De manera más sencilla de lo que podía parecer hasta
hace pocos meses, cuando aún el grupo clasificatorio parecía más equilibrado,
la selección española finalmente logró ingresar al Mundial de Rusia 2018 una
jornada antes del final y por la puerta grande, al establecer una clara
diferencia con el resto de los equipos participantes.
La selección española afrontaba desde 2014 el
desafío de renovar una generación dorada, con la que había conseguido ganar,
consecutivamente, dos Eurocopas y un Mundial entre 2008 y 2012, pero el tiempo
no pasa en vano y varios de esos jugadores se fueron retirando del equipo
nacional, al cumplir un ciclo y “La Roja” lo acabó pagando caro tanto en el
anterior Mundial de Brasil, cuando no pudo pasar de la primera fase, eliminada por
Holanda y Chile, como en la última Eurocopa de Francia, cuando cayó ante Italia.
Precisamente, Italia era el rival a vencer en un
grupo clasificatorio mundialista que sólo otorgaba una plaza directa para el
Mundial, obligando al segundo a una incómoda repesca y todo indicaba que el
nivel de paridad entre España y los “azzurros” iba a ser total y que el ganador
surgiría a último momento y por leves detalles.
Sin embargo, esto no fue así. Pese a la
incertidumbre tras el Mundial 2014 y la Eurocopa 2016, con la salida de
jugadores de un peso específico importante en el equipo como lo fueron los
volantes Xavi Hernández o Xabi Alonso, delanteros como Fernando Torres o David
Villa, y un portero como Iker Casillas, pero especialmente con el final del
brillante ciclo como entrenador de Vicente Del Bosque, quien a su vez suplantó
en el puesto al fallecido Luis Aragonés, la selección española supo renovarse a
tiempo y manteniendo una línea futbolística sin demasiado conflicto.
Sorprende que no haya sido traumática la salida de
Del Bosque porque éste transmitía una tranquilidad y una capacidad de comunicar
los conceptos poco habituales, pero más aún, que en el momento de la decisión
del nuevo entrenador, la crisis de la Federación Española comenzaba a explotar
hasta que pocos días atrás terminó por sacar de la presidencia a Ángel María
Villar tras 29 años en el cargo. Incluso, el ex presidente de la Federación
tuvo que purgar varios días en la cárcel hasta pagar una fianza.
Aún así, la selección española pudo ponerse a
resguardo de todos los problemas políticos y se dedicó no sólo a jugar al
fútbol sino a mantener los mejores principios que la sostuvieron en la década
pasada, porque el nuevo entrenador, el ex portero Julen Lopetegui, consiguió
suceder a Del Bosque con la misma convicción y hasta cerrando filas cuando
aparecieron situaciones urticantes como la relatada de Villar o en estos
últimos días, el conflicto con Gerard Piqué, tan resistido en el ámbito de “La
Roja” al ser relacionado con la posibilidad de la independencia catalana, si
bien el propio defensor del Barcelona acabó aclarando que sólo defendía que se
votara en el Referéndum independentista pero que no estaba de acuerdo con la
independencia y que pese a que evaluaba retirarse tras el Mundial de Rusia,
ahora hasta se plantea continuar luego del máximo certamen de 2018.
Lo concreto es que la selección española tuvo la
renovación deseada a partir de un entrenador como Lopetegui que ya había
conseguido títulos europeos en las categorías juveniles sub-21 y sub-19, con el
surgimiento de una nueva generación que aportó aire fresco al fútbol de toque,
balón al piso, y mucha posesión como fue característica del fútbol de la selección
española desde que Aragonés decidió terminar aquellos tiempos de la llamada “Furia”
para buscar jugadores de buen pie y técnica sobresaliente.
Así fue que a la base anterior del Barcelona, de la
que quedan Piqué, Sergio Busquets, Andrés Iniesta y Jordi Alba, se le fueron
sumando varios jugadores del exterior, especialmente de la Premier League (David
Silva, Pedro, Cesc, Diego Costa –ahora regresa al Atlético Madrid- , Nacho
Monreal) y a éstos, los del Real Madrid que ha monopolizado los éxitos en la
Champions League y que ha tomado una confianza indudable desde que Zinedibe
Zidane asumió como entrenador blanco.
A Sergio Ramos se le sumaron Dani Carvajal, Alvaro
Morata- ahora en el Chelsea- pero en especial, las dos nuevas figuras, isco Alarcón
y Marco Asensio- mientras que en la portería, David De Gea representa el cambio
perfecto de la generación anterior, tomando la posta de Iker Casillas.
Esta selección española tiene un recambio de
garantías, especialmente desde el medio hacia adelante, siempre con un eje
tanto en Busquets como en Illarramendi, para luego contar siempre con tres
administradores del juego que contribuyen para una larga posesión, retomando
aquellos años de creatividad y llegadas.
Si a esto se le suma una importante cantidad de
delanteros con gol (algo que no abundó en los tiempos anteriores), como es el
caso de Morata, Adúriz, Costa y hasta Villa, si es necesario.
Por eso, tampoco una aceptable Italia pudo
equilibrar fuerzas ante esta España que le ganó 3-0 de manera inapelable y que
acabó clasificándose una jornada antes de lo previsto.
Y no sólo eso: se transforma en una candidata
importante a revalidar el título conseguido en Sudáfrica 2010 si es que sigue
por este camino.
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