Parecía una noche negra en la altura de Quito. Un
gol de saque, a los 45 segundos, de Romario Ibarra, parecía predecir lo peor.
Sin embargo, la selección argentina, con un Lionel Messi genial, en uno de sus
mejores partidos con la camiseta albiceleste, no sólo convirtió un triplete
sino que fue el factor determinante para la clasificación mundialista con un
3-1 contundente y claro ante Ecuador.
Sin dar una completa imagen de solidez,
especialmente en la parte defensiva, el equipo argentino se apoyó en el genio
que tiene en su plantel, Messi, el mejor jugador del mundo (ahora, máximo
goleador histórico de las clasificaciones sudamericanas, y el mayor anotador de
la selección nacional con 61 goles, y 994 en su carrera entre oficiales y no
oficiales), mostró toda su jerarquía en el momento necesario.
No parece que haya ya lugar para más críticas para
Messi. Resistido en los primeros años, fue ganando un lugar en el podio de los
grandes cracks entre los hinchas argentinos, y en este partido definitorio ante
Ecuador pudo él solo acabar con tantos años de desastres institucionales, un
empate a 38 en 75 votos para elegir presidente de la AFA, y tres directores
técnicos en el mismo grupo clasificatorio, además de una larga veda con la
prensa que duró once meses y que recién se levantó anoche tras el objetivo
conseguido.
Ya el equipo argentino se había ido al descanso en
ventaja debido a que el empate llegó 13 minutos más tarde del tempranero gol
ecuatoriano, que fue como un baldazo de agua fría, en una escapada en velocidad
que no pudo parar la defensa albiceleste.
Pero Messi tomó la batuta, bien acompañado esta vez
con un buen Angel Di María, con aceptables producciones desde los dos costados
por parte de Eduardo Salvio y Marcos Acuña, y un correcto pivoteo de Darío
Benedetto en el centro del ataque.
Tras el 2-1, que ya le aseguraba un lugar entre los
cinco primeros (aunque dependía de otros resultados para la clasificación
directa), el equipo argentino se fue serenando , en especial cuando Lucas
Biglia y Enzo Pérez (al cabo, una de las grandes figuras por temple y
distribución de juego) comenzaron a tocar la pelota para los costados sin dar
lugar a rèplicas rivales.
La serenidad aumentó en el segundo tiempo porque
siempre dio la sensación de que Ecuador no inquietaba demasiado, bien
controlado, pero además porque comenzaron a llegar buenas noticias desde Brasil,
que iba aumentando la diferencia ante Chile.
Ya con el 1-3, siempre con el sello genial de Messi
y el 3-0 de Brasil sobre Chile, un partido que pintaba para dramático terminó
siendo de trámite sencillo para desatar la euforia con el pitazo final y el
alivio de la clasificación para Rusia 2018 en tercer
lugar, detrás de Brasil, Uruguay y delante de Colombia.
La selección argentina rompió por fin el molde.
Tantas veces el aficionado esperó un rendimiento así en un partido trascendente
y se había quedado en las puertas de tres finales y la casualidad hizo que
justamente en el mismo día en el que consiguió el pasaje para el Mundial,
Chile, su vencedora por penales en las dos definiciones de la Copa América, no
logró el pase.
Por el momento, el Mundial contará con cuatro
entrenadores argentinos (Héctor Cúper en Egipto, Edgardo Bauza en Arabia
Saudita, Jorge Sampaoli y José Pekerman, en Colombia) y podría llegar un quinto
si Ricardio Gareca logra clasificar a Perú en el repechaje de noviembre ante
Nueva Zelanda.
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