A poco de comenzar otra semana de furia pero ya
camino a ciertos desenlaces por una cuestión de tiempos (la definición de la/s
lista/s de canditato/s a presidente de la AFA, la determinación final de la
Comisión de Ética de la Conmebol sobre la candidatura de Claudio “Chiqui” Tapia
al máximo cargo, si aparece o no el dinero para pagar la deuda de los clubes a
los jugadores y si este dinero es suficiente, la apertura de los sobres con los
derechos de TV, entre otras cosas), consideramos importante ir tratando de
aclarar algunos de los tantos conflictos que van llevando al fútbol argentino
al fondo del pozo y sin que se vislumbre una salida.
La “retención de tareas”, como bien utilizó técnicamente
como definición el polémico Sergio Marchi, secretario general de Futbolistas
Argentinos Agremiados (FAA) para que no se jugara la fecha 15 del Torneo
Oficial y se postergara el reinicio, así como finalmente ocurriera con los
partidos de todas las categorías de Ascenso con profesionales, tiene toda la
razón.
No hay que olvidar que sea Marchi alguien ligado a
pésimos consejos, que mandaron en su momento al descenso a Colón de Santa fe, o
se le encontró una fortuna en la cuenta de la fundación El Futbolista en la
causa de la malversación de fondos estatales del Fútbol Para Todos, son los
clubes los que deben 475 millones de pesos a los jugadores.
Y esos fondos, por más que el secretario de Trabajo
Ezequiel Sabor haya manifestado y recontra asegurado que salieron de sus arcas,
no habían llegado a las CBU de los jugadores hasta el momento de jugar.
Tampoco, aunque los dirigentes van a insistir desde el lunes 6 de marzo, es
ninguna garantía que se pretenda un plan de pagos por parte de una dirigencia
futbolística que no sólo jamás cumple con su palabra (y no de ahora, es histórico
y lo pueden comprobar en mi libro “AFA, el fútbol pasa, los negocios quedan”),
sino que entre 2009 y 2016 recibieron una fortuna, como jamás habían ni
siquiera imaginado, y sus deudas aumentaron como nunca. Es decir: no son
sinónimos de ninguna cristalinidad.
Por otra parte, Marchi insistía con que pretendía
260 millones de los 350 que iba a cobrar la AFA por el resarcimiento de la
rescisión del contrato de Fútbol Para Todos, que no se entiende por qué el
fútbol debe cobrar por un contrato rescindido (aunque en la Argentina esto se
convirtió en normal) y no se tiene en cuenta de que muchos clubes, además de la
deuda que tienen con los jugadores, tienen otras con sus empleados y
proveedores.
No viene mal recordar también que esta dirigencia
fue capaz de pedir al Estado, con un documento fechado el 18 de julio de 2016, que
se terminara con el contrato de Fútbol para Todos, al entender que había una
oferta superadora, que jamás pudo concretar hasta hoy mismo.
Tampoco se entiende cuál era o es el “favor” que
hace la empresa Torneos, a la que dirigentes hoy con discurso muy “progre”
corrieron a beneficiar a mediados de 2016 otorgándole todos los derechos de
Copa Argentina, amistosos de la selección argentina, Nacional B o Primera B
Metropolitana, entre otras cosas, cuando esta empresa estuvo involucrada en el
FIFA-Gate y había otra nueva, al menos para la Argentina, Cárdenas Marketing
Network, que pagaba lo mismo o más.
No sólo eso, sino que el otrora socio de Torneos en
TRISA, el Grupo Clarín, a través de Canal 13, y junto a Telefé, sigue
recibiendo un subsidio estatal al transmitir los principales partidos del actual
torneo no reiniciado, porque con muy poco dinero que pusieron entre ambos,
están en condiciones de emitir los partidos más importantes mientras que el
Estado bobo, emite los que menos rating tiene habiendo puesto mucha mayor
cantidad durante la primera parte, y ahora paga una rescisión por lo que queda.
O sea que esa ayudita tipo “vaquita”, junto a los otros 40 millones de Axion,
son nada al lado de todo lo que se beneficiaron.
También es interesante destacar el rol de Claudio “Chiqui”
Tapia en este conflicto, a pocos días de que, salvo movimientos desesperados de
último momento (una presentación de otra lista antes del cierre, por parte del
tinellismo, o que no pase el examen del Comité de Etica de la Conmebol,
impuesto por la FIFA, y que tanto resistieron sus aliados en la AFA), sea
ungido como nuevo presidente del posiblemente vaciado edificio de la calle Viamonte,
si es que luego prospera la idea de Superliga.
Tapia es el yerno del dirigente camionero Hugo
Moyano, y pudo haber estado ligado al sindicalismo, pero es el presidente de
Barracas Central y en 2015, la legisladora Graciela Ocaña (Confianza Pública)
le radicó una denuncia ante el juez Martínez de Giorgi acerca de que el ahora
principal candidato a la presidencia de la AFA incorporó al CEAMSE a tres
dirigentes de clubes de Primera B (Fabián Lovato, presidente de San Telmo,
Jorge Milano, presidente de Villa Dálmine y Francisco Javier Marín,
vicepresidente primero de Acassuso), que luego estaban en condiciones de
votarlo y no sólo eso, sino que algunos
de ellos forman parte de la lista armada por el propio Tapia.
El juez Martínez de Giorgi corroboró posteriormente
la denuncia de Ocaña y la Cámara, posteriormente, rechazó un pedido de
incompetencia a favor del expediente por dinero entregado por el Estado, a
través del programa Fútbol Para Todos, a los clubes (http://www.argnoticias.com/politica/AFA-Una-causa-contra-Chiqui-Tapia-pone-en-peligro-su-candidatura-20170226-0019.html).
