Por estas horas, algunos sectores mediáticos que ya conocemos de sobra, nos quieren hacer creer que este justo y limpio logro de Estudiantes de la Plata, legítimo campeón de América y con grandes actuaciones y muy buen entrenador, es consecuencias de una cadena comenzada en los años sesenta, agarrados especialmente de que la estrella del equipo, Juan Sebastián Verón (hoy por hoy, el mejor jugador del fútbol argentino local) es hijo del también gran jugador de los años sesenta, el ex delantero Juan Ramón Verón. Pero salvo esto, y la garra o el carácter que aquellos jugadores de entonces pueden transmitir, algo lógico, poco tiene que ver este equipo de Estudiantes con aquel que ganara un Metropolitano, tres Copas Libertadores y una Intercontinental entre 1967 y 1970. Apenas el mismo apellido y que algunos de aquellos jugadores hoy tienen cierta participación en el club. Pero este Estudiantes de hoy, que juega un fútbol agradable, que cuenta con excelentes ejecutantes como el propio Verón, o Gastón Fernández o Enzo Pérez, que tiene grandes marcadores como Cellay, o el propio Rolando Schiavi, llegado por cuatro partidos para reemplazar a Agustín Alayes, o Rodrigo Braña, y un arquero que hoy es el titular de la selección argentina por su propia seguridad, como Mariano Andújar, no tiene nada que ver con aquél. Este Estudiantes no juega al filo del reglamento. No tiene a ningún jugador capaz de pegarle una patada descalificadora en la cabeza a ningún rival ni mereció nunca una expulsión de por vida del fútbol profesional, como sí le ocurriera a Alberto Poletti en los sesenta, luego de su falta a Rivera, del Milan, por la Intercontinental de 1969. Este Estudiantes no necesitó nunca de alfileres para pinchar a los rivales, ni bucear en historias personales para provocarlos de palabra durante los partidos, para hacerlos reaccionar. Este Estudiantes no necesitó crear climas de guerra para imponerse. Este Estudiantes no inventó quedarse con la pelota entre los brazos al cobrarse un foul en contra, para entregarlo cuando todo el equipo se hubiera retrasado a posiciones defensivas. Este Estudiantes se dedicó a jugar al fútbol con sus armas, que fueron muchas. Este Estudiantes salió a atacar incluso en el Mineirao cuando lo necesitó y ganó limpiamente, con un estilo que está lejos de aquel, al que se nos quiere amarrar. Como decía Dante Panzeri, aquél no era Estudiantes de La Plata sino el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía. Este Estudiantes no sólo es de La Plata, sino de la Argentina y juega un fútbol atgradable, que a Carlos Bilardo sólo lo tiene en el palco, o reclamándole el pullover a Alejandro Sabella. Nada más que eso, a no engañarse.
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1 comentario:
Correcta la apreciación y la diferenciación. Estudiantes fue un merecido campeón, aunque tampoco le sobró mucho fútbol. Espero que nunca se repitan en la Libertadores aquellas prácticas nefastas de los años '60 y '70 (llamadas por muchos "avivadas"), efectuadas no sólo por Estudiantes, sino también por otros equipos. Conseguir un buen resultado nunca debe primar por sobre la dignidad y la ética de un plantel en un terreno de juego.
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