximo torneo de selecciones en 2018 aunque en
este momento lo esté consiguiendo.
Neymar también tuvo momentos de complicaciones con
la selección brasileña y hasta hace no mucho tiempo. De hecho, su equipo fue
vapuleado por la prensa y los hinchas tras la durísima derrota 1-7 ante
Alemania en el Mundial 2014, la peor de su historia, incluso más que aquél 1-2
ante Uruguay en el otro Mundial como local, en 1950, cuando con apenas un
empate en el Maracaná, le daba la chance de ganar su primer título mundial.
La salida de Scolari tampoco generó muchas
satisfacciones, y la llegada de Dunga permitió continuar con un estilo
tacticista muy lejos del gusto de los aficionados brasileños y así fue como el
inicio del grupo clasificatorio sudamericano fue complicado para Brasil, hasta
que fue reemplazado por el experimentado Tité, quien consiguió ser campeón de
la Copa Libertadores y del Mundial de Clubes en 2012 con el Corinthians.
Tité cambió radicalmente el juego de Brasil. Terminó
con algunas censuras en las convocatorias, como la de Thiago Silva, hizo
retornar al equipo a un viejo conocido de su Corinthians como Paulinho, o hizo
imprescindible a Renato Augusto, dos jugadores del torneo chino, pero
especialmente se dio cuenta que había que darle más espacio a los jóvenes, como
Philippe Coutinho, Firmino o Gabriel Jesús.
El resultado no sólo fue magnífico, encadenando
todas victorias hasta liderar el grupo y quedar muy cerca del Mundial, sino en
juego, porque el equipo tomó una confianza inusitada, que fue generando cada
vez mejor juego, y en ese contexto, quien más se destacó fue Neymar, al que
además ahora se suma la cinta de capitán que le otorga una enorme seguridad en
su andar.
Sin embargo, hay un hecho fundamental que se suma a
todo lo citado anteriormente y es que en 2016, la selección brasileña
conquistó, en Río de Janeiro, su primera medalla dorada olímpica en fútbol tras
años de luchar para conseguirlo, y Neymar no sólo fue la figura sino que fue el
autor del penal que determinó el éxito final.
Todo esto fue moldeando el presente de Neymar,
deslumbrante en la selección hasta hacerlo imparable, como le ocurrió en un
dificilísimo estadio como el Centenario de Montevideo ante la selección
uruguaya, a la que Brasil vapuleó 1-4 y en un partido en el que el crack de Barcelona
no pudo ser frenado más que con faltas.
La situación de Messi es bastante distinta a la de
su compañero de Tridente en el Barcelona, porque si bien ha podido superar una
etapa de mucha discusión sobre su aporte a la selección argentina, la afición y
la prensa de su país entienden que se encuentra demasiado solo, sin un sistema
táctico que lo respalde, y con planteos muy conservadores que no lo ayudan para
asociarse a otros compañeros.
La pésima actuación de la selección argentina del
pasado jueves ante Chile, que pese a todo la colocó en la tercera posición en
el grupo sudamericano por haber ganado 1-0 (con un penal de Messi, aunque no
había sido falta) y de esta manera, por ahora dentro de los cuatro clasificados
al Mundial, deja muchísimas dudas hacia el futuro para los cinco partidos que
quedan hasta el final.
Lo extraño es que Messi juega junto con atacantes de
la talla de Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín, Angel Di María, Lucas Biglia o
Javier Mascherano, pero esas estrellas en sus equipos no consiguen despertar
entusiasmo en su público porque por lo general (tal vez con la excepción de los
anteriores tiempos de Gerardo Martino como entrenador) han encontrado planteos
muy conservadores, como ocurre ahora con Edgardo Bauza.
Ante Chile, y como local en Buenos Aires, la
selección argentina fue dominada territorialmente como pocas veces se recuerda
en la historia, y sorprendió cuando al finalizar, Bauza sostuvo que el equipo
jugó “un gran partido” y lo calificó con “diez puntos”, porque todos saben que eso
estuvo lejos de la verdad.
De hecho, la selección argentina saldrá a jugar ante
la prácticamente eliminada selección boliviana con un planteo ultra defensivo
justificándolo en los 3650 metros de altura de la ciudad de La Paz, pese a que
allí, en este grupo sudamericano, el equipo local sólo ha podido ganar dos
partidos y ante los rivales más débiles.