Ante todos estos antecedentes, por más que Tapia haya entregado a la
Conmebol un certificado de antecedentes penales que lo puede ayudar a llegar a
la presidencia de la AFA, sorprende que quienes lo defienden ante esta situación
puedan dividir entre “idoneidad” (que es lo que la Comisión de Gobernanza y
Transparencia de la Conmebol requiere) de “integridad”, como si fuera sólo una
cuestión semántica o como si la integridad no interesara sólo porque no entra
en lo reglamentario (otra barbaridad del fútbol, la de no prestarle atención a
estos “pequeños detalles”).
Entonces, Tapia olvidó este fin de semana de una
manera más que veloz su pasado gremial para colocarse del lado de la patronal.
Primero, porque como posible presidente de la AFA tenía que mostrar autoridad,
y segundo, porque como dirigente de un club y necesitando los votos de los
demás, tenía que mostrarse en contra del sindicato y en lo posible, resolutivo:
si Julio Grondona resolvía todo con una llamada tirado en su cama del lujoso
hotel Baur Au Lac en Zurich, había que tratar de acercarse al extinto ex hombre
fuerte del fútbol argentino haciendo jugar, a como diera lugar, los partidos
del ascenso, que es “su” reducto. Y para esto, no vaciló en tratar de imponerlo
aunque fuera con juveniles y sin tiempo para organizar siquiera un operativo
policial o un control médico de los participantes.
Fue tal el ridículo que quedó demasiado cerca de los
que aborreció desde el mismo día en que la FIFA y el Gobierno de Mauricio Macri
dispusieron esta intervención sui generis que parece vivir sus últimos meses:
Armando Pérez y Javier Medín, que tienen a su vez su propia interna porque cada
uno responde a una de las dos partes interventoras.
El que tiene menos chances de pasar el examen de la
Conmebol es sin dudas el presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici,
enfrentado a la entidad sudamericana ya desde los días del gas pimienta del “Panadero”
en aquel nefasto Boca-River de la Copa Libertadores 2015.
Primero, porque no tolera que se haya aceptado un
certificado trucho justificativo de la agresión por parte del presidente de
River (y adversario político-futbolero) Rodolfo D’Onofrio, y luego, armando una
nueva entidad, la Liga de Clubes Sudamericanos para discutir los fondos y los
derechos de transmisión de TV a las nuevas autoridades que mantuvieron el statu
quo de las anteriores, ahora con el poder en manos de Alejandro Domínguez.
De todos modos, Angelici, candidato a vicepresidente
primero en la lista de Tapia (otro hincha de Boca con lo que los dos primeros
tirarían para este club), podría quedar con el poder en las sombras si lo
rechazaran en la Conmebol, y asunto terminado. Ya lo hace en el Gobierno
nacional y fue duramente criticado por la legisladora Elisa Carrió, así que no
sería nada nuevo para él.
El hecho de tener bingos de su propiedad en la
provincia de Buenos Aires lo ponen en una delicada situación, si tomamos en
cuenta que la FIFA rechaza esto por incompatibilidad y que su figura es
resistida en Asunción.
Pero también hay que aclarar que a la FIFA, a este
intento de renovación de cara de la entidad de Zurich que ahora preside el
políglota Gianni Infantino, el que es elogiado por Diego Maradona, le interesa
poco lo que pase en el fútbol argentino mientras respete el nuevo orden
instituido y eso pasa hoy por la aprobación íntegra del estatuto (es decir, con
artículo 87 incluido) y está harta de las eternas mojadas de oreja al estilo
del viejo caudillismo nacional, con amenazas en micrófonos y grabadores, océano
de por medio, o invitaciones a pelear afuera con las camisas sudadas y
arremangadas por dirigentes acostumbrados a esas formas de proceder.
A la FIFA nunca le interesó, en el fondo, si la
futura AFA será federal en serio algún día, o si los llamados “Grupos de
Interés” (fútbol sala, fútbol femenino, fútbol playa, entrenadores, jugadores,
árbitros) puedan tener vos y voto, que se acaben las roscas o que pueda votar
mucha gente, como en federaciones de países más desarrollados y con otra
cultura democrática.
Por eso, mientras los candidatos sean “idóneos”, no
parece importar tanto que sean “íntegros”, o tampoco, si al final en la
asamblea se quitan tres de los seis votos de los “Grupos de Interés” para
pisotearlos con los del Ascenso. Mientras se cumpla el estatuto y se le diga OK
a Zurich, “siga, siga”.
Y tampoco hay que dejar de lado al Gobierno de
Macri. Se quejó del gobierno anterior con el “Fútbol Para Todos”, pero se metió
en el fútbol tanto o más que el anterior y su propósito todavía no se hizo
explícito, tanto en el aspecto de la TV como en el de la madre de todas sus
batallas con la pelota: la introducción de las sociedades anónimas, tal como el
primer mandatario peleó desde el llano en los noventa y fue resistido por
socios e hinchas.
En cuanto a la TV, esta semana debería haber una
definición sobre quién (¿o hay que preguntar quiénes?) se quedará con los
derechos, y no parece que desde la Casa Rosada no se aliente ni se presione
para que sea un grupo amigo, que tuvo incidencia notable en la campaña
electoral y que se vio más que beneficiado en todos los órdenes desde el 10 de
diciembre de 2015.
Y en cuanto a las SA, desde siempre la idea fue que
los clubes poderosos (los que manejan la gran torta económica, la que interesa
en el negocio) se apartaran del resto (Superliga) y abrieran la ventanita a los
capitales privados. Hay tiempo: si no es ahora mismo, será en unos meses, pero
esa es la idea final. Ingenuidad, ninguna.
No hay ingenuos en este negocio.
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