Que Atlético Rafaela es un equipo limitado, basta con verlo unos pocos minutos. Sin embargo, en el primero de los dos partidos de la promoción ante Gimnasia, tuvo que salir a atacar por el hecho de hacer la diferencia como local, y con lo que tiene, pudo ponerse adelante con un soñado 3-0 que lo dejó a cuatro minutos de regresar a Primera A. ¿Qué pasó en la Plata? se metió atrás, pensó que cuidando el 3-0 del primer partido, haciendo tiempo y apostando muy poco por los de arriba, desconectándose de ellos, iba a poder y casi pudo, pero no....
Gimnasia, por contrario, y sin jugar bien en el primer tiempo del segundo partido, atacó como pudo, algo que profundizó en el segundo tiempo y aún con algunas limitaciones y ciertos preconceptos, pudo revertir el resultado aún con nueve jugadores contra diez de su adversario. ¿Por qué pudo? porque atacó sin miramientos. Fue y fue. Tanto, que en un momento sólo tenía dos defensores, y en buena medida porque a su vez, el entrenador Madelón vio que su rival no pesaba en ataque, que estaba jugado a defenderse. Así le fue a uno y a otro. Premio para uno, castigo al otro por rácano, por tacaño, por defensivista.
La reflexión vuelve a ser la misma: defenderse no es natural en el fútbol, al menos como propósito. La defensa, en fútbol, es obvia porque se supone (ya ni siquiera es seguro, en este fútbol al revés que se ve en la Argentina) que el contrario nos atacará y debemos tomar recaudos y es una fase del juego. Pero al fútbol, creemos recordar y nos lo repiten como loros los que no tienen ninguna defensa por el espectáculo, que se juega para ganar. ¿Qué mejor forma de buscar ganar que tratar de hacerlo? eso no implica ir siempre frontalmente. Pero sí, buscando todos los caminos posibles, tratar de hacerlo. Con las mejores armas, con la mejor variante, con el jugador destapado, o mediante la gambeta, el regate, pero ir. Alguna que otra vez, el que no va puede pescar algún contragolpe, pero en líneas generales (como en La Plata), el que especula termina perdiendo, y el que ataca persistentemente, termina ganando. Sería lindo saber qué pasó por la cabeza de los jugadores de Rafaela, por su técnico, ya en la tristeza de ese vestuario que se creyó ganador pocos minutos antes. ¿Por qué Rafaela no intentó tener la pelota, hacerla rodar, en vez de dársela a su adversario? porque en la cultura del "resultadismo" del fútbol argentino, sólo se habla de "reventarla". Es significativo en esto, el contenido del relato de Pablo Giralt por TyC Sport. Al menos en el segundo tiempo, en los primeros tres minutos habíamos contabilizado tres veces la palabra "reventar" y hasta algunas veces, el relator llega a decir "la tiene que reventar" en referencia al jugador que tiene la pelota en sus pies. Es la cultura de la que está imbuido este fútbol argentino travestido, en el que aparece Huracán y pareciera que se despertara de su letargo.
También nos preguntamos, visto lo visto, por qué Gimnasia no jugó así muchos de los partidos del campeonato. Y una cuestión táctica de no poca importancia que no se debate en este fútbol argentino de frases hechas e ideas cortas: hace años leímos en esa ecepcional sección que fue "Jugo de fútbol" en la revista El Gráfico, con aquellos chistes de Jorge Basurto que ilustraban las notas, un artículo de Julio César Pasquato, "Juvenal" acerca de la diferencia entre "cabecear" y "ganar de cabeza". En el fútbol argentino se van extinguiendo los "cabeceadores" porque no se trabaja la dirección, sino sólo saltar y ganar en el salto, para luego embestir la pelota con lo que venga. La técnica del "cabezazo" pasa por la ubicación de la zona de la cabeza con la que se le dará en base a la posición del cabeceador, del arquero contrario, de la cercanía o lejanía del arco, de la violencia del centro, es decir, distintos parámetros.
En el partido decisivo ante Rafaela, Madelón optó por colocar a un delantero alto, como el uruguayo Alonso, que no gravitó en todo el partido dede lo alto. El "Pampa" Sosa, que ingresó en el segundo tiempo, tampoco lo hizo y es más, jugó en función de tirarle centros al 9 titular. Sin embargo, sobre el final y ya desesperado, optó por el "enano" Franco Niel, de 1,60m, que sin embargo en pocos minutos se convirtió en el héroe de la tarde, con dos tantos....de cabeza. ¿Por qué? por lo escrito más arriba: "cabecear" no es lo mismo que saltar y "golpear de cabeza". "Cabecear" es un arte, necesita de la técnica, de la dirección, de la orientación. Como lo hacía "El Marqués" Sosa, como Daniel Passarella, como Victorio Cocco, o como Martín Palermo. Se puede ser bajito y cabecear muy bien, como Niel, y se puede ser un gigante, y saltar mucho, pero no cabecear. Así como siempre decimos que el fútbol no es correr por correr, tampoco es saltar por saltar.
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