El próximo 1 de octubre, al menos hasta el momento,
habrá un Referéndum en Cataluña en el que podría surgir la posibilidad de que
en apenas 72 horas, es decir, el 4 de octubre, se independice de España, algo
que está latente en los últimos años y que tiene su caja de resonancia en cada
partido que el Barcelona juega en el Camp Nou, cuando en el minuto 17 con 14
segundos de cada tiempo, buena parte del estadio grita “Independencia”.
La elección del minuto 17 y 14 segundos no es
casualidad sino que pretende representar el año 1714, el del gran conflicto de
los catalanes con la corona de los Borbones (que salvo un período intermedio
siguen reinando España, ahora con Felipe VI) y sumado a esto, el Fútbol Club
Barcelona viene pronunciándose como club a favor de la secesión de España.
La gran pregunta, entonces, es ¿qué sucedería si,
efectivamente, el próximo 4 de octubre Cataluña declarara la independencia de
España? Si bien la respuesta no es tan
clara, sí hay elementos que pueden indicar un camino.
La primera que lo sentirá es la selección española,
protagonista del fútbol mundial en estos últimos diez años, al punto de que
cuando en Sudáfrica 2010 ganó su único Mundial, estaba compuesta por jugadores
como Víctor Valdés, Gerard Piqué, Carles
Puyol, Sergio Busquets, Xavi Hernández, Cesc Fábregas o Joan Capdevila, y ahora
mismo perdería a los catalanes, que pasarían a jugar en su propio equipo
nacional, que ya venía disputando partidos amistosos puntuales, especialmente
uno tradicional en el final de cada año.
El prestigioso investigador valenciano José Del
Olmo, presidente del Centro de Investigación e Historia del Fútbol Español,
sostiene sobre esta posibilidad de independencia de Cataluña que la UEFA no
admitiría al Barcelona, al Espanyol o al Girona, actualmente en la Liga, y
deberían participar en el torneo catalán, algo con lo que coincide el
presidente de la Federación Catalana, Andreu Subiés, porque calculan que
ocurriría algo parecido a lo de las ligas de los países ex yugoslavos desde la
partición de este país a principios de los años noventa, cuando cada club tuvo
que quedar participando en las nuevas ligas de sus países.
Claro que el jurista José Luis Pérez Triviño,
catedrático en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona e integrante de
Iusport, una institución de estudios legales del deporte. Para poder competir
como selección catalana, primero debe ser aceptada por la UEFA y para que eso
ocurra, primero Cataluña deberá ser aceptada en la ONU como estado miembro. Y
por el mismo camino deberían ir los clubes como el Barça, el Espanyol y el
Girona, porque para poder seguir jugando en la Liga Española, primero deberán
tener un permiso de la UEFA y otro de la Real Federación Española (RFEF) a tal
efecto.
Pero aún teniendo la autorización de UEFA y RFEF, el
Barça, el Espanyol y el Girona pasarían a jugar en la Liga como equipos
extranjeros, con los problemas que eso traería en la relación con el público en
cada visita a los estadios españoles.
Una posibilidad que barajó el Barcelona es la de
participar en Le Championnat, en Francia, algo que podría ser espectacular si
se sumara a la competencia de equipos como el PSG, Mónaco, Olympique de Lyon o
el Olympique de Marsella, entre otros.
El problema que enfrenta en ese caso el Barcelona es
que no está en la situación del Mónaco, equipo invitado a la Liga Francesa
porque Mónaco no tiene liga ni selección nacional, ni es miembro UEFA, y eso
facilita su aceptación en otra liga nacional, pero no es el caso de Cataluña,
ni con su selección ni con sus ligas propias, que sí existen.
Otro rumor instalado es que el Barcelona podría
gestionar, en base a estos problemas burocráticos, una franquicia para participar
con su principal equipo en la MLS de los Estados Unidos y de hecho, hubo un acercamiento
entre el club y el país, al que concurre a jugar torneos de verano en los
últimos años y ha abierto este año una oficina en Nueva York. Este rumor indica
que un segundo equipo, el Barcelona B, sí participaría en la Liga Catalana
hasta que se despeje la situación política y se estabilice.
Un antecedente que algunos juristas deportivos
consideran importante es lo ocurrido con la situación de Gibraltar, que fue
aceptado como miembro pleno 54 por la UEFA y por el Tribunal Superior del
Deporte en el mundo (TAS) pese a la oposición de la Federación Española porque,
según explicó el entonces presidente de la UEFA a la RFEF, Michel Platini, “la
UEFA no debe dejar que se la utilice con fines políticos” y explicó que desde
2001, “la UEFA se rige por una norma que establece que deben ser aceptadas las
federaciones de países aceptados por la ONU pero Gibraltar había pedido la
inclusión en 1997, antes de esta reglamentación”.
Siguiendo con las reglamentaciones, la RFEF sostiene
en la suya que los clubes que deseen participar de sus competiciones oficiales “deberán
aceptar estar afiliados a la RFEF o integrados en ésta”, es decir que
efectivamente, los clubes catalanes de la Liga deberían someterse a la
aprobación de su continuidad por parte de la RFEF y de la UEFA.
Una posibilidad que hasta hace meses también existía
pero que se fue extinguiendo es la de que no sólo el Barcelona sino los clubes
de élite europeos se retiraran de la Champions League y le dieran la espalda a
sus ligas nacionales para conformar una Superliga Europea, pero con la llegada
del esloveno Aleksander Ceferin a la presidencia de la UEFA, éste pactó con la
Asociación de Clubes Europeos (ECA), que nuclea a los más poderosos, un cambio
de clasificación para la Champions 2018/19 y aquel proyecto separatista quedo
atrás.
¿Qué pasará con sus clubes si Cataluña se
independiza de España el 4 de octubre? ¿No volveremos a tener un clásico como
Barcelona-Real Madrid?
Lo que es claro es que el fútbol tendrá sus propios
motivos para conmoverse si la independencia catalana se efectiviza en unos
pocos días más.
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