Cataluña vive días de confusión e incertidumbre. Si
bien ya se produjo la intervención del Gobierno español de Mariano Rajoy desde
ayer, con una implícita aceptación de todas las partes, en los hechos, algunos
pocos dirigentes que formaron parte del proceso independentista que abortó el
pasado viernes, como la Candidatura de Unidad Popular (CUP), antisistema,
insisten en que no reconocen la nueva etapa y queda la gran duda para sus
aliados de toda este ciclo, el Partido
Democrático de Cataluña (PDECat) y la Esquerra Republicana de Cataluña (ERC),
acerca de si aceptan presentarse a las elecciones convocadas por Madrid para el
21 de diciembre.
Todo es tan complejo, que el PDECat (derecha catalana)
y el ERC (izquierda), que conformaron la alianza “JXSí” (Juntos por el Sí),
evalúan ahora presentarse con la explicación de que “no le temen a las urnas”
pero en el fondo, al hacerlo, no dejan de aceptar que la proclamada
independencia del pasado viernes no fue tal porque están operando bajo el ala
de una decisión del gobierno español.
El de ayer fue otro día frenético, como todos los
últimos que se viven en Cataluña. La vicepresidente española a cargo de la
intervención, Soraya Sáenz de Santamaría, prefirió manejar a control remoto y
desde Madrid la nueva etapa, mientras el ex presidente de la Generalitat,
Carles Puigdemont, twitteaba por la mañana con una foto suya con el Palacio de
Gobierno de fondo, y sin embargo al mismo tiempo había viajado hasta Marsella
para volar desde allí a Bruselas con el aparente objeto de pedir asilo
político, aunque no era claro si lo iba a obtener (los antecedentes de los
últimos nueve casos de españoles, no lo ayudan).
Puigdemont no iba solo sino acompañado de cinco consejeros
de su gobierno, ayudado por el ex delegado de la Generalitat en Bruselas,
Amadeu Altafaz, y aconsejado por quien fuera abogado nada menos que de la ETA,
Paul Beckaert, sabiendo que arrastra por acusación de la Fiscalía General,
cargos como rebelión, sedición y malversación.
De hecho, el fiscal general José Manuel Maza
(llamado irónicamente “Torquemaza” desde los independendistas catalanes)
presentó dos querellas: ante la Audiencia Nacional contra Puigdemont, su
vicepresidente Oriol Junqueras (ERC) y el resto de los funcionarios del Govern
catalán, y ante el Tribunal Supremo, contra la presidente del Parlamento
catalán, Carme Forcadell y el resto de la mesa que la secundó “con la falsa
apariencia de legalidad al proceso de facto de demolición del ordenamiento
constitucional” y que dio lugar a “la crisis institucional que culminó con la
Declaración Unilateral de Independencia, con total desprecio a nuestra
Constitución”.
La querella consta de 118 páginas y está dirigida
contra veinte personas (entre ellas, “Los dos Jordis”, como se los conoce en
Cataluña, Cuxart, de la organización independentista Omnium, y Sánchez, de la
Asamblea Nacional Catalana, ambos presos en Soto del Real), con una fianza
“solidaria” de 6.2 millones de euros para hacer frente a una posible condena.
El Día D de la intervención de Madrid, transcurrido
ayer, no tuvo, sin embargo, la oposición que se esperaba y rápidamente los
partidos políticos comenzaron a acelerar sus tratativas para las elecciones del
21 de diciembre.
La gran incógnita es si los resultados se parecerán
o no a la última elección, porque la pregunta en ese caso, es qué sucedería de
ganar nuevamente algún partido o una alianza independentista. ¿Otra vez
buscarían declarar la independencia de España? Y también, si esta vez el PDECat
irá junto con ERC (ninguna de las dos partes lo descarta) y si a su vez los
partidos más “españolistas” como el PP, el PSOE (en su versión catalana, el
PSC) , y Ciudadanos, irán por separado o intentarán aliarse en vista de los
antecedentes electorales que no los favorecen en la región.
Según las últimas encuestas que rápidamente
publicaron algunos diarios como El Periódico de Cataluña o El Mundo de Madrid,
lo que varía son los porcentajes pero es claro que los partidos
independentistas siguen teniendo más fuerza que los españolistas, pero está por
verse qué tipos de alianzas se generan.
Lo probable es que difícilmente Cataluña vuelva a
ser la misma que en estos años, cuando generaba el 19 por ciento del PBI
español. Con casi todos los bancos ya emigrados de la zona y con más de dos mil
empresas de todo tipo que cambiaron sus domicilios fiscales, se plantea el gran
interrogante sobre cómo se hará para mantener las fuentes de trabajo, el
movimiento económico y el status de uno de los grandes puertos de Europa.
Ni siquiera el cuerpo de Policía local, los Mossos
D’Esquadra, con 17 mil agentes armados, responde ya oficialmente al Govern al
haber sido desplazado Josep Lluis Trapero, querellado por sedición por no
querer ayudar a la Guardia Civil tras aquella extraña elección del 1 de octubre
pasado cuando según el entonces Govern de Puigdemont, salieron a votar dos
millones de personas (de una población de 7,5) pese a que Madrid no sólo no la
reconoció, sino que intentó torpemente y
por todas las vías prohibirla secuestrando todas las boletas y
custodiando todos los centros de votación.
Trapero había sido considerado héroe apenas semanas
antes por su participación en la ayuda de tantos catalanes heridos durante el
atentado yihadista en las Ramblas, pero todo corre demasiado de prisa.
Hasta las filas de Podemos (izquierda española cuya
aliada en Barcelona, Ada Colau, es la alcaldesa de la ciudad) hubo problemas
ayer y su líder Pablo Iglesias acabó desautorizando a su par catalán, Albano
Fachín, quien emitió un comunicado independentista.
Iglesias sigue diferenciándose del resto de los
partidos españoles porque insiste en que mientras continúa este proceso
independentista y la intervención estatal desde Madrid, se siguen tapando los
graves hechos de corrupción del gobierno de Rajoy.
Al mismo tiempo, la Bolsa española subía ayer un
2,44 por ciento y llegaba a los 10.400 puntos, en lo que fue la tercera mejor
sesión de 2017.
Y por si fuera poco, el domingo pasado, un recién
ascendido a la Liga Española, el Girona, vencía nada menos que al Real Madrid
por 2-1 entre gritos de “In-de-pen-den-cia” desde las tribunas. El hecho fue
ignorado por la TVE estatal de Madrid en el Telediario central del lunes.
Desde 1990 que Real Madrid (actual campeón europeo y
mundial) no caía ante un recién ascendido y al rato, Puigdemont apareció en las
redes sociales vestido con la camiseta del Girona.
Y todo esto, en apenas horas.