Se suele decir que a la selección argentina le suele
costar más la clasificación que el Mundial porque la responsabilidad de tener
que llegar hace que se juegue con mucha presión, pero pocas veces se recuerda
un planteo tan defensivo, y se ha visto a Messi pelear tanto por un balón y discutir tan airadamente
con los jueces, y tan solo para crear juego.
Por eso, aunque juntos se divierten y construyen
tanto en el Barcelona, cuando se suman a sus selecciones nacionales, Messi y
Neymar viven situaciones muy diferentes.
miércoles, 22 de marzo de 2017
Chile es apenas el frente externo de la selección argentina
Pocos se preguntan, más allá de que la tradición no
indica que haya que tener temores, qué ocurriría si la selección argentina
llega a caer derrotada ante Chile y se complica seriamente su clasificación
para el Mundial. Y no sólo desde el punto de vista futbolístico.
El partido adquiere una importancia casi de final si
se tiene en cuenta que Chile, que le ganó las dos últimas Copas América a este
equipo argentino, aunque ambas por penales, es el rival que se encuentra justamente
en la posición anterior en la tabla clasificatoria sudamericana, cuando tras
este enfrentamiento quedarán tan sólo cinco partidos y tres de ellos serán como
visitantes, en la altura de La Paz (acaso el más accesible), en Montevideo y en
Quito.
Desde el punto de vista futbolístico, la selección
argentina no sólo tiene con qué vencer a “La Roja” sino que en verdad, nunca
fue derrotada en estos años durante los noventa minutos, con los distintos
entrenadores de cada lado del banco, pero el temor reside en que esta
generación albiceleste, en vez de dar un plus en los partidos decisivos,
siempre ha quedado en deuda en estos casos.
El entrenador Edgardo Bauza, viejo conocido de su
rival, Juan Pizzi (fueron compañeros en Rosario Central entre 1988 y 1989 y
luego lo dirigió entre 1999 y 2001), sigue
apostando al 4-2-3-1, con lo cual sigue con esta última moda de dejar a dos
volantes para la marca (Javier Mascherano, que hace mucho que no juega en esa
posición en el Barcelona) y Lucas Biglia, lo cual no sólo nos parece
excesivamente conservador sino desequilibrante para el lado defensivo.
Pero hay un factor extra que es el psicológico y en
este punto, hay varios jugadores en deuda con el público, como Sergio Agüero,
que tendrá su enésima chance de reivindicación por una nueva e inoportuna
lesión de Paulo Dybala y la sospechosa mano de su club, la Juventus, para que
no ingrese de movida (el propio cuerpo médico argentino mira de reojo a los
turineses desde hace tiempo).
Otro es Angel Di María, y habrá que ver cómo maneja
Gonzalo Higuaín cierta resistencia de buena parte de la gente por sus fallos en
las finales, aunque se trate de un formidable goleador, y quedan muchas dudas
en el costado izquierdo de la defensa, con un Marcos Rojo que no termina de
asentarse como central en el Manchester United, y Emmanuel Mas, que ya ha
sufrido ante Ecuador.
A Sergio Romero ya nos hemos referido en el pasado y
creemos que un arquero que no sólo no es tenido en cuenta para la Premier
League en el Manchester United, sino tampoco para la Europa League y hasta para
la FA Cup hasta que llegó el pedido directo de Bauza al entrenador del equipo
inglés, José Mourinho, no da motivos para tener seguridad, máxime cuando hay
otros jugadores en su posición que vienen pidiendo pista.
Como se sabe. El fútbol es impredecible (“Dinámica
de lo impensado”) y con los antecedentes de las dos Copas Américas perdidas y
aún con un rival debilitado por las ausencias de Arturo Vidal y Marcelo Díaz, y
otros que físicamente no están en su plenitud como Gary Medel o Alexis Sánchez,
todo puede ocurrir y la gran pregunta es cómo reaccionaría la selección
argentina ante un gol en contra, o si los minutos pasan y el gol no llega, con
la creciente impaciencia de la gente.
Pero como dice el título que hemos puesto, Chile es
apenas el frente externo porque esta selección argentina llega con demasiados
otros problemas internos. Un equipo que no habla con la prensa desde la pasada
victoria ante Colombia por el affaire con Ezequiel Lavezzi (en nuestro caso, ni
falta que hace que los jugadores tengan que decir nada), que cambia
permanentemente de idea en cuanto a huir al interior cuando los rumores en
River aparecieron tras la dura derrota inicial ante Ecuador, y repentinamente
decidir el regreso a Buenos Aires tras cierto “maltrato” en algunas provincias.
