La pasada Copa de las Confederaciones que ganó (una
vez más) Alemania, hace apenas tres meses, no tiene demasiados parecidos con la
que se jugó cuatro años atrás en Brasil. En este caso, el Comité Organizador
del Mundial del año que viene en Rusia no recibió ningún apercibimiento de la
FIFA por las obras inconclusas en los estadios o por cuestiones de
infraestructura ni quejas por las demoras o por el caos institucional. Nada de
eso.
Rusia parece ya completamente preparada para
organizar el Mundial de 2018, para lo que quedan apenas ocho meses. La mayoría
de los estadios están terminados, el sistema de transportes es descomunal, la
hotelería tiene suficiente capacidad para albergar a miles de turistas y las
atracciones para las visitas son de las más variadas.
No se trata de un país sino, verdaderamente, de un
continente en sí mismo. Con 17.100.000 kilómetros cuadrados, doce mares,
abarcando parte de los océanos Atlántico y Pacífico y hasta el Glaciar Artico,
Rusia ocupa la octava parte de la superficie del planeta, con los Urales y el
Cáucaso, los bosques siberianos, el lago Baikal (el más profundo de la tierra)
y el Río Volga (el más largo de Europa), con ciudades que tienen hasta once
husos horarios diferentes, por lo que mientras hay quienes cenan en
Vladivostok, también hay quienes se están levantando por la mañana en
Kalingrado.
Si Brasil ofrecía una extensión muy amplia para
desplazarse de un lugar a otro, lo de Rusia puede ser aún mucho más complicado
y si bien atravesarla por completo, por ejemplo de un partido a otro, puede
significar la necesidad de un avión, también hay un sistema de trenes con
muchas ofertas, pero básicamente una gran idea que cumple varias funciones: la
del “ID Fan”.
Ya utilizado en la Copa Confederaciones, el “ID Fan”
es un sistema implementado por el Comité Organizador, que continuará en el
Mundial, y que consiste en que todos aquellos hinchas que tengan entradas
adquiridas para los partidos podrán registrarse en una web oficial del torneo,
y eso les permitirá utilizar gratis el sistema de trenes (hasta acabar las
plazas, aunque seguramente volverán a colocar viajes extras), y de paso, todos tendrán colgando una especie
de acreditación que los certifica como hinchas (Fans) en el torneo. Claro que
de esta forma, también el país consigue, en una época dificultosa para la
seguridad, un seguimiento de cada uno de los turistas ingresados durante el
tiempo del certamen.
Rusia no es un país fácil. Ha cambiado ya dos veces
de sistema en un siglo, desde los primeros tiempos del imperio, pasando por la
Revolución desde 1917, hasta la partición de la Unión Soviética a principios de
los noventa, y su sociedad tuvo que adaptarse a los cambios, especialmente a
éste último.
Esto se nota en las distintas miradas, de acuerdo
con las generaciones con las que nos podemos llegar a encontrar. Los mayores de
treinta años fueron criados en un ámbito más cerrado, con menos contacto con el
mundo occidental y eso se nota hasta en el idioma. Los más jóvenes hablan en
inglés en su mayoría, pero esto es casi imposible entre los de mediana edad
hacia arriba y allí todo se puede complicar.
Rusia es un país con todos los servicios. Es claro
que los que viven allí tienen acceso a casi todo, pero no es tan fácil para los
que vienen desde afuera. Un buen ejemplo es el uso del metro en Moscú, acaso
uno de los mejores del mundo por calidad, frecuencia y hasta por la
arquitectura porque muchas de sus estaciones son verdaderos palacios y con
monumentos de una estética asombrosa (como Teatralnaya, la de la Plaza Roja, en
la que la gente se detiene para tocar el hocico de un perro en estatua para
besar la mano como símbolo de suerte).
Sin embargo, es muy factible perderse en una red de
metro tan enorme y con tantos pasillos y escaleras mecánicas porque todas las
indicaciones están en ruso, y por lo tanto, escritas en letras de alfabeto
cirílico. Apenas en los vagones, y por una pequeña pantalla, aparecerá un par
de veces en inglés la próxima estación pero por eso mismo la recomendación es
llevar siempre a mano un mapa con las estaciones en letras latinas.
Toda la red de metro cuenta con wifi, pero claro,
para acceder a la red, como está sponsoreada (auspiciada por alguna marca),
para llegar al servicio hay que atravesar varios pasos, y todas esas
indicaciones están en ruso. Entonces, hay que tratar de memorizar esos pasos en
base a los colores o las imágenes.
Con 146 millones de habitantes, de cuarenta
nacionalidades y grupos étnicos diferentes y más de cien lenguas, no es difícil
colegir que Rusia sea un país con una enorme burocracia. Esto se nota mucho en
la papelería. Hay que prepararse y armarse de paciencia porque cada trámite
puede llevar demasiado tiempo, entre sellos, fotocopias y llamados telefónicos,
aunque al final, todo se termina resolviendo.
Una recomendación importante es la de tener siempre
a mano rublos, la moneda local, porque se trabaja poco con billetes foráneos y
esto puede llegar a ser grave en los fines de semana, cuando hay pocos lugares para
cambiar. También hay que tener en cuenta, al viajar, el uso de las tarjetas de
crédito porque en casi ningún lado aceptan la American Express, en cambio sí la
Visa o la Mastercard.
Salvo que por el acontecimiento que significa el
Mundial, seguramente los precios no subirán demasiado y pueden ubicarse en un
lugar intermedio, parecidos a los valores de España.
Desde lo cultural, es mucho lo que el país puede
ofrecer. Desde los distintos Kremlin, todo el circuito ex soviético, hasta los
distintos monumentos de épocas completamente diferentes en un contexto de un
lugar que dio veinte premios Nobel con poetas como Boris Pasternak o Joseph
Brodsky, compositores como Peter Tchaikovsky, Sergei Rachmaninov o Dimitri
Shostakovich, escritores como León Tolstoi, Fiodor Dostoievsky o Antón Chejov,
o teatros de reconocida fama mundial como el Bolshoi de Moscú o el Marinsky de
San Petersburgo.
Los que tienen previsto recorrer Rusia durante el
próximo Mundial de 2018 tienen que saber que entre el partido inaugural del 14
de junio y la final del 15 de julio, en
ambos casos en Moscú, tendrán la posibilidad de vivir una aventura fascinante,
con ciudades completamente distintas y con una tremenda riqueza geográfica y
cultural, y nada menos que en el contexto de la máxima cita del fútbol
internacional.
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