Con apenas diez jornadas disputadas sobre treinta y
ocho totales, muy pocos hubieran podido acertar que el Barcelona ya le sacaría
una distancia de ocho puntos al Real Madrid y al Atlético de Madrid, y que los
blancos ya habrían perdido dos partidos de Liga Española, pero menos que uno de
ellos hubiera sido ante el recién ascendido Girona y que los blancos fueran
superados en su capacidad goleadora (19 goles, es decir, menos de dos por
partido) por los azulgranas (28), pero también por el Valencia (27) y la Real
Sociedad (21) e igualados por el Betis y el Celta.
Si el inicio de temporada del Real Madrid no ha sido
ni cercano a lo imaginado por sus aficionados, porque tampoco ha sido
brillante, de momento, su participación en la fase de grupos de la Champìons
League, tampoco lo fue para el Atlético Madrid de Diego Simeone, con problemas
para pasar a los octavos de final de la competencia europea y con dificultades
para imponerse como local desde que juega en el estadio Wanda Metropolitano y
abandonó el Vicente Calderón.
En cambio, cuando pocos hubieran apostado por este
Barcelona que a último momento del mercado de verano perdió a Neymar y que
además de no poder encontrar un reemplazante perfecto para el brasileño, perdió
rápidamente por lesión a la gran contratación desde el Borusia Dortmund,
Ousmane Dembélé.
Sin embargo, un Barcelona muy corto de plantilla, en
especial en ataque, empujado por un excelente comienzo de temporada de Lionel
Messi, su gran figura que ya ha marcado 12 tantos en Liga, apenas si ha cedido
un empate en los diez partidos, y ha sido en el campo más difícil de los que ha
tenido que jugar hasta ahora, el del Atlético de Madrid y en un territorio
hostil debido a los hechos políticos que están comenzando a afectar el
desarrollo de la Liga, como el intento del gobierno catalán de independizarse
de España.
Es en este clima enrarecido, en el que ni siquiera
se sabe si el Barcelona podrá acabar esta Liga porque acaso tenga que buscar
otro destino para su equipo (en el caso, que ya no parece tan probable, que la
independencia se consiga), que, sin haber jugado nunca un fútbol brillante y
dependiendo demasiado del genio argentino que sigue batiendo todos los récords,
y con un Luis Suárez que no está en buena racha a la hora de convertir, los
azulgrana se van afianzando con una distancia cada vez mayor hacia sus
tradicionales rivales y al menos hoy es el Valencia el que aparece como uno de
sus competidores mayores.
Los de Marcelino García Toral parecen haber
abandonado ya los malos tiempos para mostrarse fuertes en cualquier campo, con
gran capacidad de gol, y en pocas jornadas esperarán al Barcelona en Mestalla,
en un partido que les marcará si están en condiciones de pelear por el título o
si sólo fue una racha pasajera.
Este Barcelona es bastante extraño. En muchos
partidos, aún teniendo más el balón que sus adversarios, el portero alemán Ter
Stegen acaba siendo figura decisiva, tampoco parece poder explotar demasiado a
su gran estrella Messi, en parte por la cada vez mayor irregularidad de Andrés
Iniesta, que conserva destellos de lo que fue pero en evidente veteranía, y
porque se nota demasiado la ausencia de un tercer delantero desde la salida de
Neymar, que obligó a su entrenador Ernesto Valverde a jugar con cuatro
volantes, si bien el brasileño Paulinho, que no parecía tener el ADN Barça, se
adaptó enseguida y su aporte acaba siendo muy valioso en el medio.
La derrota del Real Madrid ante el recién ascendido
Girona, justo en pleno debate sobre la independencia catalana, es un alerta
rojo para los blancos de Zinedine Zidane porque si bien conservan la capacidad
de generar numerosas ocasiones de gol y tienen plantilla de sobra en todas las
posiciones, también es cierto que vienen sufriendo demasiado en el fondo, con
muchos errores en la última jugada (ante los catalanes han padecido, además de
dos goles, sendos remates en los palos y un par de remates apenas desviados de
los delanteros rivales).
Es también llamativo que Cristiano Ronaldo, quien
acaba de conseguir su quinto premio como mejor jugador del mundo al recibir el
“The Best” durante la semana en la gala de la FIFA en Londres, tenga la pólvora
tan mojada.
El hecho de que Zidane haya decidido jugar con
cuatro volantes para darle prioridad a una estrella en ascenso como Isco
Alarcón también fue minando aquella idea letal de la BBC porque Gareth Bale fue
desapareciendo de la titularidad y Karim Benzema está lejos del nivel de las
temporadas pasadas.
Pero la incertidumbre no es sólo futbolística. Los
seguidores del Barcelona comienzan a preocuparse cada vez más porque Messi
sigue sin firmar su contrato de renovación cuando éste vence a mediados de 2018
y no falta demasiado para que llegue ese momento y aunque el club ya haya
informado de un acuerdo entre las partes hace bastante tiempo.
Muchos se preguntan si esta situación está o no
relacionada con la incertidumbre de algunos jugadores, especialmente los
extranjeros, acerca de si el Barcelona podrá continuar o no jugando en esta
Liga si Cataluña se independizara pero no sólo en ese caso: hasta el pasado
domingo se contabilizaban cerca de dos mil empresas y la mayoría de los bancos
que habían abandonado territorio catalán, lo que ya de por sí generaba una
merma de un treinta por ciento de la producción para los próximos años.
Ante este escenario, ante una economía que pierde
pujanza y que costará años en recuperarse, ¿es posible esperar un Barcelona
fuerte y que tenga capacidad económica para poder mantener una plantilla de lujo?
Justo cuando las grandes estrellas surgidas de la cantera se van haciendo
veteranas, y sin encontrarles reemplazo en la propia cantera, se va generando
la necesidad de fichar afuera, ¿habrá posibilidades reales de hacerlo?
En medio de esta incertidumbre, y como si fuera un
oasis, crece la flor del equipo, que no parece estar demasiado atento a estas
circunstancias y sin jugar bien, también se impuso al Athletic en el Nuevo San
Mamés y sigue su marcha triunfal, aunque no se sepa si podrá ser duradera.
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