Ya está. Lionel Messi fue sancionado con cuatro
partidos de suspensión en el grupo clasificatorio sudamericano cuando restan
cinco para que finalice y visto lo visto con el juego de la selección argentina
(y no tanto por no tener recambio, que lo tendría en condiciones normales)
ahora puede peligrar la participación en el Mundial de Rusia.
Las preguntas comienzan a aparecer a borbotones pero
la primera que nos surge está más relacionada con las consecuencias: ¿cómo
repercutirá esta sanción, no sólo hoy, en el partido ante Bolivia en la altura
de La Paz, que siempre le trajo inconvenientes a los equipos argentinos, sino
en el devenir de la clasificación?
Si es por hoy, la situación, en cierta forma, porque
el paralelismo no es absoluto, nos recuerda una que hemos vivido in situ,
aquella de Dallas en 1994, cuando los jugadores se acababan de enterar la noche
previa, sobre la sanción de la FIFA a
Diego Maradona, y tuvieron que enfrentar a Bulgaria.
Las caras desencajadas en el momento de los himnos,
y la absoluta falta de respuesta en el campo fueron evidentes y una selección
que había ganado los dos partidos anteriores en la fase de grupos, quedó
tercera y se complicó el resto del torneo, y de hecho fue eliminada tres días
más tarde en octavos ante Rumania.
Por eso, es ahora cuestión del entrenador, Edgardo Bauza,
y de la dirigencia (en este caso, Marcelo Tinelli y Jorge Miadosqui, que se
encuentran con el equipo en Santa Cruz de la Sierra en estos momentos), la
gestión de la crisis, del cimbronazo producto de una sanción mucho más dura que
lo esperado. Y luego, más allá de lo que ocurra esta tarde en Bolivia, vendrá
el momento de decisiones finas, no sólo deportivas, también institucionales.
Ahora bien, ¿estos dirigentes y este director
técnico están en reales condiciones de gestionar esta crisis? ¿Cómo acusará el
plantel el golpe de una sanción tan dura, que deja afuera al jugador clave del
equipo, a tal punto que con él en la cancha se obtuvo 15 puntos de 18 y sin él,
7 de 21?
Por otra parte, ¿cómo influirá esta ausencia de
Messi en un equipo que sabe ahora que no podrá contar con él hasta el último partido,
que será en Quito ante Ecuador?
Y siguiendo con la misma línea, ¿qué pasará con
muchos de estos jugadores, y hasta con Bauza, si hoy no se obtiene un buen
resultado o incluso obteniendo un empate pero jugando tan horrible como ante
Chile?
Durante la semana pasada, el futuro presidente de la
AFA “normalizada” (si a eso se le puede llamar así), Claudio “Chiqui” Tapia,
estuvo en el predio de Ezeiza y conversó largamente con Bauza. El entrenador concluye que su continuidad no
está en riesgo, pero habrá que ver cómo se desencadenan los hechos, porque fue
contratado por una intervención y no hay mejor forma de pasar página y mostrar
un cambio que quitándolo del lugar y nombrar a un sustituto que de mayores
garantías (¿Jorge Sampaoli, ahora que su cláusula de rescisión con el Sevilla
baja mucho el monto tras el 30 de junio, que era el preferido de los jugadores
de peso?).
Pero también caben preguntas hacia el propio Messi.
¿No es extraño que por dos veces haya insultado a los jueces de línea ante
Chile, sin taparse la boca cuando la oculta hasta para saludar? ¿Tanto le
indignó una disputa en un lateral contra Jean Beausejour, que apenas lo toca?
¿Tanto como para estar tan enojado al final de un partido chivo que de todos
modos su equipo ganó? ¿Tanto para reclamar airadamente cuando una tarjeta
amarilla no lo dejaba afuera del partido más complicado desde el punto de vista
físico como el de hoy de La Paz?
Es, al menos, bastante extraño. ¿O no serían los
nervios o el enojo por la impotencia de no poder jugar más o menos un fútbol
digno, con un campo de juego que no fue cuidado, y un planteo que va contra
natura y contra sus propios gustos?
En cualquier caso, Messi fue bien sancionado.
Sorprende, incluso, que no haya sido informado por los cuatro jueces
brasileños, pero es parte de esos “códigos” de la añeja mafia del Atlántico,
que ahora va perdiendo peso específico en la Conmebol y más aún en esta FIFA “post-Gate”.
De todos modos, esta sanción va mucho más allá . No
es un mensaje sólo a Messi, sino de la FIFA a la dirigencia futbolística
argentina, harta ya de estar harta de tantos desafíos, de tantas mojadas de
oreja, de tanto macaneo, de tanto desastre. Una advertencia para el nuevo
presidente (Tapia) desde mañana, y también contra el nuevo secretario de
selecciones Nacionales (Tinelli) -¿acaso por la influencia de una mano
pesada?-.
Sin dudas, es uno de los hechos más serios de los
últimos tiempos alrededor de la selección argentina, que ahora deberá atravesar
el espinoso pasillo del final de la clasificación sin su mejor jugador, y en
plena crisis de identidad y de juego.
Hay que remontarse a 1969 para una situación de
tanto caos institucional del fútbol argentino en una clasificación mundialista,
cuando también la AFA estaba intervenida, cuando también la selección fue
cambiando de entrenador en medio del río. Y aquella vez, el equipo argentino
fue eliminado de México 1970. Fue la
única vez que se quedó fuera de un Mundial en una clasificación.
Esperemos que la historia no se repita, entre tantas
preguntas sin respuesta.
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