Lo hemos escrito con reiteración: un equipo que no
se asoma ni siquiera a las ventanas de los hoteles como local, porque no siente
el contacto con el público, no parece de lo más representativo en cuanto a los
sentimientos que transmite, y por parte de mayoría de jugadores que participan
en sus clubes muy lejanos de la realidad nacional y que acumulan decenas de
millones de euros en sus cuentas.
Esto debería llevar a un esfuerzo por acercarse a la
gente, pero no parece que haya un solo dirigente que comprenda esta realidad y
no sólo eso: esta Comisión Normacrizadora jugó por momentos la baza de oficiar
de local en la Bombonera, y hasta Bauza lo atribuyó al cambiante carácter de
los jugadores, aunque finalmente (y como siempre) primó lo económico y lo
organizativo, y se terminó jugando en River por una cuestión de publicidades y
de recaudación.
Se trata de una selección con enorme cantidad de
contradicciones: si una de ellas fue el devenir de la localía (del interior a
River, de River al interior, del interior a la Bombonera para morir en River), y otra fue el haber responsabilizado a toda
la prensa por lo publicado por un medio determinado y claramente reconocible,
una más pasa por la decisión de que Marcelo Tinelli se hiciera cargo del
departamento correspondiente.
De hecho, y también lo hemos reiterado en esta
columna, Tinelli llega a la conducción de este departamento como parte de un
pacto de poder con el moyanismo y con el comisario político del fútbol
argentino, Daniel Angelici, por el que tuvo que aceptar quedarse sin la AFA y
con la promesa de una Superliga que todavía no se implementó y acaso por eso
prefirió “pájaron en mano” con la selección nacional aunque a su estilo: sin
esperar un segundo al conocer la firma (a regañadientes) del aval de dos de los
cuatro integrantes de la Comisión Normacrizadora, el número 2, Javier Medín, y
el 4, Pablo Toviggino.
La negativa del presidente de la Comisión, Armando
Pérez, a suscribir una designación de un dirigente que no integra (ni
integrará) el Comité Ejecutivo de la AFA, como indica el reglamento que tiene
que suceder, y que entonces necesita que se le entregue formalmente el cargo a
Nicolás Russo de Lanús (alguien que quiso ser presidente de la AFA pero fue
bajado por el Gobierno por simpatizar con Sergio Massa), agregan un
importantísimo foco de resistencia a su llegada y ni qué hablar de Juan Verón,
el presidente/jugador de Estudiantes, a quien le acaba de renunciar su manager
Norberto Alayes, y quien estaría a cargo de los juveniles.
Tinelli tampoco parece estar demasiado respaldado
desde Zurich por el propio Presidente de la FIFA, Gianni Infantino, a quien
mucho no le gustó la idea, pero lo importante, volviendo al affaire Lavezzi, es
quién sostiene al vicepresidente de San Lorenzo tan cerca de la selección
argentina, y son nada menos que los jugadores de mayor peso específico: Lionel
Messi y Javier Mascherano.
Llama la atención, por ejemplo, que la prensa
argentina en su mayor parte de por sentado que Carlos Tévez se retiró del
equipo nacional por haberse ido a jugar a China, y sin embargo Lavezzi sigue
formando parte de un equipo de esa liga en el que no participa desde hace rato
por lesión, y sin embargo sigue siendo convocado.
También resulta llamativo que en cada foto de
Tinelli con Messi, en el contexto de un entrenamiento de la selección nacional,
aparezca Pepe Costa, íntimo amigo de los jugadores argentinos del Barcelona,
club en el que trabaja como representando a los jugadores ante la entidad.
¿Puras casualidades o poderes que se van concentrando desde el inicio?
Una selección muda, contradictoria y misteriosa como
ésta, cuya única voz parece ser la del entrenador, que suelto de cuerpo
advierte que no sabe qué hará luego de consagrarse campeón del mundo en Rusia
2018, deberá, por fin, hablar en el verde césped, que como decía el fallecido
Angel Labruna, es donde aparecen las verdades y donde se acaban las dudas.
Y este equipo argentino tiene mucho que explicar, y
varios frentes que atender, antes que pensar en un título del mundo. Rusia,
aún, está demasiado lejos.
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